- Por Josías Enciso Romero
Efraín Alegre confesó orondo días atrás que desciende del inventor del batiburrillo, con marca registrada en Misiones, el vasco Sebastián Sasiain Zubillaga. A pesar de su declaración con señalado tinte proselitista, es decir, para ganar votos, nadie puede dudar de que es heredero nato de su ancestro. Pero muy mal alumno. Poco aplicado. Desaplicado, más bien. Llevó la receta de su pariente al intrincado campo de la política y, en vez de hígado, corazón, riñón y lengua, preparó un mejunje con energía eléctrica, examen de ingreso a las universidades, almuerzo y merienda escolar, mortadela, chorizos y picadillo. El candidato presidencial por la Concertación Nacional opositora y presidente del Partido Liberal Radical Auténtico, ante el reclamo ciudadano de que presente propuestas, recurrió al famoso pilotaje, reatando el hilo de la historia de cinco años atrás, con la promesa de bajar, por decreto, el precio de la energía eléctrica hasta un 90%. Aseguró que ese será el primer documento oficial en refrendar con su firma. Inmediatamente, ingenieros, expertos y gente que tiene dos dedos de frente le dieron con cable de alta tensión, quedando más chamuscado que pollo al espiedo, cuyo asador estaba distraído en otros menesteres. Irresponsable y populista fueron los epítetos más suaves. Le argumentaron con fundamentaciones técnicas y lógicas, que le dejaron mohíno, contrito y constipado. No le quedó más remedio al que es considerado “candidato de profesión”, que un estruendoso silencio. Y desde el cobijo de las penumbras pergeñó otra idea para tratar de hacer olvidar su gran fiasco anterior. Entonces, gatilló a los jóvenes y a la universidad.
Alegremente, en su acepción de irreflexivo, anunció que las facultades que dependen de las universidades públicas deben abrir sus puertas sin necesidad del examen de admisión. Así, nomás. A lo Luque. Con las disculpas de los hermanos de la “república” vecina. Alguien le habrá subrayado lo bárbaro de su propuesta y eliminó su tuit. Por supuesto, en este segundo despropósito sin escala tomaron la posta de la fulminación crepitante renombrados académicos, intelectuales y seres racionales para enrostrarle la inviabilidad del proyecto. Los más refinados le reclamaron que la universidad debe tratar de acercarse al mérito, al esfuerzo y a la excelencia y distanciarse como alma que lleva el diablo de los populismos. Un aporte de nuestra parte: lo que tendría que haber planteado es mejorar y ampliar los mecanismos de financiación para los estudiantes que provienen de hogares vulnerables. Como, es notorio a simple vista, no se hace asesorar o tiene muy malos asesores en temas tan trascendentes para el presente y futuro de nuestro país.
Y como en Efraín no hay dos sin tres (ya perdió en el 2013 y el 2018), arremetió con el atrevimiento de los audaces, con una incontaminada ignorancia, sobre el almuerzo y la merienda escolar que se distribuyen a los alumnos de las instituciones públicas. Hay que eliminarla, tronó, para distribuir esos recursos a cada familia, especialmente “a las madres para que contribuyan a su empoderamiento”. No le interesó al que quiere ser presidente de la República que ya existe un programa denominado “Transferencia Monetaria Condicionada”, rebautizada Tekoporã, que tiene la misión de proteger y promover a las familias en situación de extrema pobreza. Ni que el Programa de Alimentación Escolar está en pleno funcionamiento en todos los países de la región. Y es una de las respuestas más acertadas para aumentar el rendimiento académico y disminuir el desgranamiento escolar (repitencia y deserción). Ni se tomó el tiempo en averiguarlo. Como en sus dos innovadoras incursiones anteriores, recibió la rechifla ciudadana desde los cuatro costados. Menos de aquellas –salvo que se me haya pasado por alto– organizaciones no gubernamentales (ONG) ligadas al sector que no perdonan el vuelo de una mosca cuando se introducen ciertas “novedades” sobre la educación. Nada de nadita. Esta vez hicieron mutis por el foro. ¿Será porque la reina madre de las ONG, Soledad Núñez, es candidata a la Vicepresidencia de la República?
El primer impacto que golpeó a Efraín y a esta nueva y “alegre” propuesta provino de una indignada Sofía Scheid, doctora en Educación. Le puso en el pizarrón en términos entendibles los valores científicos, didácticos y pedagógicos del almuerzo y la merienda escolar. Le explicó sobre su pertinencia, importancia e incidencia en el desarrollo intelectual de los niños y niñas. Y en términos políticos, el derechazo de la diputada Kattya González merece un recuadro con marco dorado. Ni yo lo pude haber dicho mejor (con la mayor de las modestias): “No se puede estar trasladando la ineficiencia ni argumentando como centro de instalación de las políticas públicas en el Paraguay (…) eso es trasladar a las familias la inoperancia del Estado en el cambio y la desactivación de la corrupción”. Ante el aluvión de rechazo, Alegre envió al frente a uno de los integrantes de su “equipo estratégico”, Manuel Caballero, eterno escudero de Dionisio Borda, ex ministro de Hacienda en dos periodos presidenciales diferentes. Por la opinión que tiene Borda de la Concertación queda más que obvio que su antiguo colaborador migró de las reivindicaciones socialistas al populismo de derecha. Digo.
Dos hechos puntuales para ir cerrando este plato de “alegre” batiburrillo que fue aplazado por una inmensa mayoría de comensales: lo primero, que ninguna ONG se pronunció ni sobre el ingreso sin examen de admisión a las universidades ni sobre la supresión del almuerzo y merienda en las escuelas. Y lo otro, estos planteamientos de Efraín se suponen que forman parte de su eje programático. Para ponerlo en práctica cuando llegue a ser gobierno, si gana el próximo 30 de abril. En pocas palabras, el aspirante de la Concertación le está diciendo a la ciudadanía y al mundo que prefiere transferir esos recursos a las familias porque él no está capacitado para enfrentar a la corrupción. Mejor luego que confiese bien nomás. Menos mal que va por la tercera.
Aseguró que ese será el primer documento oficial en refrendar con su firma. Inmediatamente, ingenieros, expertos y gente que tiene dos dedos de frente le dieron con cable de alta tensión, quedando más chamuscado que pollo al espiedo, cuyo asador estaba distraído en otros menesteres.
Como es notorio a simple vista, no se hace asesorar o tiene muy malos asesores en temas tan trascendentes para el presente y futuro de nuestro país.