- Por Felipe Goroso S.
La política es un camino que más temprano que tarde nos conduce a todos a la realidad; de la que luego se hacen, según los intereses de cada grupo, las más diversas interpretaciones. La política es el terreno donde cada uno administramos como podemos una de nuestras frustraciones: no estamos solos y el entorno que compartimos con los otros nos condiciona y nos limita. Los medios de comunicación tenemos la costumbre de criticar con sanguinaria fiereza a los políticos, lo hacemos cada uno desde la posición editorial, ideología, interés empresarial, coyuntura o de diversos otros elementos. La crítica en sí misma podrá ser válida o tener una doble vara, pero lo que sí le falta es racionalidad y un poco menos de populismo. Los políticos paraguayos son un producto de nuestra sociedad, no aparecieron por esporulación, osmosis ni generación espontánea. De igual manera, no tenemos medios ni periodistas daneses, o líderes de oenegés o gremios empresariales finlandeses. Y es apenas una muy obvia descripción de la realidad.
Lo mismo pasa con la tan mentada ciudadanía. Un concepto últimamente llevado al extremo, bastardeado y que se usa cuando quienes plantean cuestionamientos no se animan a hacerlo a nombre propio. La realidad es que la gente está en otra, la agenda de los antiguos grupos de medios no coincide con el día a día de la gente. Por eso tienen cada vez menos influencia, antes ponían y sacaban ministros con tres tapas seguidas, hoy las mismas se volvieron casi medallas. Y es por eso también que no permean en la voluntad popular, candidatos que apoyan, candidatos que pierden. Candidatos a los que se oponen, candidatos que triunfan. Se puede llamar la atención sobre un tema, pero no se logra movilizar porque no es del interés real del ciudadano. Además, para profundizar en la democracia se requiere un trabajo de representación que se introduzca en una lógica política.
Ante este escenario, algunos proponen que se debe replantear el estilo de comunicación política. Se pretende crear una cercanía ficticia, más digna de campañas publicitarias, pero muy alejadas de la comunicación. La verdadera comunicación entre representantes y representados se ejerce de otra forma, sin excluir lo digital, pero sin asignarle atributos milagrosos ni mucho menos exclusivos. Hay que diferenciar la necesaria transparencia del exhibicionismo al que nos quieren llevar algunos, es imperioso no transmitir desesperación o mendicidad. En Paraguay, y en la gran mayoría del mundo libre, aún no se ha inventado algo que reemplace a un buen apretón de manos, una sonrisa y a un efusivo abrazo. Optimizar la gestión, reconfigurar el sentido estratégico de las agendas con dirección y coherencia, son puntos que pueden parecer no tener que ver con la comunicación; sin embargo, están demasiado vinculados. Y son solo dos, por citar ejemplos.
La salida no es una cercanía forzada que pudiera transmitir oportunismo. Cuando los políticos y algunos pseudoasesores pretenden inventar esta cercanía, lo que hacen están poniendo en riesgo su imagen, credibilidad e independencia para pasar a ser meros ejecutores de los deseos muchas veces cambiantes, caóticos y mal definidos de los grupos corporativos dominantes. Lo que en realidad necesitamos son políticos que realmente escuchen a todos, a las voces más estridentes y a los murmullos más profundos. Que atiendan las urgencias del momento, pero no descuiden mirar un poco más allá, anticipar al futuro. Salir de ese agobiante día a día que se vuelve un espiral del cual es muy difícil salir. Hay graves problemas políticos que no van ni pueden resolverse en la algarabía de las presiones inmediatas, ni permitiendo que sean otros quienes marquen las agendas.
Lo que en realidad necesitamos son políticos que realmente escuchen a todos, a las voces más estridentes y a los murmullos más profundos.
La realidad es que la gente está en otra, la agenda de los antiguos grupos de medios no coincide con el día a día de la gente. Por eso tienen cada vez menos influencia, antes ponían y sacaban ministros con tres tapas seguidas, hoy las mismas se volvieron casi medallas.