El 16 de diciembre de 1989, miles de personas salieron a las calles de Timisoara, en Rumania, para protestar contra la dictadura de Nicholai Ceausescu. Unos días después de la masacre de Timisoara, Ceausescu pronunció un discurso en Bucarest ante cien mil personas, que acallaron al excéntrico tirano con gritos de “¡Timisoara!” y “¡Abajo los asesinos!” Ceausescu intentó escapar del país con mil millones de dólares, pero fue capturado y ejecutado.
Con la partida de Ceausescu, los periodistas occidentales estaban invitados a ver los horrores de su régimen. Ya el día del derrocamiento de Ceausescu, los habitantes de Timisoara estaban desenterrando fosas comunes. Hubo sesenta y cinco muertos y cerca de trescientos heridos el primer día de manifestaciones, el 17 de diciembre. El 22 de diciembre de 1989, se mostraron diecinueve cadáveres encontrados en una tumba poco profunda como víctimas de la dictadura. La agencia de noticias yugoslava Tanjug citó un número de muertos de 4.630, cifra recogida más tarde por otras agencias de noticias europeas, varias de ellas con cierto prestigio. Robert Maass tomó una infame fotografía de un hombre no identificado llorando sobre los cuerpos de una madre y un bebé. Aunque en aquel momento se suponía lo contrario, más tarde se supo que el hombre que lloraba y la mujer muerta no eran los padres del bebé muerto. Un mes después, resultó que los cadáveres eran de personas que murieron antes de que se produjera la protesta: la madre murió de cirrosis y el bebé de síndrome de muerte súbita del lactante.
Se había montado el espantoso escenario principalmente para los medios de comunicación. Las cadenas de noticias de todo el mundo repitieron imágenes sin editar (y obviamente, sin verificar ni corroborar) provenientes de la televisión rumana, lo que aumentó la desinformación. Para entonces, los periodistas de la AFP constataban en privado que la cifra de 70.000 muertos registrada en toda Rumanía era probablemente muy exagerada. Menos de un año después, se cuestionaba las imágenes transmitidas por los canales de todo el mundo. Al poco tiempo, se confirmó que los muertos mostrados habían sido desenterrados en un “cementerio de pobres” para darle verosimilitud a la “noticia”. Algunos huesos eran de animales y los cadáveres maquillados y puestos sobre el suelo para que los corresponsales los fotografiaran.
Siguió la controversia y Timisoara se convirtió en sinónimo de manipulación y sensacionalismo de los medios. Es una noticia falsa que ilustra claramente y obliga a algunas preguntas, muy oportunas, por cierto: ¿Pueden los periodistas escapar de los intentos de manipularlos? ¿Puede el público entregar su confianza a los intereses corporativos, comerciales de las líneas editoriales de grupos mediáticos que abiertamente asumen posiciones políticas repletas de saña y animadversión?
Hay mentiras tan gruesas que parecen ser verdad, sobre todo si van acompañadas de “documentos”. Las espeluznantes fotos de la carnicería de Timisoara recorrieron el mundo, en una época en la que no había redes sociales, ni preocupación por la “posverdad”, ni verificadores de hechos. Entonces todo entraba, y alguno diría que esa escuela del periodismo tiene sus adoradores en Paraguay hasta hoy y goza de muy buena salud.
En fin, en aquella época estaba muy claro dónde estaba la fuente de las mentiras, quién inventaba las “noticias” sin ninguna clase de escrúpulos. Una “noticia” así tapa otras realidades, como la corrupción del gobierno de Mario Abdo Benítez sobre la cual se sigue manteniendo un silencio tan cómplice como criminal.
Tras el descubrimiento del fraude de Timisoara, se la consideró como “el primer triunfo mundial de la sociedad del espectáculo”. Ignacio Ramonet habló de “medios necrófilos”, ávidos de crímenes, matanzas y toda clase de desgracias. “La falsa fosa común de Timisoara es probablemente el mayor engaño desde la invención de la televisión”, escribió el periodista. Ahora ya estamos acostumbrados a que nos engañen, pero entonces fue una sorpresa, sobre todo para los menos avispados en este tipo de montajes.
