- Por Josías Enciso Romero
Ahora resulta que el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, sí lee los diarios. No es que menospreciemos su capacidad de decodificar los signos lingüísticos, aunque existen fuertes y justificadas sospechas sobre su comprensión lectora, solo nos ajustamos estrictamente a expresiones del propio mandatario. El 28 de enero del 2021, durante la inauguración de una Unidad de Salud Familiar, en Mora Cué, Luque, había señalado a su auditorio: “No se preocupen por lo que escuchan, hace rato que ya no leo nada por salud mental. Me levanto tranquilo, leo mi Biblia a la mañana y salgo a trabajar por nuestro pueblo y con muchas esperanzas”. Aparte de las mentiras sobre la última parte de la oración, tampoco nos quedan dudas de que “no lee nada”. Nunca fueron los libros los amigos preferidos del mandatario. Ni de él ni de su padre. De acuerdo con lo que me suele comentar a grito pelado mi vecino, don Cecilio, el viejo don Mario la única vez que agarró un libro fue para calzar una mesa. Algunos aseguran –añadió mi huraño amigo– que era una versión abreviada de “Platero y yo”, del maestro Juan Ramón Jiménez. Pero había sido, cuando le conviene, Marito “se entera por la prensa” de lo que pasa en su gobierno. Si alguien del extranjero está leyendo este comentario, le aclaramos que no vivimos en Comala ni en Macondo. Es Paraguay, el corazón de América, donde el realismo, más que mágico, es cruelmente trágico.
Acerca del escándalo con el féretro del integrante del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) que fue metido al Buen Pastor para que lo despida su hermana Carmen Villalba, generando un repudio mayúsculo de toda la ciudadanía, Marito se excusó de cualquier responsabilidad (tampoco nos extraña): “Fue un error. Lamentablemente, yo estaba en una reunión del Equipo Económico. A la tarde, me entero a través de ustedes, de la prensa; pedí informe sobre lo ocurrido y no me satisfizo la explicación del ministro (de Justicia, Édgar Taboada). Entonces, lo destituí de manera inmediata”. Un bulo que no le compra ni el menos espabilado de su propio entorno. Es más, ese entorno asegura que el Presidente estaba enterado de lo que iba a ocurrir y que él mismo lo autorizó.
Como decía el diario Última Hora del 29 de enero del año pasado: “Abdo ya no lee sobre corrupción en su gestión y se escuda en la Biblia”, refregándole (todavía no estaban tan de amores el diario del perrito que ladra a la luna y el heredero de la dictadura): “Mario Abdo arrastra una serie de casos de denuncias de corrupción y escándalos políticos. El caso más fuerte estalló en el 2019, con el intento fallido del acta secreta de Itaipú que casi terminó en el juicio político del mandatario, quien fue salvado por el cartismo. Tuvieron que renunciar varios colaboradores cercanos de Marito”. Tocado, probablemente, porque el Presidente no hizo la excepción de que solo lee el periódico de AJ, embiste también sobre “el acuerdo extrajudicial en Petróleos Paraguayos (Petropar) que terminó tumbando a Sergio Coscia de la Procuraduría General de la República. Y, finalmente, el caso de la deuda de Paraguay con Petróleos de Venezuela SA (PDVSA) que salpica al jefe de Gabinete, Juan Ernesto Villamayor, quien tendría voto de censura (en el Congreso de la Nación) la próxima semana”. Es de aclarar que “Juancho”, “el lagarto”, también fue tumbado por esta correntada.
Hay que ubicar en su debido “contexto” el enojo del heredero de la dictadura estronista. Y por qué no quería leer más “nada”. El 31 de diciembre del 2020, nuestro diario, La Nación, publica que “Abdo se enteró por la prensa del conflicto Petropar y Texos Oil”. Estaba muy “mimoso”, gua’u, ese día el Presidente: “Yo me enteré de este tema por la prensa, gracias a la prensa. Lo que me enteré es lo mismo que sale en todos lados y Lichi (Denis, titular kue de Petropar) siguió las recomendaciones de la Procuraduría”. Con esto solo estamos confirmando, en retrospectiva, que Marito no sabe ni lo que pasa en el patio trasero de su gobierno. El conflicto en cuestión tenía que ver con una “puja judicial con la empresa argentina Texos Oil, que planteó una demanda por daños y perjuicios por responsabilidad contractual, reclamando su derecho a cobrar, sin fundamento, poco más de 30 millones de dólares, monto que desangraría las arcas de la petrolera estatal”, decía nuestro medio. Y denunciaba más aún: “El equipo de ‘La caja negra’ obtuvo en forma exclusiva el documento donde se plasma un sospechoso acuerdo conciliatorio de carácter extrajudicial para la entrega de 7 millones de dólares a favor de la empresa argentina. El documento llevaba la firma del entonces procurador general de la República, Sergio Coscia; el titular de Petropar, Denis Lichi, y Sergio Guillermo Marsiletti, en representación de la firma Texos Oil SRL”.
Es bueno saber que, al final de la jornada, Marito está gobernando con los diarios en la mano. Porque eso de que lee la Biblia nomás nadita le creyeron. Si realmente supiera la Palabra de Dios, sabría que tiene que llevarla a la práctica. Y bueno, si su asesor espiritual es el apóstata Arnoldo Wiens, es entendible el camino por el cual transita. Hasta en no comprender lo que lee se parece a su delfín precandidato, quien publicó su solidaridad con “los familiares de este grupo criminal”, haciendo alusión al EPP. Aunque luego borró su tuit, los muchachos ya se encargaron de guardarlo y esparcirlo a través de las redes sociales. La gran noticia no es que Marito ahora ya lee los diarios. La gran noticia es que –había sido– sí sabe leer. Hasta que la realidad nos demuestre lo contrario. Por ahí aprendió todo de memoria y de oído. Con este gobierno lo imprevisto es lo más previsible. He dicho.
Había sido, cuando le conviene, Marito “se entera por la prensa” de lo que pasa en su gobierno.
La gran noticia no es que Marito ahora ya lee los diarios. La gran noticia es que –había sido– sí sabe leer. Hasta que la realidad nos demuestre lo contrario.