Desde el día que asumió el presidente de la República se encargó de desmontar hasta los más mínimos controles que teníamos en los puertos para que sea cada vez más fácil convertir al Paraguay en lo que hoy lastimosamente se convirtió: la plataforma más importante de distribución de cocaína proveniente de los poderosos carteles de Brasil y Colombia. El esquema de desmontar controles tuvo como brazo operativo a Arnaldo Giuzzio, todos recordamos cómo terminó y sobre todo los motivos. Si no hubiese sido por las publicaciones de este grupo de medios que mostraron el nivel de confianza y complicidad que tenía con uno de los narcotraficantes más importantes del Brasil, hoy Giuzzio hubiese sido el candidato preferido del Ejecutivo para ser fiscal general del Estado. Ese era el plan original.

Una nueva incautación de un total de 653 kilos de cocaína (valuado en US$ 25 millones) en el puerto de Montevideo (Uruguay), que iban dentro de un contenedor que llevaba carne nacional y que tenía como destino principal a Europa, específicamente Rusia, con una parada en el estratégico puerto de Amberes, ubicado en Bélgica. Informes presentados por el senador Enrique Riera señalan que, del total de droga traficada, solamente se incauta el 10%, y calcula que por Paraguay se movieron cerca de 480 toneladas de la droga, las cuales tienen un valor en el mercado de casi US$ 2.500 millones. Nadie se conmovió. La pseudooposición, las oenegés, los medios alineados.

Por el corredor paraguayo creado por Abdo Benítez y su narcogobierno pasaron 47 toneladas de cocaína, es lo que se sabe, el otro 90% probablemente ya esté en las calles del Viejo Mundo. Los daños comerciales que se generan a los diversos rubros que hasta ahora han sido contaminados son multimillonarios y a nadie parece importarle los peligros de que los productos paraguayos lleven el sello de la sospecha de estar vinculado al narcotráfico en todo el mundo.

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La responsabilidad del presidente Abdo es por acción y omisión, ya que por él mismo pasaron diversas decisiones que conducían a este estado de situación y en algunas otras sencillamente decidió hacerse el ñembotavy para facilitar. El Presidente nunca tuvo al menos la delicadeza de explicar estas decisiones y ni qué decir las conexiones que tiene con el submundo directamente o a través de terceros, en este punto es oportuno recordar que desde que estaba en campaña se ha visto salpicado y en diversas ocasiones incluso con fotografías con narcos de mayor o menor peso. Algunos son sus candidatos hasta hoy, otros están presos y otros prófugos.

Ser un presidente que se regodea hablando de transparencia, solo a la hora de hablar de las cosas que le gustan, hacer campaña y autobombo, ir a los medios donde le harán cómodas publinotas le genera muy poca confianza y eso es lo que hace que de cada diez paraguayos, cerca de 8 le pongan nota negativa a él y a su gobierno.

Por el corredor paraguayo creado por Abdo Benítez y su narcogobierno pasaron 47 toneladas de cocaína, es lo que se sabe, el otro 90% probablemente ya esté en las calles del Viejo Mundo.

Por Paraguay se movieron cerca de 480 toneladas de droga, las cuales tienen un valor en el mercado de casi US$ 2.500 millones. Nadie se conmovió. La pseudooposición, las oenegés, los medios alineados.

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