Pillines para adulterar su ropaje de acuerdo con la estación en el poder. Letraditos para sublimar la memoria comprometedora. Zigzagueantes como el inquieto azogue. Desde el fondo de una antigua casa de alcahuetería levantan las ultrajadas banderas de la ética y la moral. Si fuera historia lejana, juzgaríamos como imprudencia de edades tempranas. O error de una sola vez. Que el derecho a enmendarse forma parte de la condición humana. Pero no, ellos renuevan sus imposturas como impenitente sacrilegio para profanar la verdad. Aquellos, los de entonces, siguen siendo los mismos, parafraseando a Neruda. Por supuesto, con otros nombres y otras caras, pero el hilo conductor se encarga de atar fuertemente el presente con el pasado. Ese hilo es la incoherencia o la coherencia correspondida con el oportunismo, el interés particular o empresarial por imponer la información manufacturada a la realidad de los acontecimientos. Son los descendientes de quienes en 1977 celebraban con algazara el atropello impune a la Constitución Nacional ante la enmienda del artículo 173, dejando habilitada la reelección indefinida del dictador Alfredo Stroessner. Ni un cuestionamiento, ni un tímido “ish”, ni una insinuación de procedimiento autoritario hacia quien ya estaba en el poder desde 1954, es decir, 23 años, y que iba a completar 24 al terminar lo que sería su quinto periodo consecutivo, si contamos el que va del 54 al 58, o sea, los cuatro años restantes para concluir el mandato iniciado por don Federico Chaves.
La fundación del diario Abc Color, cuyo primer número apareció el 7 de agosto de 1967, no es casualidad en cuanto a fecha y a su línea editorial. Días después, exactamente el 10, inaugura su tapa con un titular a toda página: “Convención: vía libre a la reelección presencial”. Aunque ya es hartamente conocido que el periódico nació de la mano y como sostén de Alfredo Stroessner, debemos admitir que la Convención Nacional Constituyente de 1967 era un reclamo de todos los sectores políticos de aquella época, para reemplazar la Constitución de 1940, de corte claramente dictatorial. Se incorporó la figura de la reelección en el artículo 173: “El presidente de la República será elegido en comicios generales directos que se realizarán por lo menos seis meses antes de expirar el período constitucional que estuviere en curso y solo podrá ser reelecto para un período más, consecutivo o alternativo”.
Exactamente diez años después, en 1977, se confirma lo que todos ya sabían: que el dictador nunca pensó en abandonar el poder. Ni él ni su séquito de adulones. El diario de la calle Yegros vuelve a saludar con vítores y fuegos de artificios la conmovedora noticia de que “se hará la Convención Nacional Constituyente” (17 de julio de 1976). Para el 10 de marzo, sin la presencia de ningún opositor en la asamblea, la enmienda ya estaba consumada. Ni por un accidente de tipeo el propietario de Abc Color dejó entrever que el despótico régimen volvió a disfrazarse de ropaje legal. Y lo que sí podemos leer en los recortes de la época (gentilmente proporcionados por mi vecino, don Cecilio) son los contundentes, demoledores y lapidarios titulares: “Stroessner jura hoy por un nuevo periodo presidencial”, “Stroessner inició el periodo 1978/1983″, “Stroessner inició ayer un nuevo periodo como primer mandatario”. Y eso que para entonces ya se encontraba en el exilio el primer secretario general de dicho medio, Roberto Thompson Molinas, con previos apresamientos en 1968 y 1974-1975 (valiosos aportes de don Cecilio). Pero como Acero no tenía intenciones de incomodar al dictador, siguió nomás de largo.