La mentira es una industria que genera beneficios, tantos más cuanto más gruesa es y más se adorna con términos apocalípticos, como “dictadura”, “atropello”, “copamiento” y otros. Por el contrario, la verdad ni se compra ni se vende.
La frenética obsesión por obtener y difundir informaciones no verificadas o directamente falsas se conoce como el síndrome de Timisoara. El permanente ánimo de espectacularización, dramatismo y morbo de la puesta en escena de la información pueden poner en entredicho el sacrosanto deber de proveer al público información veraz y fidedigna. Es en este punto que sobreviene la cuestión deontológica de los límites de la información: ¿es posible, en nombre del legítimo derecho a informar, decirlo todo y, lo que se dice, decirlo magnificándolo y sobre todo sin haberlo chequeado porque el ánimo de ensuciar es más fuerte que la obligación de publicar la verdad?
Tras el descubrimiento del fraude de Timisoara, se la consideró como “el primer triunfo mundial de la sociedad del espectáculo”.
La frenética obsesión por obtener y difundir informaciones no verificadas o directamente falsas se conoce como el síndrome de Timisoara.
Dirigente venezolana destaca apoyo de Santiago Peña “a la causa democrática”
Compartir en redes
“La única forma que tenemos para ejercer nuestro derecho a tener democracia es con el respaldo de la comunidad internacional, que para nosotros es fundamental”, manifestó la dirigente opositora venezolana Delsa Solórzano, exdiputada y presidenta fundadora de Encuentro Ciudadano, en la crisis que lleva casi dos meses desde las controvertidas elecciones presidenciales en Venezuela. La abogada participó en las primarias de la coalición opositora en 2023, que ganó María Corina Machado, luego inhabilitada por el Gobierno de Nicolás Maduro, a lo que se inscribió a Edmundo González Urrutia como candidato.
“Quiero agradecer al presidente Santiago Peña todo el apoyo que le está dando a la causa democrática en Venezuela. Tanto él como el Partido Colorado han tenido un papel fundamental en el sostenimiento de la esperanza en nuestro país”, sostuvo este martes en una entrevista con el programa “Así son las cosas”, emitido por el canal GEN y Universo 970 AM/Nación Media.
La exdiputada manifestó que actualmente se encuentran presos 2.000 venezolanos tras las manifestaciones contra el presunto fraude electoral en las elecciones presidenciales del domingo 28 de julio de 2024, en que el presidente Nicolás Maduro proclamó su reelección sin exhibir las actas de los resultados. Los opositores continúan ratificando el triunfo de Edmundo González Urrutia, quien se refugió en España, el 7 de setiembre pasado.
“La comunidad internacional es tan fundamental en todo esto. Hoy la persecución política se ha incrementado en Venezuela, la mayoría de los líderes opositores estamos en la clandestinidad, con procesos de resguardo personal porque estamos siendo perseguidos. Los presos se encuentran en las mazmorras de la dictadura en terribles condiciones, aislados, sin que sus familias los vean, sus abogados de confianza”, refirió la abogada venezolana de centroderecha.
Solórzano acotó: “Por primera vez en nuestra historia hay unanimidad en la comunidad internacional porque solamente las pocas tiranías que hoy quedan en el mundo son las que respaldan a Maduro. Solos no podemos, a nosotros no se nos puede pedir más porque todo lo hemos dado, entonces no se puede reconocer a Maduro como presidente, comete crímenes de lesas humanidad”.
Añadió que pese a las represiones los venezolanos mantienen el espíritu de lucha firme.“No podemos estar en las calles como queremos lamentablemente porque la represión es brutal. Este sábado tenemos una actividad donde aspiramos que en cada ciudad del mundo y por supuesto de Venezuela haya una manifestación levantando la bandera de la libertad”, dijo la fundadora de Encuentro Ciudadano, el partido político venezolano de centroderecha creado el 13 de diciembre de 2018.
