- Por Josías Enciso Romero.
Nuestro país padece de un elevado índice de analfabetismo funcional. Niños, jóvenes y adultos que repiten de memoria lo aprendido sin poder comprender el verdadero significado de lo que dicen o escriben. Incluso puede percibirse fácilmente, con evidencias que se manifiestan públicamente, que miles de egresados universitarios son incapaces de abstraer conceptos ni la idea fundamental de un texto. El presidente de la República, Mario Abdo Benítez, es víctima de un sistema que fue creado por un régimen al que él alaba cada vez que puede. La dictadura de Alfredo Stroessner sometió al pueblo a la ignorancia reflexiva, anuló el criterio propio y exilió el razonamiento para trastrocarlos por la exaltación al “único líder”. El que no era servil no servía para los propósitos del régimen y pagaba las consecuencias. Trágicas, la mayoría de las veces. La orden superior tenía más fuerza que la propia Constitución Nacional. Marito viene de esa escuela de mediocridad y genuflexión.
Su alfabetización, ya lo comprobamos en los últimos cuatro años, se reduce a la respuesta, de una encuesta también limitada, de si “lee y escribe”, sin que se determinen las competencias reales de los consultados. A esto tenemos que añadir que el actual mandatario nunca logró asimilar valores dentro de su hogar (al contrario, asumió los antivalores como una cuestión natural), por lo que la escuela no pudo penetrar la dura piel que resistía cualquier intento de modificar sus pervertidos conocimientos previos. Y así creció Marito. Y así sigue siendo. Con una visión oscurantista de la vida, de su entorno y del mundo. Por eso tropieza siempre con la misma piedra: la radical ineptitud e inutilidad.
Marito, al igual que el “mariscal de la derrota”, Óscar “Nicadrón” Duarte “Bruto”, es absolutamente incapaz de darle tonalidad, creatividad, innovación y originalidad a su discurso. Repite y repite el mismo lenguaje desabrido y ordinario, por más que quiera condimentarlo con una agresividad que ya no permea el ánimo ni la mente del auditorio. Hace cinco años ya exhortaba a sus seguidores a la traición, la inmoralidad, la falta de ética y de dignidad: “Agarren todo de ellos (sus adversarios) y voten en contra”. Es probable que no se percate de que está incitando a la gente a la doblez, al cinismo, a la desfachatez y al engaño.
Pero no podía ser de otra manera, pues el mandatario está enseñando lo que verdaderamente es muy propio de él: los vicios que aprendió del mal ejemplo de sus mayores. Y obra en consecuencia. Y hoy, de nuevo está despreciando la integridad de los colorados y, más que nada, de quienes acompañan su proyecto. Está lastimando la dignidad de los republicanos. Durante un acto realizado en la Seccional Colorada Nº 1 Jaime Peña de la capital, invitó a los presentes a que “utilicen sus vehículos de ellos (sic), no importa, para ir a votar. No importa, si hace falta pónganse la remera de ‘Santi’ Peña. Coman sus empanadas, tomen su Pulp y en las urnas castíguenle votando por la lista 3″.
Traduzcamos al lenguaje más sencillo lo que dijo el Presidente, nada menos, para que podamos entendernos sin interferencias: exhortó a sus correligionarios a practicar la falsedad, el engaño, la doble cara y la simulación, actitudes que son condenadas por la Biblia, que tanto le gusta citar. La Palabra de Dios proclama la verdad (la que nos hace libres), la autenticidad (lejos del fingimiento) y la sinceridad (sin el doble rostro de la máscara de cera). Pero no, el Presidente es coherente. Es el único caso en que predica lo que practica. Mientras el virrey con corona de miss y supremo “mariscal de la derrota” escupe a su público una supuesta dignidad, porque no les va a vencer “el poder del dinero”, su jefe Marito les pide que “coman, beban y vistan” todo de los otros, para luego votar en contra. ¡Qué gran ejemplo de integridad! Pero Marito ya no asombra a nadie. Con él siempre hay que esperar lo peor. Nunca sabemos cuándo va a tocar fondo en sus felonías y qué altura alcanzará como “mariposa traicionera”. Pero ya se aproxima el tiempo en que se quemarán sus alas. Como suelen cantar los Fabulosos Cadillacs: Mal bicho.
Exhortó a sus correligionarios a practicar la falsedad, el engaño, la doble cara y la simulación, actitudes que son condenadas por la Biblia, que tanto le gusta citar.
Hace cinco años ya exhortaba a sus seguidores a la traición, la inmoralidad, la falta de ética y de dignidad: “Agarren todo de ellos (sus adversarios) y voten en contra”.