• Por Juan Carlos dos Santos

La sorprendente afir­mación del secretario general del Hezbolá, Hassan Nasralla, acusando al grupo terrorista pales­tino Hamás de actuar por su propia cuenta el pasado 7 de octubre debe considerarse sin dudas que entre terroristas se han dado las espaldas.

Esto incluye también a Irán, el Estado patrocinador de estos grupos, con soporte financiero y cooperativo en todas las áreas que puedan vincularse al terror.

No es exageración, pues exis­ten videos que confirman que los combatientes de élite del grupo terrorista que controla (o controlaban) la Franja de Gaza fueron entrenados para esa operación por los iraníes. Sin embargo, hay detalles importantes a tener en cuenta a la hora de analizar cómo se desarrollan los hechos en las últimas semanas.

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“Es una operación pura­mente palestina”, afirmó Hassan Nasralla, líder del Hezbolá desde algún búnker oculto en el Líbano. Para el líder terrorista, la acción denominada “Tormenta de Al Aqsa” fue ideada y ejecu­tada solamente por fuerzas palestinas y que “ni su grupo ni Irán tuvieron participa­ción”, despegándose extra­ñamente del suceso.

Fuentes muy cercanas a la operación militar “Espadas de Hierro” afirman “off the récord”, por supuesto, que Israel rápidamente advirtió al proxy iraní que se mantenga al margen de este enfrenta­miento, algo muy razona­ble teniendo en cuenta que la mayor concentración de fuerzas militares hebreas están apuntando al norte, en la frontera con el Líbano, expectantes de una reacción de Hezbolá, una fuerza sin dudas más poderosa, mejor equipada y entrenada que Hamás, pero que no podrían hacer frente a Israel y menos con el apoyo militar de Esta­dos Unidos, que ha movili­zado a la zona a una fuerza aeronaval nunca antes vista desde la Segunda Guerra Mundial.

Los propios legisladores liba­neses pidieron a Hezbolá no involucrarse en la cuestión entre Israel y Gaza, por el temor que genera una hipoté­tica reacción militar del país vecino en un momento difí­cil económica y socialmente para el Líbano.

De igual manera, y con la usual retórica antiisraelí, Nasralla celebró el asesi­nato colectivo de 1.400 per­sonas cometida de manera bestial y sádica por Hamás y sus seguidores, el 7 de octu­bre pasado, en las localida­des agrícolas e industriales del sur de Israel y en la fiesta electrónica “Nova”.

LO QUE SIGUE

La Franja de Gaza es un territorio algo rectangular, teniendo en dos de sus lados fronteras con Israel, otra con Egipto y el resto con el mar Mediterráneo. Hasta donde se sabe, hoy ese territorio está cortado, separado en dos partes, una al norte y otra al sur, atravesada por el Ejército de Israel que ha comenzando su acción sobre la zona norte, por tierra, aire y mar, luego de avisar con bastante antelación que comenzarían los ataques y se daría la posterior inva­sión, con la intención de ir directamente hacia el cora­zón de Hamás, quien sienta sus posiciones en esa zona.

En mi opinión, esa zona norte será pulverizada por completo, para que no que­den estructuras que podrían permitir el renacimiento de Hamás como es conocido hoy. Esto no podrá ser evitado ni por el Hezbolá ni por Irán, e incluso ni por la comuni­dad internacional, que pide un “alto el fuego” unilateral, sin hacer mención a los rehe­nes en poder de los terroris­tas ni a los ataques con cohe­tes que de manera continua sigue realizando Hamás hacia poblaciones del terri­torio israelí.

El aumento del número de muertes de civiles no se va a poder evitar, mucho menos si Hamás no les da espacio para que se desplacen hacia el sur. Se ha denunciado que incluso el grupo terrorista ha atacado los corredores humanitarios creados para que quienes se encuentren atrapados en la zona norte puedan moverse hacia el sur, hasta donde lle­gan a cuentagotas los camio­nes con ayuda humanitaria ingresando a Gaza por el paso de Rafah, en la frontera con Egipto.

Hamás no ha permitido la salida de todos los civiles de la zona norte e Israel se va a tomar su tiempo para pulve­rizar todo vestigio del grupo terrorista palestino. “Será historia, un mal recuerdo”, afirman por el grupo terro­rista palestino.

La fábrica de rumores dice que Hamás no respetó la coordinación de un supuesto ataque conjunto, que debía incluir a Hezbolá y a los hutíes desde Yermen, y ya quiso llevar adelante este mismo plan en la pasada pascua judía, a comienzo de abril, pero fue detenido por Irán, sin muchas expli­caciones.

Otros afirman que los terro­ristas tenían entre ceja y ceja a la fiesta electrónica “Nova”, llevada a cabo en el desierto y a solo 6 km de la frontera con Gaza y que eso pudo ser el detonante para elegir al sábado 7 de octubre como el día.

Tal como ISIS, Hamás tam­poco va a desaparecer por completo, pero dejará de ser una amenaza organi­zacional para Israel y será una liberación para los más de dos millones de gazatíes, tal como sucedió con los territorios de Irak y Siria, que en un momento estuvieron bajo control absoluto de los radicales islámicos sunitas, cuyas prácticas de terror fueron emuladas y hasta supera­das por Hamás el pasado 7 de octubre.

“Es una operación puramente palestina”, afirmó Hassan Nasralla, líder del Hezbolá desde algún búnker oculto en el Líbano.

Hamás no ha permitido la salida de todos los civiles de la zona norte e Israel se va a tomar su tiempo para pulverizar todo vestigio del grupo terrorista palestino.

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