De manera repetitiva, el Poder Ejecutivo latiga intentando ins­talar una mentira. La Justi­cia la manejan otros, el pre­sidente no tiene influencia y aunque la tenga no la ejerce. Supuestamente. La verdad es otra, una gran mayoría de integrantes de la Corte Suprema de Justicia ingresa­ron con esta administración, 6 de los 9 integrantes, para ser más precisos. Además, tiene mayorías cómodas tanto en el Consejo de la Magistratura como en el Jurado de Enjui­ciamiento de Magistrados.

Desde que asumió en el Con­sejo de la Magistratura (como parte de la componenda que puso a “Cachito” Salomón como presidente del Con­greso) se puso en cuestión su limitado perfil profesional como abogado. Sin embargo, el senador tiene otros facto­res que convenientemente ayudaron a que sea desig­nado como representante de la Cámara Alta. Su lealtad al Ejecutivo, el partido político que integraba al momento de su elección (al momento del cierre del plazo de inscripción de las listas cometió transfu­guismo al cambiarse al Frente Guasu) el PDP del matrimo­nio Masi-Filizzola, es un apéndice del Gobierno en el Congreso, pero la caracterís­tica más valorada por el Eje­cutivo y que el senador sabe hacer valer es, cuando no, su rabioso anticartismo.

Una vez electo, Pedro Arturo, como lo conocen sus amigos, estaba dispuesto a cumplir a cabalidad con lo que su patrón Mario Abdo espera de él. Ya cometió varios atrope­llos al momento de la elabo­ración de ternas importan­tes y no tiene mayor empacho en volverlo a hacer. Es en ese marco, que en la jornada de ayer, el brazo armado del Poder Ejecutivo en el Con­sejo de la Magistratura soli­citó que se inicie el proceso para relevar al actual presi­dente de la Corte Suprema, el ministro Antonio Fretes, y la fiscal general del Estado, Sandra Quiñónez; específica­mente solicita que el proceso se inicie en 8 días más.

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El objetivo es, según el sena­dor, evitar que el armado de ternas para ambas vacan­cias se contamine por las campañas electorales de diciembre. Es mentira. La presentación que hizo es la prueba inequívoca de que el oficialismo pierde las elec­ciones internas, eso hará que los vientos cambien en el Consejo de la Magistra­tura y pierda la mayoría. Por eso la urgencia por apurar el trámite. El Ejecutivo quiere asegurarse de que el nuevo ministro de la Corte que ingrese en reemplazo de Fre­tes sea puesto por él, sucede lo mismo con la cabeza del Ministerio Público.

En ambos casos, los respec­tivos mandatos vencen en el mes de marzo del 2023. El proceso de selección puede hacer tranquilamente en el mes de diciembre o incluso luego, más cercano a las fechas del fenecimiento de sus mandatos. Es más, si se quiere ser más preciso, podrían darse los llamados en distintos momentos y por separado, pero eso hace que se complique la negociación que el presidente pretende: la silla de Fretes para alguien de la pseudooposición y que­darse con un objetivo que no le deja conciliar el sueño desde hace rato, el Ministerio Público. En la lógica de Mario Abdo es la forma de prote­gerse él, una vez que pierda el poder y de usar la Fisca­lía como apriete a la próxima administración.

Una vez electo, Pedro Arturo, como lo conocen sus amigos, estaba dispuesto a cumplir a cabalidad con lo que su patrón Mario Abdo espera de él.

El PDP del matrimonio Masi-Filizzola es un apéndice del Gobierno en el Congreso, pero la característica más valorada por el Ejecutivo y que el senador sabe hacer valer es, cuando no, su rabioso anticartismo.

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