Proyecto de Pablo Lamar participa en foro de San Sebastián
Compartir en redes
El próximo proyecto de largometraje del cineasta paraguayo Pablo Lamar, titulado “Remanso”, participará del Foro de Coproducción Europa-América Latina, del 23 al 25 de setiembre en el marco de las actividades de Industria del Festival de San Sebastián (España), entre 14 obras seleccionadas, de las cuales la mitad son primeras o segundas películas.
Escogidos de entre 269 trabajos inscritos procedentes de ocho países; los representantes de las películas en proceso de desarrollo tendrán la oportunidad de dar a conocer los proyectos a potenciales socios para completar su financiación y mejorar su acceso a mercados internacionales.
Pablo Lamar es recordado por haber estrenado sus cortometrajes en el Festival de Cannes y ganó el Premio especial del Jurado en el Festival de Rotterdam en 2016 con “La última tierra”, su primera película. Las productoras paraguayas Sapukai Cine y Sabaté Films impulsan “Remanso”, que fue presentado en Proyecta 2021 de Ventana Sur, y ya cuenta con empresas aliadas de Uruguay, Brasil y Francia.
Ambientada durante la dictadura de Alfredo Stroessner en Paraguay, el proyecto de Lamar, con guion de Sara Pinheiro, sigue a Carmen, una mujer de una familia perteneciente al partido del régimen, quien descubre que niñas fueron abusadas en una casa vecina, propiedad de un militar de alta patente del gobierno. El terror de una realidad hasta entonces desconocida la acosa.
Entonces Carmen emprende una jornada solitaria, una vez que su entorno insiste en que ella se silencie. Sin embargo, lo visto la afecta de tal manera que no consigue más reconectarse con la calma de su cotidiano – aún en situaciones triviales, ella revive la escena testimoniada. Finalmente, Carmen, resuelve denunciar el crimen y resulta presa, conociendo el otro lado del régimen.
Sapukai Cine ha producido los cortometrajes “Ahendu nde sapukai” (2008) y “Noche adentro” (2010). También el largometraje “La última tierra” (2016) y coproducido con Brasil el mediometraje “Permanências” (2011). Estos trabajos recorrieron numerosos festivales internacionales, donde recibieron varios premios.
La empresa de la conocida productora Gabriela Sabaté, Sabaté Films, es una productora independiente con base en Asunción, fundada en 2009 con el objetivo de contribuir para el desarrollo de la industria cinematográfica del Paraguay. Desarrolla, produce y coproduce contenido de alta calidad artística y con proyección internacional.
Como novedad este año, las directoras o directores que participan en esta edición en el Foro de Coproducción Europa-América Latina o en Ikusmira Berriak podrán optar al Premio Casa Wabi-Escine, otorgado por la Fundación Casa Wabi y Escine. Consiste en una residencia de cinco semanas en uno de los bungalows de Casa Wabi en Puerto Escondido (México), viaje de ida y vuelta y el compromiso de desarrollar un proyecto de intercambio cultural con las comunidades vecinas.
Este galardón se suma al Premio al mejor proyecto, dotado con 10.000 euros; el Premio DALE! (Desarrollo América Latina-Europa): otorgado por la Asociación Europea de Directores de Agencias de Cine (EFAD) y por la Conferencia de Autoridades Audiovisuales y Cinematográficas de Iberoamérica CAACI y dotado con 10.000 euros; y el Premio ArteKino International Award, otorgado por ARTE, consistente en 6.000 euros.