No puede decirse que fueron errores de pubertad, porque el diario ya tenía la edad madura de diez años, ni periodismo de buena fe, porque para esa época el sátrapa ya había ordenado la tortura y asesinato de varios campesinos en Abraham-Cué, la llamada Pascua Dolorosa de abril de 1976. Y, también, cinco meses después, el 21 de setiembre de 1976, eran desaparecidos los hermanos Rodolfo y Benjamín Ramírez Villalba, Carlos José Mancuello y Amílcar María Oviedo. Nunca se hallaron, hasta hoy, sus sepulturas. Pero esas minucias no iban a detener el avance empresarial del “adalid de la libertad”, quien, de ferretero que salía a barrer su vereda (según carta que exhibía don Lázaro Morga en su local de La Riojana), se convirtió en multimillonario empresario, gracias a su silencio cómplice de la dictadura estronista.
Pero el amor hacia el dictador –los une el mismo gen–, por lo visto, era más fuerte. Así que sus descendientes reataron el hilo de la mítica historia con el hijo de uno de los mimados de Stroessner: Mario Abdo Benítez. Su vástago Marito, convertido en presidente de la República por una ironía trágica del infortunio que siempre nos persigue, fue el que volvió a rellenar de silencios las páginas del diario, la radioemisora y la televisión de la cadena liderada hoy por Natalia Zuccolillo. Suponemos que por las mismas razones: ignorar los monstruosos actos de corrupción a cambio de jugosos contratos con el Estado. Son los que ahora se oponen a una enmienda constitucional que deberá ser validada por un referéndum (o sea, la ciudadanía tendrá que votar), para que miles de niños puedan ser beneficiados con el programa “Hambre cero en las escuelas”. Del mismo linaje que aplaudió sonriente cuando Stroessner se atornillaba en el poder per sécula seculorum. En fin. ¡Oh, hipocresía!
Ni por un accidente de tipeo el propietario de Abc Color dejó entrever que el despótico régimen volvió a disfrazarse de ropaje legal.
Pero el amor hacia el dictador –los une el mismo gen–, por lo visto, era más fuerte. Así que sus descendientes reataron el hilo de la mítica historia con el hijo de uno de los mimados de Stroessner: Mario Abdo Benítez.
“Alegre fue siempre lo contrario a lo que pregona”, asegura diputada Abed
Compartir en redes
Para la diputada Rocío Abed, el candidato de la Concertación, Efraín Alegre, es la cara más visible de la hipocresía y la caradurez. Lo considera como alguien que no tiene respeto por nada ni por nadie, que atropella y se autoasigna una especie de posición por encima del bien y del mal, creyéndose juez supremo y denigrando a todo aquel que no piense como él o no lo apoye en sus acciones.
Estas declaraciones surgen a raíz de una investigación de Nación Media a través de la cual se supo que Alegre, hace unos meses, cerró la venta de un inmueble por unos US$ 300 mil. Sobre el punto, hay que resaltar que el oficio del actual presidente del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) es básicamente la política, critica a sus adversarios, pero lleva 40 años colgado de la entidad partidaria, gracias a eso fue ministro de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), hasta que Fernando Lugo lo echó de su gobierno, en una gestión pública minada de denuncias y tiempo en el que se perdieron miles de millones en la cartera estatal y se hablaba de perjuicio de G. 43.000 millones.
“Efraín fue señalado por muchísimos casos de corrupción, no logra siquiera convencer a sus propios correligionarios, contra quienes también utiliza todas las armas posibles cuando se le oponen. Ha sido siempre todo lo contrario de lo que pregona. Uno siempre se pregunta cómo hace este señor para vivir en campaña política, de dónde saca lo que se requiere para estar de esa manera. Es alguien que siempre hace sus críticas en contra de sus adversarios políticos, pero parece que no se mira a sí mismo” refirió la diputada Abed en una entrevista a La Nación.
Abed añadió que ni siquiera como presidente de su partido, Alegre pudo transparentar los gastos de campaña. “Ahora lo señalaron sus propios aliados de cargar urnas y finalmente eso es una muestra más de la manera oscura en la que se maneja”. Creo que el pueblo se da cuenta, por eso tiene tanto rechazo hacia su figura, a veces suelo decir que la oposición es una bolsa de gatos, pero el señor Alegre no logra siquiera un consenso de ese tipo, ni esas alianzas pegadas con saliva, porque evidentemente tiene un efecto repelente en quienes deberían ser sus propios aliados”, puntualizó.
