• Por Josías Enciso Romero.

Alguna vez las infamias, calumnias e injurias deberían pagar tributo ante la Justicia. En política, decía hace poco un expresidente de la República, los agravios prescriben a los tres meses. ¡Qué fácil! Denigrar al adversario sin poner límites a los calificativos más ultrajantes para, luego, desde el polvo de la derrota, con la mirada clavada al cielo y un silbido distraído, hacerse de los desentendidos. Aquí no ha pasado nada. Lo mismo ocurre en el periodismo cuando la mayoría de los que ejercen esta profesión utilizan la libertad de prensa como fuero para la difamación impune.

Otros, desde la cobija del poder, creyéndose omnipotentes y eternos en sus cargos, degradaron las instituciones a su servicio particular con el objetivo de pulverizar a sus oponentes, sin medir la licitud de los medios ni las formalidades de un gobierno medianamente serio. Y fueron, precisamente, las empresas mediáticas –que hace rato perdieron la brújula de la ética profesional– de Natalia Zuccolillo y Antonio J. Vierci las que se convirtieron en bocinas amplificadoras de cualquier mamotreto oficial que apuntara a la cabeza del líder del movimiento Honor Colorado, Horacio Cartes. No hubo un solo día, uno solo, en que no se ensañaran con los dirigentes y candidatos de esta fracción interna del coloradismo. Hasta daba náusea la sistemática repetición del mismo bulo, la misma farsa y la misma cansadora fórmula de machacar sobre el monotemático argumento de que esta “semana habrá novedades desde el Norte”, con una desesperación que evidenciaba el fracaso de sus estrategias locales. Carecieron de fronteras en su desembozada carrera contra el tiempo para frenar a sus enemigos políticos. Pero fueron derrotados con la más contundente victoria de la Asociación Nacional Republicana en todo el periodo democrático.

Quienes todos los días reclaman que en nuestro país la Justicia no funciona, ahora salieron a rascarse hacia adentro, pues, al parecer, la incurable sarna es interior, porque un ciudadano paraguayo decidió realizar una denuncia en “contra de todos los responsables de la persecución política de la cual fue víctima”, argumentando puntualmente todas las infracciones perpetradas para perjudicarlo, incluso, empresarialmente. Así lo expresó claramente el abogado Pedro Ovelar, representante legal del actual presidente de la Junta de Gobierno de la Asociación Nacional Republicana, Horacio Cartes, en su presentación ante la Fiscalía General del Estado. Periodistas de medio pelo, algunos que se creen con pelo en pecho, otros todavía masticando impotencias, quisieron menospreciar la denuncia. No creo, sinceramente, que tomar a la ligera este asunto sea el camino más racional y prudente. Habría que suponer que detrás de este equipo jurídico hay otro de investigadores que sacudirá alfombras y revolverá documentos para escudriñar cada escrito y todas las declaraciones de sus promotores, así como las manipuladas repercusiones desde los medios cómplices de Mario Abdo Benítez. Todo servirá para armar un caso consistente. Eso no implica cercenar la libertad de expresión o censurar a los medios. Porque ese derecho fundamental que es inherente a cualquier ciudadano, no solo a los periodistas, tiene una ineludible contraparte: la responsabilidad. Una responsabilidad que no se puede evadir.

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Por el tiempo que tardaron en realizar la denuncia, es de presumir que está serenamente meditada y fundada. Que encontraron argumentos jurídicos de suficiente peso probatorio para sostener sus reclamos de “persecución política”. Y, empresarial, añadiría. No será, definitivamente, una batalla legal corta. Pero, alguna vez, alguien tendría que empezarla. El editorial del domingo de nuestro diario fue claro y firme: la búsqueda de la justicia nada tiene que ver con el revanchismo, como ya insinuó una periodista del diario de la calle Benjamín Constant. Tampoco es, como aseguran algunos en modo de sorna, una presentación descabellada y sin sentido. Al contrario. Al existir razones jurídicas, la Fiscalía General del Estado no puede ignorar dicha denuncia. Y es bueno repetirlo: habrá pruebas suficientes para que pueda “divertirse” la muchachada por un buen tiempo. Se viene un fuerte viento sur que despeinará a más de uno.

El editorial del domingo de nuestro diario fue claro y firme: la búsqueda de la justicia nada tiene que ver con el revanchismo, como ya insinuó una periodista del diario de la calle Benjamín Constant.

Periodistas de medio pelo, algunos que se creen con pelo en pecho, otros todavía masticando impotencias, quisieron menospreciar la denuncia.

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