“Remanso” compite con: “Animales del desierto” de Santiago Loza (Argentina), “Crocodila” de Gabriela Amaral Almeida (Brasil), “El espíritu de la ley” de Natalia Meta (Argentina), “La escuela pesada” de Hernán Rosselli (Argentina), “La levedad de ella” de Rosa María Rodríguez Pupo (Cuba), “La mujer extraña” de Martín Boulocq (Bolivia), “Los dos paisajes” de Francisco Lezama (Argentina), “Los erizos” de Victoria Galardi (Argentina), “Malestar tropical” de Jorge Cadena (Colombia), “Mar de leva” de Mariana Saffon Ramírez (Colombia), “Otro jardín” de Mariana Gil Ríos (Colombia), “Rambler” de Fernanda Valadez y Astrid Rondero (México), “Sólo el amor existe” de Natalia López Gallardo (Bolivia).
El programa “Expresso”, transmitido por GEN/Nación Media, Augusto dos Santos recibe a la cineasta paraguaya residente en España Cris Arana. Foto: Emilio Bazán
Cris Arana: “Hay que tener memoria para construir un país”
Compartir en redes
Fotos: Emilio Bazán
En esta edición del programa “Expresso”, transmitido por GEN/Nación Media, Augusto dos Santos recibe a la cineasta paraguaya residente en España Cris Arana, quien estrenó recientemente el cortometraje documental “Emilio Barreto: ángeles y demonios”, que cuenta la vida del actor y perseguido político durante la dictadura. Además de compartir la experiencia del rodaje de esta y otras producciones, Arana hace un llamado a no olvidar el pasado como clave para construir el futuro de nuestro país.
–Te quiero agradecer primero por este importante aporte a la memoria en un país desmemoriado.
–La verdad es que estamos rescatando la memoria de una persona que vivió una etapa muy oscura de Paraguay, 35 años de dictadura tuvimos y 35 años de democracia se cumplen ahora. Me puse a reflexionar sobre esto y hay que tener memoria porque de eso se trata construir un país entero.
–Cuéntanos cómo empezó esto de contar la historia de Emilio Barreto.
–Yo vivo en España desde los 17 años. En plena pandemia, en 2020, vine para acá y entonces en ese momento me puse a buscar historias que contar. Me reuní con mi amiga Tana Schémbori y hablando así de cosas me dice “¿conoces a Soledad Barrett?”. Entonces empiezo a investigar digo “qué pasada de historia”. Entonces, hicimos ese ejercicio de hacerle entrevistas a personas que conocían la historia en concreto de Soledad. Y entonces me dice Tana “te tengo que presentar a Emilio Barreto porque él conoció a Soledad y él es un actor muy conocido”. Llegamos a su casa y él empieza a decir “cuando mataron a Soledad, creo que yo ya estaba en la cárcel”. Entonces fue como el punto de partida.
–Era puro testimonio.
–Sin parar contó todo lo que le habían hecho, el día que lo secuestraron, el día que secuestraron a su mujer. Yo le pregunté “¿por qué estuviste en la cárcel?”. Y él no sabía contestar. Una persona que pensaba diferente y por eso estuvo 13 años de su vida en la cárcel.
RECONEXIÓN CON PARAGUAY
–Antes de sumergirnos en el documental sobre Emilio, ¿puedes hablarnos un poquito de “Y”, tu trabajo anterior?
–Ese trabajo fue muy bonito porque fue inesperado totalmente. Gracias a York volví a conectar con Paraguay. Vine para aquí y York trabajaba en el mundo de la moda. Entonces él me dice “yo quiero hacer un corto contigo”. Yo tenía en la cabeza “yo quiero hacer esto”. En plena pandemia vine y hacía un calor de morirte, pero a las cinco de la tarde cortaban el agua. Y digo ¿pero por qué cortan el agua? Yo estaba obsesionada todo el rato con el tema del agua y venga bidones y venga botellas y venga cualquier cantidad de cacerola. Estábamos en la pandemia, necesitamos lavarnos todo el rato. Yo preguntaba a la gente y entonces me decían “no pasa nada con el agua”. Y luego empecé a entender. Se acostumbraron a vivir de esta manera. Nos acostumbramos a vivir de una forma precaria. No se puede vivir de esta manera.
–¿Cuál fue el siguiente paso?
