La política es el mundo de los símbolos. Los mensajes se construyen y se fortalecen mayoritariamente con las imágenes y en menor medida con las palabras. La ausencia de una línea estratégica de comunicación gubernamental queda expuesta en los detalles, allí donde está el diablo. La lista de los integrantes de la comitiva que acompañará al presidente de la República para el acto de consagración de monseñor Adalberto Martínez a su nueva calidad de cardenal de la Iglesia católica, es un ejemplo de lo mencionado.

En la comitiva, hay presencias que son bastante difíciles de argumentar. Una de ellas es la de Nicanor Duarte Frutos y su esposa, un ex presidente de la República que hace las veces de director de la Entidad Binacional Yacyretá no tiene mucho que hacer en tal ceremonia, si se le suma el hecho que durante su gobierno tuvo fuertes encontronazos con la cúpula católica por sus desatinadas declaraciones, además del hecho concreto de ser activo militante de otra creencia religiosa. O tal vez esté estudiando la viabilidad de que la represa empiece a generar agua bendita. De paso, podría comentarle a su santidad Francisco I sobre las inmisericordes persecuciones que realiza a quienes osen no alinearse a la tan exitosa campaña electoral oficialista.

La presencia de la ministra de la Corte Suprema de Justicia Carolina Llanes podría entenderse como la representante de uno de los tres poderes del Estado. Sin embargo, es imposible obviar el hecho de que es una ficha puesta en la máxima instancia judicial por el propio presidente de la República. Ya hay pruebas sobradas de esto y seguirán surgiendo aún más, solo es cuestión de tiempo. A la par, tampoco tiene demasiado sustento la presencia del hijo de la ministra.

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Similar cuestión se da con Carlos Arregui, ministro de la Seprelad. Más allá de ser un hombre de extrema confianza y cercanía del Presidente, su presencia no tiene mucha justificación. A no ser que vaya a buscar la bendición para ser el próximo fiscal general del Estado. Cargo en el cual Mario Abdo pretende colocar a uno de sus escuderos, incluso intentando adelantar el llamado a concurso y el armado de las ternas en el Consejo de la Magistratura, donde también tiene mayoría el oficialismo. Al menos por ahora.

Otra presencia que seguramente el Presidente considera relevante es la de Mauricio Espínola. Probablemente sea un ejemplo de eficiencia que el Ejecutivo pretenda mostrarle al Vaticano.

Esto es así. En uno de sus últimos viajes oficiales el presidente de la República eligió una santa comitiva que ni a Robin se le hubiese ocurrido.

Hay presencias difíciles de argumentar. Una de ellas es la de Nicanor Duarte Frutos y su esposa, tal vez esté estudiando la viabilidad de que la represa empiece a generar agua bendita.


La ministra de la Corte Suprema de Justicia Carolina Llanes es una ficha puesta en la máxima instancia judicial por el propio presidente de la República.

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