De “agoniza la plata sucia” a “bajen los decibles”, ¡cuánta hipocresía!
Aníbal Saucedo
Compartir en redes
Por Aníbal Saucedo Rodas
Periodista
docente y político
El líder del otrora poderoso movimiento de Reconciliación Colorada, doctor Luis María Argaña, observó las elecciones generales del 9 de mayo de 1993 desde el silencioso amparo de su morada familiar. Y tenía justificadas razones: había sido víctima de un alevoso fraude en las internas de la Asociación Nacional Republicana del 27 de diciembre de 1992. Cuando fracasaron sus terminantes argumentaciones, no impidió, a pesar de la ascendencia indiscutible sobre sus seguidores, que sus referentes nacionales y regionales trabajaran por el partido. Ni pidió el voto en contra de sus espurios candidatos. Y así, el ingeniero Juan Carlos Wasmosy llegó a la Presidencia de la República, y Ángel Roberto Seifart, a la Vicepresidencia. Y Nicanor Duarte Frutos fue ministro de Educación y Culto. La superioridad intelectual e ideológica de Argaña dentro del coloradismo no admitía disputas. Estuvo al frente de un proyecto partidario, sin más recursos que su carisma, sus convicciones y su oratoria doctrinaria, desde el inicio de la transición democrática hasta el final de su existencia, en un cobarde atentado, el 23 de marzo de 1999.
No podemos incluir en este recuento al movimiento Unión Nacional de Colorados Éticos (Unace), de Lino César Oviedo –sindicado como responsable del asesinato del entonces vicepresidente de la República– porque rápidamente el ex general fundó su propio partido político fuera de la ANR. A pesar de las “sesudas meditaciones” de Nicanor Duarte Frutos de que “el cartismo ya no tiene futuro como un proyecto político” (noviembre del 2016, según me informa un colega), el movimiento Honor Colorado es el único que ha logrado sobrevivir fuera de la estructura del poder. Hoy, el cartismo tiene al presidente de la Junta de Gobierno del Partido Colorado y al candidato a la Presidencia de la República.
El movimiento Progresista Colorado, creado por Duarte Frutos para los comicios internos del 2007, se evaporó más rápido que el alcanfor. El propio ex presidente de la República admitía públicamente que, apenas salió del gobierno el 15 de agosto del 2008, hasta su celular había dejado de sonar. Es que su liderazgo era de hojalata. Estaba sujeto a prebendas y regalías. Así fue quedándose solo. Es también el destino irremediable de Mario Abdo Benítez. Fuerza Republicana es un movimiento en acelerada extinción. Porque, igual que el Progresismo, nunca tuvo más proyecciones que las lealtades sujetas a los cargos públicos. Hoy mismo, solo tratan de mantenerlo en escena aquellos que aspiran a continuar masticando los recursos públicos con el pretexto de la unidad partidaria sedimentada sobre la impunidad y la repartija de cargos. La inmoralidad en su más obscena representación.
Nicanor Duarte Frutos, el lunes 19 de diciembre, a primera hora, ya declaró que “hay que sentarse a discutir cómo vamos a administrar el poder”. Mario Abdo Benítez envió a sus peones a ladrar el mismo libreto. Si tuvieran un poco de decencia, de decoro, de pundonor, hubieran aceptado la derrota con hidalguía. Y quedarse callados. Nadie es imprescindible dentro del Partido Colorado para ganar elecciones, solo el pueblo. Mucho menos los escombros y las decadentes figuras que ya no tienen credibilidad ni electorado.