–El director de fotografía Diego Benítez me dice “vamos a hacerlo ya”. Cuando eso ya habíamos conocido a Emilio y entonces yo estaba visualizando rodarlo en casa de Emilio y qué loco que Diego también me dice lo mismo. Esa conexión entre director y director de fotografía tiene que haber. Si no te lee la otra persona es muy complicado.
–¿Y en ese tiempo Emilio ya sabía que iba a ser centro de una película?
–No. Ya habíamos grabado el testimonio de Emilio, pero yo todavía no había vuelto a España. Veo todo el material que habíamos rodado con Emilio y me acuerdo que me dice mi editor y “¿qué hacemos con esto?”. Qué increíble su historia. Una hora y media un señor sentado contándote todo sobre su vida. Ves los brutos y no te levantas de la pantalla.
DUALIDAD
–Hay una frase emblemática del avance de la película donde habla de ángeles y demonios. ¿Qué ángeles y demonios existen al interior de esa película?
–Pobrecito. Él mismo lo dice: “Dentro mío hay un ángel y también hay un demonio”. O sea, entre el perdón y el no perdonar. Ese hombre tendrá un montón de cosas en la cabeza. Él dice en el documental “perdono a mis torturadores, pero no perdono a la gente que ordenaba hacer esto”.
–¿Qué te dejó esta historia?
–Ha sido un proceso de cuatro años y yo recién ahora me estoy dando cuenta también de la importancia de recuperar y de haber hecho este trabajo. Es importantísimo lo que hemos hecho, pero recién ahora soy conciente de ello.
En un momento dado yo lo veía también veía como guionista, como directora y como productora. Ahora cuando me estoy empezando a dar cuenta de la importancia que tiene todo esto, estamos recuperando la memoria de un señor de un pasado bastante oscuro. Y además, esta es la historia de amor de Emilio. Y 13 años de su vida estuvo en la cárcel sin haber sido juzgado. Entonces, es recuperar la historia de un país. Y creo que deberíamos hacer este ejercicio de reflexión. Bueno, ¿cómo estamos ahora?
–¿Te parece que está bastante ausente en la sociedad la mirada crítica sobre el pasado?
–Claro, es que no se habla del tema. Esto es un puente que se convierte en dos mundos. Es como una oda a la memoria y la historia, pero luego veo gente que dice “ojalá vuelva el general”. Digo entonces “creo que no se sabe mucho sobre esto”. Yo me acuerdo que cuando era pequeña decían “cuando estaba Stroessner se vivía mejor”.
–¿Ya conocías a Emilio como actor? ¿Cómo te impactó como persona?
–Pues no lo conocía. Me lo presentaron y empecé a investigar sobre él y después de haberme contado su historia, veo todo lo que aparece en internet, la información que hay es que él es actor. Había alguno que otro documento por ahí de que efectivamente él había estado en la cárcel, pero no solamente Emilio, un montón de gente desapareció, desapareció el padre de Emilio, el hermano de Emilio.
OLVIDO
–Eran desapariciones familiares.
–Hay un olvido permanente, aquí de esto no se habla. Y creo que es muy importante hablar de esto. En España le mostré a un amigo mío documentalista y me dice “tienes que ver esto, esto y esto. Madre mía, lo que le pasó a este hombre, pero que sepas que en España esto ha ocurrido cantidad de veces”. Empecé a ver documentales uno detrás de otro y luego digo “habrá que hacer este documental”.
La cineasta paraguaya Cris Arana
–Muy impactante también esta experiencia porque Emilio, después de relatar a través de de su actoría a miles de personajes, un día se encuentra con el desafío de relatarse él mismo.
–A esto es lo que iba. Le llamo por teléfono y le digo “oye, Emilio, ¿a ti te gustaría hacer un documental sobre tu vida”. Y me dice “por favor, yo necesito contar esto”. Entonces, fíjate lo que es la magia del cine, ¿no? O sea, si no hubiéramos llegado a conocer a Emilio, si no hubiéramos hecho ese trabajo de investigación sobre otra persona, el testimonio de Emilio se hubiera quedado allí. Y nadie más hubiera hablado de ello, excepto esos familiares, esos hijos, ¿no? Pero tener esto es muy importante, es recuperar la memoria, que es una forma también cultural y educacional. Cuando veas la película te darás cuenta.
