- Por Felipe Goroso S.
Pocas áreas han sido tan descuidadas por los distintos gobiernos como la imagen. Y el génesis del problema son las conceptualizaciones más básicas. Se parte de la concepción errónea de que la imagen política pasa apenas por el color de los zapatos o de la corbata (en el caso que se la use). Es un poco más que eso. Mucho más, si se quiere ser completamente honestos.
Uno de los primeros elementos a tener en cuenta para ser capaz de desarrollar una imagen política debe ir encaminado a manejar el contexto de las opiniones, emociones y preocupaciones del pueblo al que dirige o aspira a dirigir. A partir de ahí, se deberían (usualmente no sucede en Paraguay) generar estímulos, relatos y acciones comunicativas (basadas en la fuerza de los hechos) que provoquen una aceptación positiva por parte de la opinión pública. Pero positiva, basta ya de hablar de aquello que “la mala publicidad no existe”, esa desfasada idea de “que hablen, mal o bien, pero que hablen”. Eso sí, el planteamiento debe ser buscando lograr la más absoluta adhesión, no desde la imposición y mucho menos desde la confusión o la improvisación que fue lo que vimos en los últimos cinco años con Mario Abdo Benítez.
Podría resultar una obviedad, pero el episodio anterior a esta instancia debe ser la ineludible tarea de seleccionar a las individualidades y hacer que las mismas se vuelvan un equipo. Es en este eslabón que en nuestro país se suele caer en un lugar común: lo que me gusta llamar sobrinity manager. Yo luego tengo un sobrino que tiene un celular caro que saca buenas fotos y también le tengo a la hija de mi peluquera que ganó el concurso de poesía en su escuela le podemos traer a ella que nos redacte los discursos. Ser publicista o incluso “creativo”, no te hace estratega político. Me produce profunda jaqueca tener que seguir escribiendo sobre esto en pleno 2023, pero les prometo que sigue sucediendo.
Y así como mencionamos lo negativo es de estricta justicia mencionar el ejemplo positivo. El equipo liderado por Rodney Acevedo, Augusto dos Santos y otros profesionales en la campaña de la dupla Peña – Alliana que salió victoriosa en las últimas elecciones ha hecho un trabajo profesional digno de resaltar. Probablemente se sea injusto al no mencionar a todos, pero por citar a uno de sus integrantes hay que subrayar a René González, quien probablemente sea el mejor fotógrafo de política del país. Él y los demás componentes que trabajaron en áreas como Prensa, Redes Sociales y Publicidad han entendido que la imagen política es mucho más integral y precisaba ser llevada al nivel que siempre debió tener en Paraguay.
Se debe tener en claro que la trascendencia de un político está en que todo lo que haga pueda ser comprendido por su pueblo. Siempre. Si debe ser explicado o peor, aclarado, entonces conviene más desechar la idea. Las elecciones no las gana quien tiene el mejor programa electoral, ni quien mejor defiende a los ciudadanos, ni siquiera quien mejores datos económicos presenta, sino quien es capaz de colocar la pregunta que los ciudadanos tienen que responder en las urnas. Es ahí que el “Vamos a estar mejor”, alcanzó la consistencia y veracidad necesarias.
Se puede afirmar entonces, sin la menor duda que la construcción y cuidado de la imagen política ha sido uno de los motivos del resonante triunfo obtenido por la chapa de la ANR. El desafío que se viene ahora es potenciar desde la muy delicada tarea de la Comunicación Gubernamental. Ajustar y optimizar. La opinión pública está más pegada al corto plazo, que es donde transcurre la vida, suponiendo dar rienda suelta a la empatía, la valentía y la nobleza. Ahí se insertan la cooperación y el suficiente talento para relatar a los ciudadanos que la esperanza, para cada uno de ellos, jamás terminará. Y para eso el capitán debe contar en su equipo con los mejores, los más experimentados, uno que vaya diagramando el futuro y probablemente otro equipo que vaya resolviendo el presente.