Ahora, resulta que “si Cartes y Peña no bajan los decibles no habrá unidad en el Partido Colorado”. Yo siempre sostuve en mis artículos que el discurso proselitista del oficialismo haría imposible cualquier posibilidad de acercamiento entre los líderes de ambos movimientos. Pero, dejemos que hablen ellos mismos, que para eso están los archivos. El 5 de agosto del 2022 el mandatario había afirmado que “la verdad lastima a quienes van por el camino torcido (…). Yo comparo a Horacio Cartes con Al Capone”. El 19 de ese mismo mes y año, nervioso, arremetió: “Quienes quieren echar al partido no somos nosotros, son los que proponen candidaturas sucias, candidaturas enlodadas, candidaturas que no tienen identidad colorada, de un líder que tiene fuertes cuestionamientos a nivel nacional e internacional (…). Todo su itinerario de vida es un itinerario oscuro, un itinerario sucio, nosotros vamos a ganar estas elecciones de manera contundente”. El 20 de noviembre reaseguró que “yo no me voy a abrazar con Cartes (Horacio), yo me abrazo con mi señora nomás y con nadie más”. Y en vísperas de las elecciones internas, el 14 de diciembre fustigó: “Esa plata sucia, de un hombre sucio que hoy agoniza porque su proyecto está agonizando”. Y ampliando el blanco de sus diatribas se extendió a los hombres más cercanos a Cartes: “Se esconden ahí, en sus muros, adentro del aire acondicionado y le hacen hablar a sus periodistas pagados con plata del crimen organizado”. Personalmente, ya le respondí dos semanas atrás.
Nicanor Duarte Frutos, que tiene la más alta graduación partidaria de “mariscal de la derrota”, aceleró los arrebatos de su ya conocido desequilibrio el 15 de diciembre: “Se tiene que decidir si queremos un Paraguay manejado por un presidente íntegro (Arnoldo Wiens), un presidente que no está vinculado al crimen organizado, con el lavado de dinero, con el contrabando. No necesitamos un presidente tembiguái, que no tiene autonomía, que no es capaz de pararse por sí solo y que siempre responderá a sus patrones”, haciendo alusión a Santiago Peña. El 15 de agosto de este año: “El movimiento Fuerza Republicana no tiene interés en un acercamiento con el movimiento Honor Colorado (…). El abrazo republicano no puede ser para defender intereses mezquinos de grupos privilegiados. No hay ninguna posibilidad”. Sin embargo, ahora que experimentaron una “pavorosa” derrota, se vuelve loco por un “acercamiento” para “defender sus intereses mezquinos”. Pero ni siquiera de grupos, sino de los suyos, personal y familiar.
El 13 de agosto, Duarte Frutos, en pose doctoral, estaba dando cátedra sobre la necesidad de “replantear la conducta política”. Creo que este es el mejor momento para hacerlo. Y que él se ponga como ejemplo. Pero, al parecer, es más fuerte su deseo de seguir realizando nombramientos firmados con lápiz labial. Buen provecho.
“Sin voluntad de unión el abrazo partidario será un acto de hipocresía”
Compartir en redes
Cree que si el partido hace un buen trabajo electoral no hay ninguna concertación que le pueda ganar. “Percibo mucha discrepancia interna en ese frente opositor”.
Por Aníbal Saucedo Rodas
Fotografías de Emilio Bazán
¿Quién es Carlos Romero Pereira? Una sonrisa es su respuesta. Pero, luego, confiesa: “No me gusta definirme, ya debo estar definido por la gente, seguramente”. Para muchos jóvenes es solo un referente histórico del Partido Colorado. Para nosotros, fue un militante de la democracia, fundador del movimiento Ético y Doctrinario dentro de la Asociación Nacional Republicana en la década de los 80, lo que incomodó al gobierno de entonces (Alfredo Stroessner), valiéndole ser objetivo de las represiones del régimen. Rápidamente se convirtió en una de las figuras más sobresalientes en la lucha contra la dictadura. En la era democrática fue senador, ministro de Defensa, integrante de la Convención Nacional Constituyente de 1992 (que redactó la actual Constitución Nacional) y miembro del Tribunal Electoral Partidario de la ANR. Hoy, a sus 84 años, vive retirado de la política activa, aunque no rehúye las largas y apasionadas conversaciones sobre el pasado, presente y futuro de su partido. No podía ser de otra manera. Es hijo de Tomás Romero Pereira, excombatiente de la Guerra del Chaco y presidente provisional de la República en 1954. Y sobrino de dos víctimas de nuestras luchas políticas: Cayo fue asesinado en su consultorio (era médico) de Corrientes y Emilio murió ahogado durante la revolución de Laureles, en 1909.