–¿Que se trate de un profesional de la comunicación desde su condición de actor dio un plus para el relato de su vida?
–Él es actor, pero no está actuando esto que nos está contando. O sea, él vivió todo eso. A él lo secuestraron, lo torturaron. A su mujer también la secuestraron, perdió lo que podría haber sido su primer hijo. Le pasaron muchas cosas y todavía se sigue acordando. El otro día él me dice “Cris, te tengo que decir una cosa. El otro día me llamó un periodista de Argentina y esto no te lo he contado porque tenía muchísima vergüenza. A mi esposa le enviaban trocitos de mi oreja, pero que sepas que le he contado a este periodista, pero no te lo he contado a ti. Lo siento mucho”. Este hombre pidiéndome perdón porque no me había contado que le habían cortado la oreja. O sea, Emilio, ¡perdóname tú!
–¿Qué es lo que puedes contar de la peli?, ¿cómo está organizada?, ¿la locación?
–Empezamos a rodar en su casa. Fue cuatro años de rodaje entre que yo iba y venía. Y él siempre esperando. Cuando él acepta hacer el documental yo empiezo a hacer un cuestionario, una especie de escaleta. Para mí fue una escuela también, un aprendizaje. Es mi primer cortometraje documental. Y entonces empiezo a hacer ese trabajo de preguntas y llego a su casa. Entonces le digo “para romper un poco todo esto, ¿te importa que vayamos recorriendo lugares por donde habías estado?”. Entonces fuimos al río, fuimos a Emboscada, fuimos al Museo de las Memorias. Allí él iba relatando poco a poco, pero era complicado porque yo tenía tanta presión en el cuerpo.
–Y que no pareciera la búsqueda del dolor por el dolor, sino por la transmisión de la memoria.
–Exacto. De repente te cuento esto. Una anécdota que dice... Bueno, mejor habría que ver la película (risas).
HISTORIA DE AMOR
–Y supongo que el tratamiento de la peli tiene todo un cuidado especial.
–El otro día fue el preestreno. Emilio no lo había visto nunca y me dice “¿entonces ya me puedes enviar la película? Le digo no “Emilio, lo tengo que ver contigo”. El otro día lo vimos y fue muy emocionante. Tuvimos dos proyecciones. En la primera proyección, llegó un momento en que me agarra la mano y no me suelta hasta el final. La segunda proyección se rompe y llora. En la primera proyección estaba mirando los detalles, porque claro, él sabe toda su historia, él se acuerda de todo lo que habíamos grabado, entonces quería ver cómo estaba hecha la película, y efectivamente es que es una historia de amor que desborda emoción, simbolismo. Al terminar de rodar se lo envío a amigos míos que son programadores, que son distribuidores, y me dicen “Cris, es muy complejo este formato, tienes un mediometraje. Acuérdate que en los festivales o son largometrajes o cortometrajes. Ya me costó la primera vez el corte.
–Y cuál era tu disyuntiva, ¿alargarla o acortarla?
–Es que ya no teníamos dinero y no sabíamos qué cortar en la película. Vaya sufrimiento, rodar, editarlo. Ahora estoy feliz porque ya la hemos estrenado, ya se ve la peli, es maravillosa. Emilio lo quiere a su película y el equipo también está orgulloso del trabajo que hemos hecho.
–En gran medida para las diferentes formas de relato histórico en Paraguay, los grandes momentos son las guerras. Después empiezan los momentos oscuros que no salieron a la luz y creo que ese es un aspecto fundamental de tu película.
