- Por Josías Enciso Romero
Hace exactamente veinte años, el futuro “mariscal de la derrota”, Nicanor Duarte Frutos, dejaría las huellas indelebles de su estilo de hablar mal de cualquier semejante que se le cruzara en su camino si pudiera representar algún mínimo obstáculo para alcanzar su objetivo. Degradó la elegancia del debate a la burla hostil, la ironía ramplona y el sarcasmo sin gracia. Solo él se reía, con una simulada y grotesca risa, de sus propios chistes ordinarios que traslucían su formación y origen. De su grosería no se salvaban ni antiguos compañeros políticos, amigos que decidieron por otras opciones y benefactores económicos. Con el tiempo incluiría a sus acreedores. Me contaba ayer mi vecino, don Cecilio, que quien fuera su ministro de Agricultura y Ganadería (de “Nicadrón”), don Antonio Ibáñez, al escuchar sus exabruptos solía comentar: “Iformal ko tipo, ha de ser el único que insulta a la gente a quien debe dinero”. En el 2002, después de ser ministro de Educación y Ciencias de Luis Ángel González Macchi, descansó su estrategia electoral sobre furibundas críticas a quien hasta hacía poco nomás era su jefe en el Poder Ejecutivo.
Hace veinte años, sin la penetración que tienen hoy las redes sociales, podía expresar su menosprecio hacia los empresarios a los que después pediría plata para su campaña. Y lo peor, le dieron. Podía enardecer a las turbas asegurando que iba a convertir en chacra el Centenario. Club al que después quiso ingresar con toda su familia. Solicitud que posteriormente retiró ante la inminente caída de la bolilla negra. Al pobre “Lucho” no le dejó hueso sano. Pero eso no impedía que pecheara a todos los ministros y directores de entes, especialmente a los de Itaipú y Yacyretá. Cada vez que el entonces presidente de la República le reclamaba por su descortés actitud, tenía siempre una ensayada respuesta: “Todo es teatro, histrionismo, para ganar las elecciones”. Con los años, González Macchi le devuelve la gentileza en unas “Memorias” que no tienen desperdicio. Uno de estos días vamos a publicar el capítulo que le dedicó a su colega ex presidente.
El reloj de Óscar “Nicadrón” Duarte “Bruto” atrasa veinte años. Ya no funciona. Se quedó en el pasado. Basta con escuchar su aburrido y repetido discurso –que ya hastió a todo el mundo– para corroborar que el “mariscal alambique” nunca abandonó el túnel del tiempo. Como principal mentor del insípido té de naranjo, Arnoldo Wiens, le induce a reproducir un perfil “crítico” a determinadas áreas del Gobierno. Gobierno del que hasta hace poco era ministro de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC). En connivencia con Mario Abdo Benítez, por supuesto. Mas el viejo truco ya no funciona. No podés ser parte del cáncer que te comprometés a extirpar. Tardó cuatro años en darse cuenta de lo que sufren los asegurados del Instituto de Previsión Social (IPS) y los usuarios de los hospitales regionales del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (MSPyBS). Ni hablemos de las inservibles unidades de salud familiar donde no hay ni novalgina. Ahora aumentó el territorio de sus “agudas” observaciones a la administración de Mario’i. Fijó la mirada en el proceso de transformación educativa. Y, por rara casualidad, descubre todas las debilidades del sistema, justo ahora que es precandidato a la Presidencia de la República. Una fantochada sin credibilidad alguna.
En el clímax de los delirios compartidos, el “Wiens derecho” de la corrupción aseguró a su electorado, según El Trueno, que va a solucionar la situación de los “400 mil paraguayos que figuran en Informconf”. De acuerdo con el periódico digital mantenido por el “mariscal pokovi” con recursos de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), el ex pastor afirmó que estas personas “no pueden consumir ni pueden producir. Paralizan su economía y la economía del país”. Estos aportes, según los infidentes del círculo presidencial, provendrían de la torre de marfil del hijo mayor de “Nicadrón”, José Fernando, y su esposa. Ambos con ostentosos títulos de La Sorbona, de París. Lo que estos genios se olvidaron convenientemente es que el índice de desocupación, la precariedad laboral y la pobreza extrema aumentaron durante este gobierno. Gobierno del que forman parte Wiens, el “mariscal”, Juan Manuel Brunetti Marcos, Mauricio “Pinky” Espínola y otros hercúleos republicanos que, de manera milagrosa, se limpiaron las legañas de los ojos. Astillas del mismo palo.
Nadie está en condiciones de creer en las promesas de alguien que se compromete a hacer lo que no hizo estando en el Gobierno. Por lo menos, por ahora, ya inventaron un discurso de desmarcarse, de toma de distancia, del poder en agonía. Un poder que financia la campaña del anodino, incoloro e inodoro Arnoldo. El lema de que “no vamos a abrazarnos con Honor Colorado” tiene un breve descanso. Es que no permeó el sentimiento de los afiliados de la Asociación Nacional Republicana (ANR). Quienes se llenaron los bolsillos en estos últimos cuatro años, robando hasta lo que no podían, son los únicos que no se interesan por el futuro del Partido Colorado en las elecciones del 30 de abril del 2023. A ellos les da igual ganar o perder. Solo que a los auténticos colorados sí les preocupa su propia suerte. Dos hechos alientan al electorado republicano: ganar los comicios generales del año próximo y que los ladrones que robaron en nombre de los colorados vayan a la cárcel. Se acorta la soga que amenaza el cuello de estos impresentables. ¡Salud!
Nadie está en condiciones de creer en las promesas de alguien que se compromete a hacer lo que no hizo estando en el Gobierno.
No podés ser parte del cáncer que te comprometés a extirpar. Tardó cuatro años en darse cuenta de lo que sufren los asegurados del IPS y los usuarios de los hospitales regionales del MSPyBS.