-La pregunta tiene su justificación ante la preeminencia del relativismo en todos los ámbitos de la vida y, naturalmente, en la política. Se tiene la sensación de casi un menoscabo de parte de los jóvenes a la experiencia de los líderes mayores, una juventud a la que no le interesa, en apariencias, el origen y la esencia de los partidos políticos, ni siquiera la historia política del país, como si viviera exclusivamente la fugacidad del momento. Es por ello que debemos recuperar la sana costumbre de quién dice qué, el fundamento ético de la palabra.
-Creo que una parte de la pregunta lleva implícita la respuesta en un punto específico: la que se refiere a la juventud. La juventud es la que define roles, la que define posiciones políticas o su contracara, la falta absoluta de interés por la política. Eso no ocurre solamente en Paraguay, sino en el mundo entero. La juventud asumió una actitud de menosprecio, por llamarlo de alguna manera, hacia los políticos y la política. Y privilegia lo inmediato, le interesa hoy, ni siquiera mañana. Un inmediatismo que debe ser parte, seguramente, de esta nueva generación. La juventud mía fue completamente distinta. En muy poco tiempo Paraguay entró en una onda global, en la cual ha de ser muy difícil, supongo, para los militantes de la arena política, que no es mi caso, convencer a esa juventud a asumir una determinada posición política.
-¿Prioriza otras urgencias?
-Yo creo que la juventud se volvió como es la sociedad: una sociedad muy consumista, muy inmediatista. Entonces, lo que la gente quiere es resolver sus problemas, tener un buen pasar, y después veremos lo que venga. Es mi visión de esta cuestión. Puedo estar equivocado, naturalmente.
-Siempre tengo a mano unas afirmaciones del entonces cardenal Jorge Bergoglio en su crítica a la discontinuidad histórica que experimentamos en América Latina, una ruptura con el pasado. Y sin la memoria, esa potencia integradora de la historia, también se desarticulan los vínculos comunitarios. Fenómeno que es fácilmente detectable en nuestra sociedad, ese desinterés, como dijo, de conocer lo que fuimos para definir lo que somos y lo que nos gustaría ser, manoteando un poco una frase muy conocida de Paulo Freire.
-Yo tengo la misma visión del hoy papa Francisco en cuanto a la pérdida del interés por la memoria. Es muy difícil que los pueblos construyan el presente, y ni qué decir el futuro, si no conocen el pasado. Esa es una conversación constante con los miembros de mi familia, con los jóvenes en general. Y no hay una respuesta precisa para eso. Sobre todo, si tenés al alcance de la mano una tecla de la computadora que te proporciona toda la información del presente. Yo también, a veces, pienso lo mismo. Nos volvemos perezosos, por ejemplo, en cuanto a manejar diccionarios. Hoy en Google encuentro todo. Eso nos domestica y nos vuelve muy pasivos. Esta es una civilización de la pasividad. La gente ya no quiere leer diario ni ver televisión. Prefiere las redes, los medios telemáticos. Y nos alejamos de los valores que fueron nuestros valores. En mi caso particular, desde muy joven escuchábamos lo que significa el arraigo a la tierra, el amor a nuestra historia, los hechos heroicos que nos hicieron una nación, desde su creación hasta el genocidio espantoso de la Guerra del 70. Del más grande genocidio de América ya nadie se acuerda. Eso me da pena. Me da pena por el país como país. Me da pena por los protagonistas a quienes no les interesa nuestra historia. Por eso, muchas veces nos vemos condenados a repetir los errores del pasado.
-¿Hay una necesidad de repensar la política de parte de los políticos o, tal vez, peor, deberíamos sentarnos a pensar la política?