–Lo que no se cuenta no existe y como esto es un documental estamos contando algo que ha ocurrido, que es real y creo que aquí es donde tenemos que reflexionar al ver la película. Paraguay tiene algo pendiente con todo esto que ocurrió en aquel entonces. Hay víctimas, familiares. Creo que esto es como una grieta abierta y contándolo se sana. Esto es como cuando tú vas al psicólogo porque quieres sanar algo o porque quieres que te ayude en algo.
–Y también en 30 años, aunque ya no estuvieran las víctimas, la memoria es lo que tendría que ayudar para que los errores no se repitan.
–Se supone, pero eso es algo muy fantasioso. Se vuelve a repetir. Mira cómo está el mundo.
Cris Arana
LA REALIDAD COMO INSUMO
–A propósito del mundo, ¿cómo vive una realizadora paraguaya en España?
–Ahora mismo estoy centrada en la escritura, estoy escribiendo la película que quiero rodar aquí en Paraguay. Es ficción inspirada en hechos reales. O sea, cosas que me han ocurrido. A mí me gusta contar historias que en realidad ocurrieron o que han ocurrido o me han inspirado por una fotografía, o una historia que me han contado o una historia que haya visto. Y luego tengo otro proyecto, que es sobre el confinamiento. Esto lo empecé con un periódico en España. Lo que pasa es que nadie quiere hablar del confinamiento todavía. Entonces es un tema complejo. No sobre el covid, sino sobre el encierro.
–Tenés razón, se ha hablado muy poco de ese fenómeno social del confinamiento.
–Exacto, hubo un antes y un después de todo esto que vivimos.
–¿Cómo es el cine en Paraguay hoy?
–Pues creo que se están haciendo cosas muy chulas, ¿no? Bueno, poco a poco. Esto es como todo.
–Es una industria nueva, es un país nuevo.
–Exacto. Paraguay es un país muy joven. Entonces hay mucho por hacer, hay gente con muchísimas ganas. Mira todas las películas que se han hecho. Enfocados en calidad realmente.
Las torturas no doblegaron a Pablo Herken: “Yo vencí al estronismo”
Compartir en redes
Publicado por Hoy.com.py
Fotos: Archivo
El reconocido economista y analista político Pablo Herken, quien falleció el pasado 1 de setiembre a la edad de 70 años, fue una de las tantas víctimas de la nefasta dictadura impuesta por Alfredo Stroessner. En su juventud fue torturado, pero nunca demostró un atisbo de derrota ante quienes lo sometieron a los más bárbaros métodos de castigo.
La muerte de Pablo Alfredo Herken Krauer, por complicaciones de una patología intestinal, tomó de sorpresa a toda la sociedad paraguaya. Fue uno de los profesionales más respetados en el ámbito económico, reconocido por la sociedad por su célebre frase “duele decirlo, pero hay que decirlo”. Además, fue periodista, comunicador social, consultor, docente y analista político.
El país estuvo bajo la dictadura del general Alfredo Stroessner por casi 35 años y en ese periodo Pablo sufrió en carne propia las medidas represivas del régimen autoritario.
Detenido por la dictadura por expresar sus ideas pintando murallas, fue torturado, pero nunca gritó. Así lo recordó en el documental “Los 35 años del stronismo”, emitido el 13 de diciembre de 2011 en la TV Pública Paraguay.
Ficha del detenido entonces por la dictadura estronista, Pablo Alfredo Herkan Krauer
En julio de 1972, cuando aún era menor de edad y estudiante, fue detenido por la Policía porque su hermano había sido fichado anteriormente. “Buscaban a mi hermano, pero no lo encontraban. En mi ficha figuraba que yo había estado en Cuba, Argentina, Uruguay y Chile, y que era un líder de extrema izquierda sumamente peligroso, pero nunca había ido a Cuba y con mis padres había ido de vacaciones a Argentina”, recordó.
Estando en el calabozo incluso se despidió de sus padres, creyendo que nunca más los iba a ver de vuelta. Allí estuvo dos semanas y luego fue soltado.
