“La casa dividida” fue un discurso pronunciado por el candidato senatorial y futuro presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln, el 16 de junio de 1858, después de haber aceptado la nominación del Partido Republicano de Illinois como senador estadounidense de ese Estado. La nominación de Lincoln fue el último tema a tratar en la convención, fue el único orador y el discurso cerró la convención. Fue inmediatamente publicado en su totalidad por los periódicos de la época como un folleto y en las actas de la convención. Cuando Lincoln recopiló y publicó sus debates como parte de su campaña presidencial de 1860, lo antepuso con discursos anteriores relevantes. El discurso “Casa dividida” abre el volumen.
El objetivo de Lincoln era expresar públicamente y en tono profético, basado en los evangelios del Nuevo Testamento y fue tomado directamente de las palabras de Jesucristo (Mateo 12:25; Marcos 3:25; Lucas 11:17) que dice “Y Jesús, sabiendo los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo es asolado; y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no permanecerá”, describe el peligro de la división.
El discurso inicia con las siguientes palabras, que se convirtieron en el pasaje más conocido: “Una casa dividida contra sí misma no puede sostenerse. No espero que la Unión se disuelva –no espero que se caiga–, pero sí espero que deje de estar dividida. Todo será una cosa o toda la otra”. Sus palabras se aplican hasta nuestros días. Factores y elementos tanto internos como externos son evidentes, para quien quiere verlos.
Abraham Lincoln, al igual que tantos presidentes estadounidenses, fue un estudioso de la Biblia. Creció en un hogar donde el material de lectura escaseaba, como era el caso en muchos otros hogares estadounidenses de ese entonces, y a menudo la Biblia era el único libro que poseían muchas familias. El propio Lincoln dijo de la escuela comunitaria a la que asistía: “No teníamos libros de lectura ni gramática, y toda nuestra lectura se hacía de la Biblia”. Las palabras de Lincoln frecuentemente reflejaban las de los autores y profetas bíblicos. Así que no es de extrañar que la Biblia moldeara en gran medida su forma de pensar y su visión de país. Fue uno de los mejores presidentes de su país, hasta hoy considerado un estadista y visionario. Un adelantado de su época.
En referencia a Mateo, uno de los Evangelios tenidos en cuenta, hay que agregar que por su decisión de dejar la vida acomodada en busca de una vocación sagrada, Mateo es visto como modelo de fe a seguir por muchas personas. Salvando las obvias diferencias y distancias, la política también debe ser considerada sagrada. Al igual que el mensaje y espíritu de unidad, con especial énfasis al momento de estar en gestión.
Lincoln no tuvo empacho en decir las cosas como eran, tiene bien ganado el mote de “el honesto Abe”. Sentía una profunda responsabilidad hacia su país y su partido. No quería verlo afectado desde dentro. Es conveniente recordar y tener en cuenta las palabras de Lincoln, tomarlas en serio y a las Escrituras.