-La política debe ser pensada todos los días. Porque la política no es sino el reflejo de la vida, de la sangre vital de una sociedad. No es una actividad despreciable, no es algo denigrante. Al contrario, es algo que eleva. Debería ser, como querían los griegos, el manejo correcto de las cuestiones del Estado. De las antiguas culturas podemos extraer lecciones tan actuales. Así como de otras culturas actuales, porque vemos comunidades o pueblos que llevan una vida tranquila, sin grandes complicaciones con la tecnología, ni las agobiantes urgencias por lo más nuevo. Debemos abrirnos a otras culturas preservando nuestra identidad. El mundo es un conglomerado de sociedades de las cuales podemos aprender. Hoy creo que el ser humano perdió la cordura. Quizás la recupere alguna vez. El ataque a Ucrania de parte de Rusia es para mí una demostración clara de la pérdida de rumbo. Esos modelos, entre la agresión y la dignidad, son los que deberíamos estudiar antes que perder tanto tiempo en tonterías. Sobre todo, en nuestra política criolla, referidos a hechos irrelevantes, como esa cuestión del juicio político (a la Fiscala General) y cosas por el estilo, con la sola intención de sacar a alguien del camino. Que es una forma innoble de resolver los problemas, por cierto.
-La apertura democrática debió ser la puerta abierta para una alternancia política constante y sistemática. Sin embargo, en siete elecciones, bueno, en seis, porque el general Rodríguez (Andrés) venía con la aureola de haber derrocado al dictador…
-Venía con la inercia del poder (risas).
-¡Exacto! Pero, de seis elecciones, el Partido Colorado perdió una sola. ¿Cuál es la clave, cómo mantiene y atrae a su electorado? Muchos argumentan que es por el modelo clientelar y prebendario (cada vez más en decadencia); otros aseguran que el factor determinante es la pasión por los símbolos, que es el componente emotivo el que hace la diferencia.
-Para bien o para mal, la emoción es un factor muy importante. Quizás hasta sea determinante. Y quizás también sea determinante algún estilo de política que no se agota en la mera discusión, como la que estamos presenciando en la Cámara de Diputados, por ejemplo. Somos un partido muy emocional, y no es de ahora, viene de siempre. Porque la historia nuestra es una historia trágica y el Partido Colorado no puede escindirse de esa historia. Al contrario, está imbricada a ella. Nace nuestro partido, decían Caballero (Bernardino) y los fundadores, con la Patria Vieja, vinculados por tradiciones honrosas. Esas son frases que nos ponen piel de gallina. Yo no pierdo la esperanza, veo gente joven, gente conocida, que no está militando tal vez en ningún partido político, pero que está interesada en los hechos de la historia y, fundamentalmente, en la historia como la gran educadora de la humanidad, como decía aquel maestro de la Revolución Francesa.
-Ya es reiterativa la posición de los referentes del Gobierno, del oficialismo, de que no habrá el “abrazo republicano”, salvo con los que ellos consideren “buenos colorados”. La historia del partido es una historia de facciones, es por eso que Natalicio González solía repetir que no importa la discordia entre treinta o cuarenta dirigentes, allá en la cúpula, si el pueblo está unido. ¿Podría el ganador del 18 de diciembre unir al pueblo colorado?
