- Por Josías Enciso Romero
Decíamos ayer, parafraseando una expresión atribuida a fray Luis de León, y con eso concluíamos nuestro artículo de que el gobierno de Mario Abdo Benítez es la combinación perfecta del gobierno de los ladrones y el gobierno de los peores. Es el acople exacto entre la cleptocracia y la kakistocracia, cuyo estudio permitirá a los cientistas sociales y politólogos la formulación de una nueva categoría o régimen de poder, con lo que, en parte, habremos pagado nuestra condena de país cementerio de las teorías. Por supuesto, la otra parte de nuestra naturaleza sigue intacta: continuamos arremetiendo con porfiada pasión en contra de los dictados de la ciencia y del juicio crítico, racional y lógico. La vidriera donde mejor se exponen estas cualidades inherentes a un sector importante de la población es en el Poder Ejecutivo y en el Congreso de la Nación. Así, el capataz del Estado (porque maneja las instituciones como si fuera su estancia particular) puede jactarse de honesto parado sobre una obra ampliamente sobrefacturada para provecho propio, de su familia de sangre y política y de su entorno político. Se alaba a sí mismo sobre supuestos kilometrajes de rutas asfaltadas, que nadie aún midió (alguien lo hará después del 15 de agosto del 2023), y oculta a propósito que el material fue proveído por su empresa a constructoras adjudicadas para realizar los trabajos. El articulador de esa deshonestidad e inmoralidad administrativa es el ex pastor de varias iglesias evangélicas, Arnoldo Wiens, en su carácter de ministro de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC). De manera que ya fue pesado, ya fue medido y la opinión ciudadana lo encontró, definitivamente, defectuoso (un pequeño plagio) como guardián de la cosa pública. No podía ser de otra manera. Si abdicó de su “vocación” de pescador de hombres para dedicarse a los negocios de los hombres con afán de lucro ya es una muestra contundente de su falta de carácter. Y el hombre sin carácter cae más rápidamente en las tentaciones mundanas, entre ellas, lucrar a costa del Estado. Latrocinio que le dicen.
Como la empresa presidencial Almacenamiento y Distribución de Asfaltos SA (Aldia SA) se puso al día en estos cuatro últimos años, aumentando la importación del producto en un 450%, era conveniente que el “té de naranjo” Wiens pasara de ministro a presidente de la República. No había ningún secreto. El negociado ahora tendría visos de legalidad. Es decir, sería blanqueado. El inventor de la “pasarela de oro” también benefició por acción rebote a las empresas familiares de la actual esposa del mandatario. Cualquier controversia al respecto, hablar con los datos irrebatibles que viene publicando nuestro diario. Es por eso que estoy animado a creer que no fue “Nicadrón” el padrino de “Arnoldito el gordito” (su panza es proporcional a su estatura y voracidad), así como me comentaron algunos mensajeros del entorno, sino que su madrina fue la señora Silvana López Moreira Bo. Pero, como la primera dama es poco mediática, el “mariscal alambique” se apoderó de la (pre)candidatura de su ex compañero de banco en una iglesia de los Hermanos Menonitas. A propósito, dicen que los “menó” no quieren saber absolutamente nada del pastor desertor (perdón por la cacofonía). Al parecer le tienen fichado desde hace años. Por eso quiso congraciarse con algunos frigoríficos del Chaco. Sobre esto, volveremos en siguientes capítulos.
Nos detendremos solo en algunos actos puntuales de corrupción del precandidato presidencial por el movimiento Fuerza Republicana, el doctor en “todología” Arnoldo Wiens. Toca de todo, no perdona una. Unido con Marito y su círculo por los lazos indisolubles del delito. Es que cae uno y caen todos. El prontuario de este personaje (“¡Que pase el desgraciado!”) es más largo que los kilómetros de rutas que dijo haber asfaltado. No es que nos merezca credibilidad en todo el diario que nació con fe en la plata y la mentira, pero el dato vale para demostrar que sus medios aliados ya están tomando prudente distancia, porque el apóstata está peor rankeado en las encuestas que el defenestrado Hugo “Toro” Velázquez. La víspera publica que “Wiens autorizó sobrecosto del 51%” de la ruta San Juan Nepomuceno-Ruta 6, ya adjudicada durante el gobierno de Horacio Cartes. Así se pasaron luciendo con obras ajenas en ejecución. Y se lucen con lo ajeno con un sobrecosto de 27 millones de dólares, autorizado en su totalidad por el “Wiens” derecho de la corrupción. Aunque ahora parece que se dedica al voleibol. La primera adenda fue firmada el 19 de diciembre del 2018. Apenas inaugurado el cargo, también, ya inauguró su filosa navaja para destripar el erario. Por esta vez, al menos, la culpa no es de Cartes, para este periódico del abecedario y sus satélites.
Sigamos con el mismo diario, en una edición reciente: “Estableció el trazado del puente entre Asunción y Chaco’i en una zona donde coincidentemente se benefició al empresario Conrado Hoeckle, ex asesor ad honorem del presidente Mario Abdo Benítez”. Este señor “tiene una propiedad de 1.200 hectáreas en la zona de influencia del puente”. Más sobre el mismo tema: “Cambió el diseño original del puente Asunción-Chaco’i, para lo cual se aprobó un sobrecosto de 17 millones de dólares”. Solo en dos obras, hay una alarmante “infladura” de 44 millones de dólares. Mientras, las escuelas y hospitales se caen a pedazos. No hay medicamentos y los alumnos dan clases bajo los árboles. Y después quieren hablar de doctrina social del coloradismo. ¡No pue, cadete!
La lista es larga, dijimos, y el espacio es corto (perdón, Neruda). Por eso haremos como en las viejas películas que se proyectaban por capítulos en las matinés, según solía relatarme don Cecilio, mi vecino. Por de pronto, queda muy claro el porqué de la obsesión por el poder. Primero, para garantizar impunidad a sus cómplices de hoy. Y, segundo, para seguir robando “a toda máquina”. O como me soltó ayer mi espontáneo colaborador limítrofe: “A toda máquina: ñamondáke lo mitã”.
El inventor de la “pasarela de oro” también benefició por acción rebote a las empresas familiares de la actual esposa del mandatario.
Y se lucen con lo ajeno con un sobrecosto de 27 millones de dólares, autorizado en su totalidad por el “Wiens” derecho de la corrupción.