NUEVA DETENCIÓN
El 31 de enero de 1974, siendo cabo de infantería, fue nuevamente detenido en su vivienda. A bordo de la Caperucita, aquel temido vehículo de color rojo utilizado durante la dictadura estronista para detener y secuestrar personas, Pablo fue llevado a la Comisaría 3.ª Metropolitana. En esa misma sede policial desaparecieron varias personas y otras estuvieron privadas de libertad injustamente durante años sufriendo los peores vejámenes.
Allí estaba junto con otros “enemigos del régimen”, muchos de ellos jóvenes, sus amigos y conocidos. “Al primero que llaman es a mí. Me dicen ‘desvístase’ y quedo en calzoncillos. Al entrar a una habitación me agarra un tremendo pánico porque veo una pileta y cables eléctricos, además de un palo especial para pegar”, rememoró.
Lo peor estaba por llegar. Sus captores lo ataron de pies y manos para manejarlo a su antojo. Le pegaron en la planta de los pies hasta el punto de infligirle un dolor terrible que luego le impidió caminar pisando con toda la planta del pie. “Como no gritaba, me pegaban muchísimo más. Eso me di cuenta luego cuando les tocó a mis compañeros (la sesión de tortura). Teníamos toda deformada la planta del pie”, comentó.
Como si esto no fuera poco, luego le metieron a la tina con agua sucia y excremento. Así lo tuvieron por mucho tiempo. Su pecado: haber pintado murallas.
ANHELOS DE LIBERTAD
“Lo que tiene el terror y la tortura es que una vez que te tocó, ese toque te queda toda la vida.
Todo por pintar paredes, que es lo que hoy se hace hasta por divertirse. Queríamos ser libres, expresar nuestras ideas, queríamos conquistar el mundo y conseguir la paz, que hoy son los ideales. Nosotros nos expresamos y fuimos castigados”, contó durante esa entrevista.
Su familia intentó verlo durante su detención en esa sede policial, pero el régimen nunca lo permitió.
Tras esas sesiones de tortura, vino la orden de que él, junto con otro cabo y un sargento que también estaban en carácter de detenidos en la comisaría, sean entregados a la Policía Militar. Así, los tres fueron enviados al Chaco, donde estuvieron durante dos años como castigo.
Según mencionó Herken, durante aproximadamente siete años no pudo dormir sin tener pesadillas sobre su lugar de tortura. En este mal sueño le venía a la mente una imagen reiterativa: siendo llevado nuevamente por la Policía a la Comisaría 3.ª Metropolitana y él rogando que no lo hagan porque ya había estado allí antes.
ORGULLO
Durante la entrevista expresó que tenía muchas ganas de llorar al rememorar su paso por esa dependencia policial, pero a la vez le reconfortaba poder decir “yo vencí al estronismo, nunca grité y me siento orgulloso de nunca haber gritado”.
Así también, en otra entrevista con “Expresso”, del canal GEN, detalló que su detención del 74 fue por una protesta (casi infantil) que se hizo contra la suba de los precios de los combustibles y alimentos. Como era cabo de infantería, según comentó, fue considerado por el régimen como un peligro al tener, supuestamente, cierta influencia sobre los demás uniformados.
“Me llevaron a la comisaría, pensé que iba a ser una cosa fácil de pasar, pero allí experimenté mi primer y último caso de tortura violenta, desagradable, dolorosa, humillante, que te encierren y te jueguen como si fueras una porquería, era humillante. Para ellos tu vida no valía nada. Cuando me metieron a la habitación lo primero que pensé fue ‘no les voy a dar el gusto de llorar, gritar o decir basta’. Ese fue mi grave error: me hicieron de todo, pero no lloré y eso les puso más fieras. Al final yo me iba, sentí como que a ellos se les iba la mano y me desvanecía. Me despertaba al día siguiente y decía ‘no morí’”, relató sobre ese episodio.
Como cierre de la nota, Herken instó entonces a la ciudadanía a pelear y defender la libertad a muerte, porque sin ella una persona no es humana ni digna.