-Más de una vez ya conversamos sobre la unidad partidaria, que es una meta sumamente difícil de alcanzar. Primero, los interlocutores deben estar a la altura de las circunstancias. ¿Cuáles fueron las circunstancias que rodearon al 27 de octubre de 1955? ¿De dónde venían los protagonistas? Del exilio doloroso. Después de la guerra civil del 47 fueron siete años de desencuentros partidarios continuos. No sé cómo el partido no se destruyó. Yo siempre digo que el Partido Colorado no es un determinado edificio, una determinada bandera, el partido es cada colorado. Por eso no se destruye, porque vive en cada uno de nosotros. Esa unidad, la del 55, se dio sin hablar de abrazos o cosas por el estilo. Ese abrazo estaba implícito en el acto de reencuentro de tantas voces que se habían odiado, que habían combatido entre sí durante tantos años. Aquellos célebres discursos merecen ser reeditados porque son absolutamente actuales. Y ahí se demostró que la unidad no se plasma con un abrazo. La unidad se plasma con algo mucho más profundo que tiene que venir del corazón, de nuestros sentimientos, del deseo de que todos juntos trabajemos por un mismo proyecto político. En la unidad del 55 nadie pidió cargos. Tampoco había mucho que ofrecer, entre paréntesis. Y de los pocos cargos que había, nadie pidió nada. Esa es una demostración de una alta moral política de todos aquellos protagonistas que hicieron posible el reencuentro partidario. Los abrazos suenan a hipocresía. Yo no creo que contribuya a nada. Lo importante es esa voluntad de unión, partiendo de una premisa esencial: reconocer quién ganó. Si no hubo incidentes graves, hay que reconocer al ganador, es de nobles hacerlo.
-¿Debo entender que estás planteando un abrazo al partido y no entre personas?
-Ese abrazo es un gesto mínimo, sin mucha importancia. Primero debemos entender que ese ente llamado Partido Colorado es un ente que trasciende el tiempo y trasciende a las personas, nos trasciende a nosotros. ¿Por qué yo soy colorado? Esa es la pregunta a responder. Los miles de jóvenes, que son la inmensa mayoría dentro de nuestro padrón, deberían escuchar estas cosas, recoger lo que les interesa y desechar el resto. Lo fundamental es conseguir la paz política, porque es la paz de los espíritus. Sin eso no hay unidad posible.
-Yo valoro y admiro a los que tienen origen y tradición colorada, algo que yo no poseo…
-El peso de la historia…
-Sí, pero también hubo personas como Roberto L. Petit, quien se afilió al partido invitado por Juan León Mallorquín y Víctor Morínigo, convencido por Natalicio González, dos ilustres colorados que no tuvieron una raíz colorada.
-Yo no condeno que alguien quiera lograr una determinada posición política a partir de un sistema eleccionario democrático. Es enteramente válida y no es cuestionable. Y otros lo hacen por tradición, la herencia familiar. Somos un partido grande, el que rescata la memoria de López (Francisco Solano), el de la Patria Grande, y eso para mí es memorable. Y aquellos héroes se inmolaron, como lo hicieron los espartanos en los desfiladeros de las Termópilas.
-Frente a esta concertación de partidos, que están aliados con la sola intención de derrotar a los colorados, sin una convergencia ideológica, sin un eje programático común, sin una visión compartida del Estado y la sociedad, ¿cuáles son las chances reales de la ANR?
-Yo creo que si el partido hace un buen trabajo electoral no hay ninguna concertación que le pueda ganar. Percibo mucha discrepancia interna en ese frente opositor. Y va a tener más problemas aún. Discrepancias ideológicas muy fuertes. El partido tiene muchas chances de ganar el próximo 30 de abril. Lo que tenemos que hacer es mirarnos a nosotros mismos y no pensar en el que está enfrente. Nosotros tenemos que estar convencidos de que vamos a ganar y trabajar sobre eso.
-¿Es tiempo de un congreso doctrinario, como establece el estatuto del partido?
-Más que un congreso doctrinario, hace falta una discusión permanente dentro del partido. Tenemos un instituto (Instituto de Acción Republicana-Inare), donde yo estoy. Lamentablemente es una asamblea de gerontos, muy viejos todos. Hace falta sangre joven. (El Inare preside otro histórico del partido, Atilio R. Fernández).
-Los “gerontos-boys” decía el recordado Carlos Ocampos Arbo.
-Tenemos que incorporar a los jóvenes en el Inare. Aunque, al parecer, a los jóvenes ya no les interesa lo que dicen los viejos. Con una computadora es suficiente. O asumimos esa realidad o la revertimos. Esa es una gran responsabilidad de la dirigencia política de todos los partidos.
