• Por Josías Enciso Romero

Ni los periodistas argentinos que comentan (de los más vistos y leídos), ni los politólogos que diseñan escenarios posibles, ni los analistas de diferen­tes extracciones que creen predecir el futuro con abso­luta certeza, ni sociólogos que evalúan comportamien­tos electorales de las masas, ni los filósofos de cafetín, de los que tanto abundan en Buenos Aires. Ninguno acertó. Ya ni hablemos de las empresas encuestado­ras que hace rato andan errando el blanco por ele­vados porcentajes. Sin embargo, en algo coincidió prácticamente la mayoría de ellos: que habría balotaje. La duda radicaba en si sería Sergio Massa, de Unión por la Patria, o Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio, quien acompañaría en esta segunda vuelta al virtual ganador, casi “indiscutido”, Javier Milei, del ultradere­chista La Libertad Avanza. Pero ocurrió lo inesperado. De esos fenómenos que tum­ban todas las teorías que se fundan en la razón y los cánones de la ciencia. Ese domingo (22 de octubre) a la noche ya estaban ensa­yando algunas explicacio­nes sobre lo que para todos ellos (los nombrados más arriba) fue una verdadera sorpresa y justificando sus propios errores. Todas las hipótesis se derrumbaron sin ningún aviso.

La política, ya deberíamos aprender, no sigue las reglas de la lógica o el pensamiento lineal. Por eso adquieren enorme relevancia las decla­raciones previas a los comi­cios generales realizados en Argentina de alguien que lee los diarios antes de que sean impresos, al revés de los que opinan con un ejemplar bajo el brazo. El expresidente de la República Oriental del Uruguay José Mujica eva­lúa la dirección del viento con olfato de viejo dirigente, ya casi encorvado por el peso de la edad (88 años); sin embargo, mantiene la lucidez restallante. Envidiable. Le pasó el trapo de repasar a los más brillantes escru­tadores de la realidad polí­tica del vecino país, aunque no siempre sea muy buen vecino. Especialmente los gobernantes y los porteños. El Pepe les escupió sobre al asado antes de que pusieran la carne en la parrilla. Sus expresiones ya se publica­ron en este mismo diario y tuvieron alguna difusión en las redes sociales. Decía, más o menos, que “Argentina es un país indescifrable, que tiene su propia economía, diferente a la del resto del mundo. Solo así se explica que el ministro de Econo­mía (Sergio Massa), con una inflación como la que tiene la Argentina, pueda estar disputando la Presidencia de la República”. Y ya más textualmente: “¿Saben por qué? Porque tiene el respaldo de una cosa que no está con­forme con él, pero le van a votar, que se llama pero­nismo. Porque ese animal existe, es una mitología que tiene el pueblo argentino. Entonces, eso rompe todos los esquemas”. De ahí que todos los análisis quedaron desairados.

Aquellos que menciona­mos en primeras líneas no tomaron en cuenta un hecho elemental, pero, al mismo tiempo, fundamental: el pronunciado ausentismo en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), en las que ganó Milei el 13 de agosto pasado. Así, pues, en territorios clave del peronismo, donde tuvo un resultado desalentador, ya el domingo dio un giro radi­cal y recuperó terreno en grandes proporciones. De ahí que con más del 98 % de las mesas escrutadas, Sergio Massa alcanzaba el 36,68 % frente a Javier Milei con un 29,99 %. Para los expertos en aventurar resultados esta diferencia de casi 7 % es enorme. Sin embargo, no pierden la esperanza (los antiperonistas) de que, así como inesperadamente ganó Milei en las PASO, y ahora también inespera­damente triunfó Massa, el próximo 19 de noviembre haya otra gran sorpresa.

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Aquí quedó demostrado que la política no es para improvi­sados ni, mucho menos, para mesiánicos improvisados. Cuando Massa fue derrotado en las PASO (salió tercero), no perdió la compostura ni el discurso. El domingo Milei, el verborrágico Milei, estaba desdibujado. Leyó un discurso desabrido. Atrope­lló algunas palabras y hasta se atragantó con otras. Lejos de aquel enardecido “león” que vino a poner fin a las cas­tas (políticos, sindicalistas, empresarios y periodistas). Por esta vez quedó eviden­ciado que el verdadero león era el peronismo. Estaba dormido, pero ya volvió a exhibir sus garras. Veremos si es suficiente para ganar la segunda vuelta. Habrá que convencer a gacelas (si las hay), hipnotizar serpien­tes y adoptar marsupiales (nuestro famoso mykurẽ, comadreja) que devoran alacranes.

Si alguien administró la sabiduría popular con la vir­tud de los maestros fue don José Hernández (amigo del Paraguay durante la Gue­rra Grande) en su célebre y universal Martín Fierro. En el libro segundo puede leerse entre los consejos del ladino Vizcacha: “El primer cuidao del hombre es defen­der el pellejo. Llevate de mi consejo. Fijate bien en lo que hablo: El diablo sabe por diablo. Pero más sabe por viejo”. Solo puedo pensar en don Pepe Mujica. ¡Salud!

La duda radicaba en si sería Sergio Massa, de Unión por la Patria, o Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio, quien acompañaría en esta segunda vuelta al virtual ganador, casi “indiscutido”, Javier Milei, del ultraderechista La Libertad Avanza. Pero ocurrió lo inesperado.


Sergio Massa alcanzaba el 36,68 % frente a Javier Milei con un 29,99 %. Para los expertos en aventurar resultados esta diferencia de casi 7 % es enorme. Sin embargo, no pierden la esperanza (los antiperonistas) de que, así como inesperadamente ganó Milei en las PASO, y ahora también inesperadamente triunfó Massa, el próximo 19 de noviembre haya otra gran sorpresa.

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