• Por Felipe Goroso S.
  • Columnista Político

Aunque cada vez se publican más artí­culos sobre la cul­tura woke, hoy en día todavía este término sigue carente de significado para muchas per­sonas. Esta cultura empezó en las universidades de (cuando no) Estados Unidos, pero su onda expansiva ha alcan­zado a todos los ámbitos de la sociedad. En aquel país, esta cultura tiene principal­mente un gran eje: la ideolo­gía de género. La cultura woke busca disolver la tradición y cultura occidental, especial­mente la cristiana, empleando el miedo, amedrentando, amenazando con despidos, gritos, o el aislamiento social y laboral.

El wokismo es un movi­miento tribal que divide a las sociedades en grupos, tribus, y las transforma en un reino de oprimidos y opresores: hombre/mujer, heterosexua­les/homosexuales, blancos/negros, cartistas/anticar­tistas. Los wokes viven ale­jados de la realidad, para ellos lo importante es estar ofen­dido/oprimido y no cabe el perdón. Ser víctima permite juzgar al mundo y exigir cul­pables que merecen ser cas­tigados. Diversos autores hacen notar que la ideología woke ha cambiado la lucha de clases por la lucha de identi­dades, por eso la mayoría de los woke son de izquierda.

Los woke constituyen un sis­tema cerrado de pensamiento, con los que pretenden expli­car la totalidad del universo. Para ellos no existe la ver­dad, huyen del debate, quie­ren que se acepten sus postu­lados, boicotean la libertad de expresión y las democra­cias republicanas por ser con­trarias a los “históricamente relegados”. Además, se con­sidera que la cultura woke es la sumisión acrítica ante la corrección política y, como consecuencia, al que no acepta sus paradigmas se le cancela y es considerado culpable. De ahí que a la cultura woke tam­bién se le conoce como la cul­tura de la cancelación, ya que en ella no cabe el perdón del transgresor.

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Otro rasgo característico de los woke es que pretenden ree­ducar por completo a la pobla­ción de acuerdo con sus postu­lados, cuyo objetivo es lograr una única forma de pensar, mediante el uso pedagógico del miedo y apostando por la diver­sidad, la inclusión y la igualdad, denominada como la “Santí­sima Trinidad de la Izquierda Radical”. Tras el wokismo, está el pensamiento autoritario de que, para crear la nueva socie­dad, hay que destruir y demo­ler la anterior. Al querer elimi­nar la civilización occidental se atreven a cancelar a gran­des personajes, como a Cristó­bal Colón, Luther King, entre otros. Tergiversan la historia y censuran la cultura. Los woke tratan de influir en los poderes del Estado en favor de su causa, de tal manera que se pasa de un Estado que protege los dere­chos fundamentales a uno de leyes de acuerdo a los mitos de unos pocos.

Una de las estrategias que utilizan los woke son las tác­ticas intimidatorias (cance­lan, avergüenzan, humillan, acosan, boicotean, demoni­zan) para someter a los que discrepan de sus postulados y así consiguen victorias políti­cas. Además, se esconden bajo el disfraz de la tolerancia, es decir, en un primer momento se muestran tolerantes, pero esta forma de proceder des­aparece cuando alcanzan cuotas de poder. Y por cuota de poder puede entenderse tener muchos seguidores en redes sociales o trabajar en un medio de comunicación.

Los woke son muy hábiles en la manipulación del len­guaje, que trunca la relación con lo real y que obliga a evo­lucionar según sus dictados, consiguiendo modelar nues­tra mente. Esta estrategia se ve reforzada con la utili­zación de potentes slogans para saturarlas. En la actua­lidad hay personas cancela­das por afirmar que hay dos sexos, que han llegado a per­der su trabajo sencillamente por defender las obviedades y el sentido común. Sí, ya ha sucedido y está sucediendo.

Lo importante es saber cómo plantear la batalla cultural al wokismo y sus militan­tes. Como primera medida la defensa de la verdad, huir de la autocensura, reivindicar nues­tra cultura y tradiciones, la dig­nidad de la persona humana, el respeto a la vida, el negarnos a que nuestra mente sea colo­nizada y el recuperar lo natu­ral, el sentido común. La pér­dida de lo natural nos lleva a no saber dónde está el bien ni el mal, lo que nos hace malea­bles, y nos impide ser verda­deramente libres y tener una vida plena.

Y si quieren una muestra actual, pregúntenle a la muy talentosa compatriota Aye Alfonso, a la que el wokismo y sus militantes están cance­lando sencillamente porque tuvo la osadía de reunirse y sacarse unas fotografías con gente que les cae mal.

Una de las estrategias que utilizan los woke son las tácticas intimidatorias (cancelan, avergüenzan, humillan, acosan, boicotean, demonizan) para someter a los que discrepan de sus postulados y así consiguen victorias políticas.


Tras el wokismo, está el pensamiento autoritario de que, para crear la nueva sociedad, hay que destruir y demoler la anterior.

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