El repudio de los jóvenes a los discursos agraviantes
Sobre las ferias de empleo que ofrece la Junta de Gobierno de la ANR, dijo que responden a una necesidad social tremenda y es algo muy positivo.
-Esa pretensión, casi desesperada, por desplazar de carrera al adversario antes de llegar a las urnas; ese discurso abiertamente hostil, con pretensiones de descalificación fatal, ¿Cómo va a impactar en el futuro del Partido Colorado?
-Y todas las palabras duras, las palabras denigrantes, las palabras derogatorias, hacen daño. No sé si hacen mella, que es muy distinto, pero hacen daño, y provocan una reacción igual a esa acción, un principio universal de la física. En la emotividad humana rige exactamente el mismo comportamiento. De ahí surge la tentación de contestar con la misma agresividad, aunque no siempre. A veces hay líderes que manejan la situación de otra manera y tratan de no agredir o hacerlo en la menor forma posible. Sin embargo, hoy percibo un desprecio hacia esos lenguajes muy agresivos, no le gusta a la gente joven escuchar esas palabras agraviantes, les gusta escuchar algo más que eso. Si yo soy una persona joven y quiero trabajar, quiero progresar, más que los discursos me atraerán esas ferias de empleo que realiza la Junta de Gobierno del Partido Colorado. A simple vista, parece un hecho menor. Sin embargo, está respondiendo a una necesidad social tremenda y es algo muy positivo, es ejemplar. Esas son las respuestas políticas de un partido que no envejece.
-¿Cuál es la expectativa que tiene de las elecciones internas del Partido Colorado del próximo 18 de diciembre?
-La respuesta que puedo darte es coherente con la información pública, la que exponen las encuestas. Y sobre esto no hace falta extenderse mucho. Los resultados están cantados a favor tanto del señor Peña (Santiago) y del señor Cartes (Horacio).
En ambos casos hay una diferencia muy grande. Existe un principio general, eso lo aprendí en el Tribunal Electoral Partidario durante catorce elecciones, sin una sola protesta, repito, cuando mayor sea la diferencia entre la lista A y la lista B, la posibilidad de la impugnación y de enrarecer el clima que sigue a la elección es prácticamente nula. Nula porque se destruye a sí misma. Las evidencias de una victoria aplastante pesan y pesan mucho. Porque así funciona la democracia.
El abogado Ariel Martínez, ex ministro del Interior, criticó la conducta adoptada por algunos políticos, quienes en el marco de las próximas elecciones buscan sacar réditos ante la ciudadanía utilizando el asesinato del fiscal Marcelo Pecci.
El ex secretario de Estado lamentó que los congresistas mantengan una postura hipócrita, vergonzosa, acompañada de un bajo nivel de preparación ante un hecho de esta magnitud.
“Se cruzó una línea, se atentó contra la vida de un fiscal que lideraba el equipo de fiscales en el país de la lucha contra el crimen organizado, de un fiscal que tenía más de 20 años en la institución y que era un protagonista de todo el crecimiento de la Fiscalía, era muy importante”, subrayó.
“Pecci era dedicado a su trabajo al cien por ciento, honesto, valiente, capaz y esa línea que se cruzó es grave, peligrosa para lo que se viene y requiere de análisis y decisiones por parte de la clase política sensata y que lastimosamente no es lo que estamos viendo en estos primeros días”, alertó.
Recordó también que el Ministerio Público viene siendo constantemente “vapuleado” por la clase política, no solo ante los constantes recortes en el presupuesto que impiden las realizaciones de los trabajos de investigación de manera eficiente, sino los ataques personales que sufren de manera diaria los fiscales y funcionarios de la mencionada institución.
“Es grave lo que está pasando, estamos hablando del Ministerio Público, una institución demasiado importante en el país y que lastimosamente viene siendo vapuleada en todo sentido, con ataques que reciben sus funcionarios hasta la fiscal general, con los pocos recursos que se les da”, concluyó.