• Por Josías Enciso Romero.

Inútiles. Improvisados. Ineptos. Miserables. Incapaces de reaccionar ante el dolor del semejante. Usaron y usan las instituciones del Estado para el enriquecimiento ilícito, la lujuria y el nepotismo. Cada ministerio, secretaría y binacional se convirtió en una agencia de empleos. En una guarida de saqueadores. La idoneidad es la que menos importa. En ese paquete se incluyen operadores partidarios, parientes políticos y de sangre, amigos, amigas y sus respectivos descendientes, cuñadas, cuñados, hijos de peluqueras de la esposa, reinas de belleza y “modelos”. Ha resurgido Babilonia. Torcieron el rumbo que debería tener cualquier gobierno. Desde el primer día. En vez de dedicarse a satisfacer las necesidades más básicas de los ciudadanos, lo usaron como tarima para vomitar sus resentimientos sociales, su amargura que nace de la inveterada maldad, la impotencia de aspirar lo que la mediocridad les limita, la frustración por no doblegar a sus adversarios (enemigos para ellos), a pesar de monopolizar el aparato estatal y el delirio que se origina en la codicia, la envidia y la angurria.

Hoy más que nunca prostituyeron las reparticiones públicas, premiando a los leales y persiguiendo a quienes decidieron, con coraje, por otras opciones políticas dentro de la Asociación Nacional Republicana. En tanto los adherentes y simpatizantes del Partido Democrático Progresista (PDP), de la dama consorte del poder, la senadora Desirée Masi, siguen revolcándose, desde cargos relevantes, en alegre concubinato con Mario Abdo Benítez y su gente. Lo peor de lo peor es que, por negligencia, incompetencia o intereses electorales, una cadena de autoridades superiores ignoraron las informaciones proporcionadas por la señora Ana Dina Coronel, quien fuera coordinadora de Establecimientos Penitenciarios de Mujeres, sobre el supuesto paradero del ex vicepresidente de la República Óscar Denis, secuestrado por el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP).

La primera reacción, aparte de los directamente involucrados, de los organismos de seguridad (Ministerio del Interior y de la Fuerza de Tarea Conjunta) fue negar que hayan recibido la información. La primera respuesta que la ciudadanía espera es que van a investigar. No limpiarse las manos. A la miserabilidad de este gobierno, especializado en filtrar datos, ahora se agregan quienes usurpan el nombre del periodismo –igualmente miserables y rastreros, sin códigos ni ética, obsecuentes y funcionales al poder, no importa quién esté al frente– exponiendo públicamente a la presunta informante, que solo era identificada como Mujer Privada de Libertad (MPL). La involucrada se apresuró a desmentir que ella sea la que proporcionó el paradero de los secuestrados Óscar Denis y Félix Urbieta. Lo que Abdo Benítez y su círculo inmediato no pueden ocultar es que cada vez están más desesperados y ahogados en su propia ineptitud.

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Marito ha improvisado en todos los frentes. No se salvó una sola institución de los nombramientos arbitrarios de personas que no estaban capacitadas para ejercer el cargo. Improvisado y mediocre, él mismo, juntó bueyes que tiraban el arado hacia cualquier lado. Los únicos surcos que van quedando son las huellas del voraz latrocinio. Tratamos de ser consecuentes con nuestra línea. El 3 de marzo de este año, en el mismo espacio de “Contexto”, sosteníamos que el nombramiento de Édgar Olmedo como ministro de Justicia significaba convertir esa secretaría de Estado en almacén, con carnicería anexada. Su nombramiento fue a pedido de su compueblano de Coronel Oviedo, Nicanor Duarte Frutos, director de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY). También ya lo dijimos. Su intención era fortalecer la figura del candidato a gobernador por el oficialista movimiento Fuerza Republicana, Marcelo Soto. El ex presidente de la República sueña con armar un combo que le permita seguir reteniendo un pedazo de poder en el futuro. Olmedo es aspirante a la diputación y el ministro de Desarrollo Social, Mario Varela (casualmente, también de la zona), mira hacia el curul senatorial.

Desde el Ministerio de Justicia, Olmedo empezó a repartir lo que mejor le representa: zoquetes. En medio de tan intenso trajín, cómo iba a tener tiempo de tomar en serio las informaciones que le proporcionaba Ana Dina Coronel sobre el tema ya explicado. Nadie tomó en serio nada. Ni el que fungía de viceministro de Política Criminal, Daniel Benítez, actualmente sucesor de Olmedo (quien fue nombrado representante del Ejecutivo ante el Consejo de la Magistratura). De que es un gobierno en joda, no cabe duda alguna. Olmedo no podía ser ni capataz de estancia. Porque, parafraseando al doctor Eligio Ayala, para ser capataz de estancia se necesita de ciertas habilidades. Por eso se desentendió de las denuncias. Igual lo hizo quien ahora está sentado en su reemplazo. Y si elevó el informe a sus superiores y no hubo respuestas, es igualmente responsable por complicidad. Una complicidad que podría explicarse en el ruin deseo de no añadir un suceso incómodo a la pobre campaña electoral de Arnoldo Wiens. A este gobierno y a todos sus integrantes, la patria les vomitará de su boca. Y tendrán que rendir cuentas ante el pueblo, un pueblo que habrá de levantarse en tribunal para castigar a sus verdugos. Cada día que pasa es un día menos.

Lo peor de lo peor es que, por negligencia, incompetencia o intereses electorales, una cadena de autoridades superiores ignoraron las informaciones proporcionadas por la señora Ana Dina Coronel.

Lo que Abdo Benítez y su círculo inmediato no pueden ocultar es que cada vez están más desesperados y ahogados en su propia ineptitud.

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