El ex vicepresidente y ministro de Planificación Nacional y Política Económica de la República de Costa Rica, Kevin Casas-Zamora, visitó el país para disertar sobre el control del financiamiento político y sus impactos en el desarrollo de la democracia. En entrevista con La Nación, sostuvo que forma parte del proyecto de financiamiento político impulsado por la USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) y el Ceamso (Centro de Estudios Ambientales y Sociales).
Casas-Zamora realizó varias charlas sobre el financiamiento político, que estuvieron dirigidas a los sectores políticos, la sociedad civil y las autoridades que les compete el tema, como la Justicia Electoral.
-¿Cuál es el objetivo de esta cooperación con la Justicia Electoral paraguaya y de las charlas que está dando en el país?
-USAID, junto con el Ceamso, que es un centro de pensamiento en Paraguay, ha venido dando una asistencia técnica en la que yo he estado involucrado de alguna manera a fin de darle mayores capacidades a la autoridad electoral y a los partidos políticos para cumplir efectivamente con las regulaciones, sobre todo con el financiamiento político. Recordemos que en el 2012, aquí se aprobó una reforma a las reglas de financiamiento, que es, en términos generales, positiva, ya que tiene cosas valiosas, pero existe todavía un déficit como existen en otros países en términos de la aplicación efectiva de esa normativa. Ese es justamente el problema que ha vendido tratando de mitigar este proyecto de asistencia técnica. Yo, lo que vengo a tratar de colaborar para poner en el debate público es la importancia de que el financiamiento político sea discutido por el sistema político paraguayo como una parte importante sobre la calidad de la democracia en el país.
-¿Cuál es el objetivo con este proyecto de financiamiento, ya que habló de algunos déficits, y cuándo sería aplicado en términos generales?
-Ya se está aplicando. Ya se aplicó en las últimas elecciones que recién pasaron. Hay varios elementos importantes que han sido resultado de este proyecto. Por un lado, la creación del sistema nacional de financiamiento público, que es software que se desarrolló, se les dio a los partidos políticos y a la autoridad electoral, que permite reportar los ingresos y los gastos de los partidos de una forma estandarizada y ordenada, y en consecuencia permite a la autoridad electoral fiscalizar los ingresos y los egresos que hacen a los partidos mucho más eficaces. En segundo lugar, el observatorio del financiamiento político, que está disponible desde hace más de un mes, que es una herramienta que le da acceso público a la ciudadanía, a la prensa, a toda esa información que han presentado los partidos políticos como reporte de sus ingresos y gastos. Además, se reglamentó la ley que se había aprobado en el 2012 y se creó en el seno de la autoridad electoral una unidad técnica encargada de fiscalizar el financiamiento de las campañas.
-¿Cuál es el papel que juega esta trasparencia en la gobernabilidad y en la democracia para un país?
-Es un tema importante para la calidad de la democracia. El financiamiento de campañas es un quebradero de cabezas para todas las democracias, desde las más desarrolladas hasta las menos desarrolladas. Todas tienen que contender con este problema y ninguna democracia del mundo lo ha resuelto de manera completa y definitiva. El financiamiento de campañas puede generar muchas cosas, es una parte natural del funcionamiento de la democracia. La democracia no tiene precio, pero sí tiene costo de funcionamiento, pero al mismo tiempo puede generar distorsiones muy importantes, distorsiones que pueden generar el papel del dinero en la política y graves iniquidades electorales, puede generar desigualdades en términos de la capacidad de diferentes personas y diferentes grupos para influir en la política pública y finalmente, y eso es lo que vemos con cierta regularidad en ciertos países, conflicto de intereses muy serios en quienes deben tomar decisiones públicas. Muchas veces esas decisiones públicas se ven comprometidas con las contribuciones que recibieron en sus campañas electorales.
-¿Cómo este sistema puede ayudar a evitar los excesivos aportes personales y puede controlar de dónde provienen esos aportes y evitar el lavado de dinero?
-Hay cosas que son fáciles de controlar y otras que son más difíciles de controlar. El sistema de reporte planteado, que está en este momento, obliga a los partidos a presentar reportes, lo cual en sí mismo es muy importante e independientemente de la veracidad de la información que incluyan los partidos en el reporte. Porque queda una constancia, y al haber un documento en el que los partidos están reportando sus ingresos y gastos le permite a la prensa, a la ciudadanía y a las organizaciones de sociedad civil interesarse en estos temas de trasparencia, ejercer una labor fiscalizadora. Donde no hay datos de cualquier tipo es imposible ejercer una labor fiscalizadora.
-En su exposición también habla de la equidad, ¿en qué consiste esa equidad y cómo trabaja el proyecto de financiamiento político con eso?
-En las campañas electorales es muy importante que un número razonable de opciones políticas tenga la posibilidad material de hacer llegar su mensaje hasta la ciudadanía para que tome la decisión como considere. Pero si hay un desbalance muy grande entre la posibilidad de recursos económicos por parte de algunas campañas y de otras se crea una distorsión en la competencia electoral, una distorsión que no necesariamente determina un resultado electoral. Podemos traer una lista larga de casos en los que no necesariamente el que tenía más recursos económicos terminó ganando la elección, pero impacta.
-¿En ese punto también se podría mencionar la participación de mujeres en las campañas y la poca posibilidad que tienen para acceder a un cargo político electoral?
-Esto está basado en una investigación que se realizó hace poco en Colombia, pero resultó muy interesante. El tema del financiamiento es uno que afecta en algunos sentidos de manera más intensa a las mujeres, es un obstáculo. Sin embargo, no es ni lejanamente el obstáculo más importante que enfrentan las mujeres para acceder al poder político, parece que hay otros obstáculos muchos más profundos, más estructurales, más complejos de resolver, que tienen una incidencia mucho mayor; por ejemplo, el hecho de que socialmente en todos nuestros países recarguemos de forma muy pesada las responsabilidades de cuido familiar en las mujeres. Las mujeres tienen que trabajar doble jornada, francamente, y en consecuencia si quieren participar activamente en la política tienen que tomar decisiones muy difíciles.