- Por Josías Enciso Romero
Conforme relata el Antiguo Testamento, Onán fue el segundo hijo de Judá. Cuando muere Er, el primogénito de la familia, su padre le obliga a cumplir con su “deber de cuñado” uniéndose a la viuda, Tamar, de manera a “levantar descendencia para tu hermano”. Pero Onán, sabiendo que esa descendencia no sería suya, “cada vez que se allegaba a la mujer, derramaba semen en el suelo” (Génesis 38:9). Por extensión, el derivado de su nombre sirvió para definir la autosatisfacción sexual. Digo por extensión y uso porque originalmente su significado es otro. Y que persiste hasta hoy como un método anticonceptivo natural.
Lo que antecede es un pausado soliloquio de mi vecino don Cecilio en nuestro mañanero punto de encuentro: el tejido de alambre que separa nuestros terrenos. Tratando constantemente de disimular el bastón sobre el que se apoya su mano derecha. “Secuelas de la chikungunya”, justifica para, luego, dar rienda suelta a su corrosiva lengua cáustica: “Ya es perturbador –arremete– el onanismo mediático de aquellos espacios de comunicación y sus periodistas que prefieren tirar su mucha o escasa materia gris fuera del tarro, con tal de no procrear la verdad, una verdad que podría ser favorable a sus enemigos políticos, porque de eso se trata, tenemos que terminar con los eufemismos y las hipocresías”.
Y cuando supuse que la conversación (en realidad, era un monólogo) iba a ingresar a su parte más sustanciosa, me hace lo de siempre: se retira abruptamente, mientras murmura: “Se autocomplacen de sus bochornosos actos, se obsesionan por crear un mundo ficticio, con la pretensión de que todos habitemos en el mismo lugar y con idéntico pensamiento. Quieren convencernos de una realidad que no refleja la realidad. Todos los días con la misma cantaleta, tratando de burlarse de la ciudadanía, como si todos fuéramos unos borregos descerebrados, incapaces de pensar por nosotros mismos. ¿Cómo era la frase que Maradona dedicó a un periodista?”. Y sin esperar respuestas se marchó lentamente.
En el horizonte de la patria, según las cadenas de medios anticartistas (las cosas por su nombre), todo es nubarrón, tormenta eléctrica y vientos huracanados. Marcan eventuales terremotos y posibilidades de tsunami. Pronostican un alud de proporciones apocalípticas que arrollará al movimiento Honor Colorado y sus miembros serán despedazados.
Sus partes ya no podrán unirse nunca más. Y todo, supuestamente, porque a la ministra-secretaria general y jefa del Gabinete Civil de la Presidencia de la República, Lea Giménez, se le ampliaron sus atribuciones, decreto mediante. Ahora es la chica superpoderosa del Gobierno. Además, ¿cuándo se ha visto que una mujer en nuestro país tenga poder real? Es inadmisible. Atenta contra la naturaleza. Si fuera una fémina de la oposición, vaya y pase. El presidente Santiago Peña está haciendo todo mal. ¿La verdadera fuente que alimenta estos rumores? Los despechados y destetados del Estado. Valga la rima.
Las publicaciones sobre el descuartizamiento, algo así plantean, del cartismo nacen de surtidores mal intencionados (una obviedad) –sazonadas con inquina, tirria, ojerizas y todos los sinónimos posibles– y son replicadas por hombres y mujeres que ejercen el periodismo como pintores de brocha gorda. Y para disfrazar el origen de la especie –expresión de don Cecilio– aluden a que las informaciones provienen del riñón, del corazón, de las tripas, del caracú y del hígado de dicho movimiento interno de la Asociación Nacional Republicana. A las pruebas me remito, dijo el novel abogado. Una conocida comentarista de la política autóctona escribía el 27 de marzo de 2019: “Desde las entrañas de Honor Colorado me aseguran que Cartes (Horacio) se retira de la política. ¿Las señales? El movimiento no activa, hay desbande. No accionará contra la Convención y lo más importante: la visita de José Ortiz al Palacio. ¿Será?”. Lamentablemente para esa gente y la felicidad del resto, no fue así. Al contrario, sus candidatos se llevaron la titularidad de la Junta de Gobierno del Partido Colorado, las internas de esta asociación política y, finalmente, la Presidencia de la República. ¡¿No querés ver si no estaba en desbande?!
El onanismo, a pesar de lo que predicaban los curas de antaño durante los cursillos de primera comunicación y confirmación, no te deja ciego. Lo que sí enceguece es el fanatismo, que carcome el cerebro. Y hace pintar un mundo de fantasías, donde la autocomplacencia es el ídolo que se venera todos los días. Pero la gente que vive en un mundo real sigue su propio camino y no la hoja de ruta trazada por los profetas de la desgracia ajena. Y eso, evidentemente, aumenta la bronca de los elegidos de los dioses, incrementando, también, la dosis de pis fuera del recipiente.
El presidente Santiago Peña está haciendo todo mal. ¿La verdadera fuente que alimenta estos rumores? Los despechados y destetados del Estado. Valga la rima.
Además, ¿cuándo se ha visto que una mujer en nuestro país tenga poder real? Es inadmisible. Atenta contra la naturaleza. Si fuera una fémina de la oposición, vaya y pase.