- Por Felipe Goroso
Los partidos políticos se encuentran en una profunda crisis de credibilidad e imagen en todo el mundo y nuestro país no es la excepción. Pero esta crisis no es más que una consecuencia de una serie de escenarios que se plantean con tanta asiduidad y organicidad que terminan medrando en el concepto y aspiraciones que en su momento motivaron a quienes fueron sus fundadores. Hace 135 años, los fundadores de la Asociación Nacional Republicana pensaron en una herramienta de unidad entre los paraguayos, que lleve a los espacios públicos y políticos a ciudadanos capacitados, con un profundo espíritu de servicio, altísima vocación de servicio social, honestidad y entrega para con sus mandantes que son sus afiliados y todos los paraguayos.
La crisis de los partidos tiene al menos dos componentes: uno es sin duda el de los sectores de poder que buscan de alguna manera, y recorriendo distintas vías, reemplazar a los partidos en el espacio que les asigna la democracia. La misma estrategia se ve en todo el mundo y se replica en nuestro país con toques que se amoldan a nosotros. Es por eso, y es oportuno que lo digamos sin tapujos, que vemos cómo sectores económicos (aliados con grupos de medios y sus periodistas), disfrazados de “opinión pública” o “sociedad civil”, permanentemente y de manera sistémica y con una organicidad y disciplina envidiables, buscan presentar a los partidos y a los políticos sola y exclusivamente exponiendo sus defectos y falencias. Desplazar a los partidos y políticos del escenario, pero sin asumir ninguna responsabilidad concreta, sino que de manera ciertamente etérea.
Y acá viene el otro componente; lastimosamente, y quienes están en la política y aquellos que nos dedicamos a la asesoría de Estrategia y Comunicación, debemos ser completamente autocríticos, muchas veces se les da suficientes motivos para que quienes buscan exponer cada error y ocupar el espacio de los partidos. Partidos y políticos con agendas cada vez más alejadas de la agenda de temas que el electorado considera atractivos, que logran generar una conversación de ida y vuelta (y no solo aburridos monólogos) planteando aquellos temas que movilizan al electorado. La mesa está servida para que se genere la rabiosa crítica a lo que más queremos: la política.
Se precisan recuperar aquellos valores que motivaron a Bernardino Caballero, José Segundo Decoud, Ignacio A. Pane, Blas Garay, a jóvenes brillantes como “Ricardito” Brugada o Telémaco Silvera a tomar las banderas del coloradismo y que sean ellas las que marquen el rumbo en esta nueva etapa del Partido Colorado que será liderada por Horacio Cartes desde el día de hoy cuando sea proclamado. El Paraguay precisa de un Partido Colorado con la firmeza para mantener sus tradiciones y con la suficiente visión que lleve al Paraguay al futuro que todos soñamos y merecemos. Ambas son características muy vinculadas al perfil de liderazgo del nuevo presidente de los republicanos.
Las tradiciones de defensa a la vida, a la familia tradicional paraguaya, con la obsesión puesta en los que menos tienen que son justamente los que más necesitan de partidos políticos que brinden servicios y que no sean simples maquinarias que se ponen en funcionamiento en cada momento electoral. La tradición de defensa a las inversiones, a la propiedad privada, a un Estado presente y activo en sus prioritarias áreas de Seguridad, Educación y Salud, un atento observador de que se respeten las reglas en lo privado, sin llegar al punto de la intervención. Que respete y cuide a sus adultos mayores que sepan escucharlos y que no se canse de de aprender de ellos.
La suficiente visión para llevar al Paraguay al futuro que todos soñamos y merecemos. Con familias paraguayas con empleos dignos en una economía creciente y pujante, con jóvenes activos y participativos en la construcción de una sociedad que cada vez necesita más de esa frescura, de esa inocencia con un toque de rebeldía que tanto se busca a la hora de pensar y elaborar políticas públicas que hagan que nuestra juventud no se plantee emigrar para buscar una mejor calidad de vida. También es responsabilidad de los partidos otorgarles a los jóvenes las oportunidades para acceder a ese mejoramiento de su día a día. La Asociación Nacional Republicana unida es invencible.
Eso lo saben sus adversarios y ese es su mayor temor: a la unidad. Para ellos es un escándalo que los colorados logren abrazarse luego de las que, sin duda, y se volvió a ver en esta ocasión, fueron las internas más competitivas del Paraguay. El desafío prioritario de la nueva Junta de Gobierno es solidificar esa unidad rumbo a las próximas elecciones, buscar esa unidad de manera casi obsesiva desde que amanece hasta que se oculta el sol.
Dejar hasta la última gota de sudor para que el Partido Colorado siga en el poder, usando ese poder para llevar a cada familia paraguaya a sus mejores días. A ese futuro que tanto nos merecemos. Más allá de gustos personales o de rebuscados análisis disfrazados de la más hipócrita neutralidad, el Partido Colorado ha mostrado que es el que mejor dirime sus diferencias para focalizarse en sus coincidencias transmitiendo un concepto del que ahora ni los propios colorados están incorporando a sus ejes discursivos, la capacidad de generar la tranquilidad para el electorado que brindan tanto su vocación de poder como la tan ansiada gobernabilidad que trae aparejada una mejora en la economía del país y colateralmente en los bolsillos de los paraguayos.
Hoy es la proclamación de las autoridades partidarias de la ANR y de sus candidatos a cargos nacionales para las elecciones generales de abril de este año. Tendrán el honor de servir a sus correligionarios y a todos los ciudadanos paraguayos con pasión, patriotismo y lealtad. Tienen materia prima para hacerlo.
Para ellos es un escándalo que los colorados logren abrazarse luego de las que, sin duda, y se volvió a ver en esta ocasión, fueron las internas más competitivas del Paraguay.
El desafío prioritario de la nueva Junta de Gobierno es solidificar esa unidad rumbo a las próximas elecciones, buscar esa unidad de manera casi obsesiva desde que amanece hasta que se oculte el sol.