Cualquiera que conozca algo de la historia del Partido Colorado sabe de la relevancia que tuvieron en la misma los pynandi en la revolución de 1947. En el universo de la ANR, los pynandi son caracterizados por valores como la valentía y lealtad. La foto de referencia en la que se lo ve a quien está en sus últimas horas como presidente de la República es una afrenta a la historia misma.
Las escandalosas denuncias en los cientos de casos de corrupción, la inoperancia a la hora de gestionar, la lentitud para tomar decisiones, la traición a su partido desde el día uno de haber asumido, la persecución a sus correligionarios y adversarios políticos internos habiendo pulverizado todas las instituciones e instancias posibles, estas son algunas y solo algunas de las características que construyeron la marca país del desmadre que fue la administración que se está yendo.
En estos cinco años hemos sufrido un retroceso gravísimo, del cual probablemente solo lleguemos a tener consciencia luego de que el gobierno entrante sepa a ciencia cierta y con lujo de detalles lo que se va a encontrar en cada institución. El daño que se les hizo a las mismas, desde el despilfarro, contrataciones digitadas, licitaciones amañadas, el entreguismo solamente comparable con los cipayos que llegaron desde Buenos Aires como parte de las columnas de ataque contra nuestros propios compatriotas para luchar contra el Paraguay en la Guerra de la Triple Alianza. Todo en el absoluto oscurantismo formará parte de lo que se escribirá en los libros de historia de aquí a unos años más, sobre el que sin duda fue el peor gobierno de la transición.
Este es apenas parte del panorama con el que se va a encontrar el gobierno de Santiago Peña y Pedro Alliana. Los desafíos son múltiples y en todos los niveles de cada ámbito del Estado, más específicamente en las áreas del Ejecutivo e incluso en el manejo del Legislativo y las relaciones entre ambos. Los retos son enormes y el presidente electo lo sabe, por eso tanto él como el vicepresidente hablan de “cero margen de error”. Y también es por eso que se ha tomado el tiempo para tomar decisiones en lo que hace a los perfiles y designaciones de quienes lo acompañarán en el gabinete de ministros y como cabezas de las diversas instituciones, secretarías y las binacionales.
El intento de apropiación de una imagen como la de los pynandi (los más humildes) cargada de tanto simbolismo para los colorados de parte de Mario Abdo Benítez sirve para graficar a carta cabal lo que es capaz de hacer alguien que a boca llena se enorgullece de decirle al pueblo: “Tengo para comer milanesas por el resto de mi vida”. Habrase visto tamaña hipocresía.
En estos cinco años hemos sufrido un retroceso gravísimo, del cual probablemente solo lleguemos a tener consciencia luego de que el gobierno entrante sepa a ciencia cierta y con lujo de detalles lo que se va a encontrar en cada institución.
Todo en el absoluto oscurantismo formará parte de lo que se escribirá en los libros de historia de aquí a unos años más sobre el que sin duda fue el peor gobierno de la transición.