- Por Josías Enciso Romero
Tal es la autonomía y la libertad para hablar que tiene el precandidato oficialista Arnoldo Wiens, que puede decir todo lo que quiera, mientras no se salga del libreto que le dibuja el “mariscal de la derrota” y nave insignia del perogrullismo, Óscar “Nicadrón” Duarte “Bruto”, y las nuevas vacas sagradas de la asesoría política: el team La Sorbona, integrada por el hijo mayor y la nuera del huracán categoría 5 que está devastando la Entidad Binacional Yacyretá (EBY). Ayer, a la salida del Palacio de López, adonde va con frecuencia a remojar la lengua en los calcetines del presidente de la República, Mario Abdo Benítez, describió con exactitud al apóstata pastor kue, aunque su intención era demostrar lo contrario: “Una marioneta que debe repetir lo que le dicen”. Y tan obediente es que cuando le indican que debe cuestionar nuestro precario sistema de salud, lo hace. Pero no por convicción, sino con la desesperada intención de juntar algunos votos para que la derrota no sea tan catastrófica. Total, para equilibrar la balanza, en un juego de fotográfica bipolaridad, está el “mariscal”. En la víspera insistió en la mentira de que “este es el gobierno que hizo la mayor inversión en salud pública durante la historia de la transición; hay que preguntarle al gobierno anterior cuánto invirtió en salud”. Las estadísticas se estructuran estableciendo una media entre los recursos de los que dispuso cada administración y las acciones concretadas. De entrada, con la urgencia de la pandemia, a esta administración rapaz le dieron un cheque en blanco de 1.600 millones de dólares. Una pandemia que solo sirvió como pretexto para seguir robando en nombre de los más necesitados y vulnerables.
Tal vez, también, sería interesante conocer la cantidad que invirtió en salud Duarte durante su gestión como presidente de la República. Digo, ya que estamos. El 29 de octubre del año pasado decía en Paraguarí que “la salud pública es el compromiso central de este gobierno”. Sin embargo, no pasa un solo día en que los medios de comunicación, incluso aquellos que son obsecuentes al poder, publiquen quejas sobre las inmensas filas que hay que formar tratando de conseguir turno para consulta, que una vez atendidos no hay medicamentos, ni equipos para estudios, y que en los hospitales públicos tienen que comprar desde jeringas hasta gasas. Por eso, el “mariscal” y su equipo familiar de asesores, queriendo aprovechar favorablemente esta dramática situación, le hacen subrayar al hombre de la pasarela de oro que salud es “la pata floja de este gobierno”. Y sin objetar estas “expresiones autónomas” de su precandidato, el señor feudal de Yacyretá se encarga de hablar maravillas de las obras del mandatario en materia de salud. Una reverenda joda. Total “tú y yo estamos locos, Lucas”.
Para no perder la costumbre, aunque asegura que no está en campaña ni pidiendo votos (no existe medición posible para graduar estos desenfrenos emocionales), consideró que “es muy triste” que un candidato tenga que “subordinarse a una retórica agradable a los oídos del patrón”, buscando desacreditar al precandidato que está ganando por varios cuerpos al rocín de Fuerza Republicana. Triste de toda tristeza, que hasta ya da lástima, es que un ex presidente de la República tenga que degradarse al nivel de un vulgar chupamedias, adulador y servil para no perder su zoquete de zángano empedernido. Pero le entendemos, anga. Es la única forma de mantener en forma a los parientes políticos (así se gana indulgencias con la catedral y evita el frío parqué), a sus hijos, yerno y demás privilegiadas de Yacyretá. Una de ellas, por si las moscas, ya fue trasladada a la sede de Encarnación con un salario que supera los 60 millones de guaraníes. Sobre este tema tendremos grandes novedades en los próximos días. Y con un suspiro que anuncia la derrota, casi en tono de invocación mística, dejó escapar: “Ojalá el próximo gobierno sea el de Wiens”.
Según el “mariscal”, si gana el insulso y desabrido Arnoldo Wiens, cuya obra cumbre es el “adefesio a la corrupción”, continuará con la gestión del presidente Mario Abdo Benítez. El buen lector no pondrá ningún esfuerzo para concluir que, en realidad, lo que está pretendiendo es que continúe el saqueo a las arcas públicas, el despilfarro, la mediocridad, la improvisación, la impunidad y la incompetencia. Porque la “gestión” de Marito se resume en ese cuadro. Menú que es aderezado con el resentimiento social, la incurable maldad y el deseo enfermizo de destruir a sus enemigos políticos. Actitud que lo convierte en siamés del virrey de Yacyretá.
Como sabe perfectamente que su precandidato no va a ganar las internas del próximo 18 de diciembre, está tratando de armar una “bancadita” en la Junta de Gobierno del Partido Colorado. Por Paraguarí se prepara el kururu alumbrado (cuyas últimas trapisondas también figuran en nuestra agenda) Armín Diez Pérez, director administrativo de la EBY; por Cordillera se candidata Alfonzo Romero, quien en un acto de sublime exaltación declaró a su ciudad natal, Atyrá, “capital del nicanorismo paraguayo”. Como mínimo, se ganó la escalera de plata. La de oro no la suelta por nada del mundo el “churro campaña” de Pirayú.
Por último, sobre los rumores de que Wiens quiere ya tirar la toalla para evitar una humillación electoral mayor en diciembre, alegó que se trata de “disparate y chisme de peluquería”. El factor determinante es que no le están dando al pastorcillo mentiroso el “presupuesto” que le habían prometido. El “mariscal” sabe, por experiencia, ya le pasó en el 2008, que cuando un candidato huele a perdedor los encargados de la distribución en efectivo reparten tres y se guardan siete. Aprendida la lección, ahora está haciendo lo mismo. Y, en cuanto a chismes de peluquería, el jerarca máximo que arrastró a su partido a la llanura es summa cum laude. Con tal de que no sea su peluquería (anexo bótox y masajes), donde le hicieron su recorte a lo Peaky Blinders, todo bien. Son de esas ridiculeces que duran para siempre.
De entrada, con la urgencia de la pandemia, a esta administración rapaz le dieron un cheque en blanco de 1.600 millones de dólares.
El “mariscal” sabe, por experiencia, ya le pasó en el 2008, que cuando un candidato huele a perdedor los encargados de la distribución en efectivo reparten tres y se guardan siete.