- Por Josías Enciso Romero.
Lo único coherente de este gobierno y su séquito de paniaguados y adulones es su incoherencia. Son leales a la traición. Firmes con espinazo de goma. Predican la honestidad, mientras practican el robo. Invocan a un Dios en el que no creen porque en sus discursos denigran, maldicen y difaman al prójimo, mientras cierran los oídos a los versos de Miqueas: “¡Ay de los que oprimen a los pobres!”; “de los que ejecutan sus maldades porque tienen en sus manos el poder”. Así son los blasfemos. Los que hoy ya tienen un pastor acorde a su fariseísmo: el apóstata Arnoldo Wiens, quien renovó aquel viejo dicho de “A Dios rogando y con el asfalto facturando”. A las órdenes de su amo terrenal, el presidente Mario Abdo Benítez. Guiando esta cruzada profanadora de los lugares santos –siempre al revés– está el “mariscal de la derrota”, Nicanor Duarte Frutos, el hombre de las treinta monedas de plata. El vicepresidente de la República, Hugo Velázquez, fue su penúltima víctima. Así que, en este ambiente de jolgorio, camaradería y festividad, es natural referirse a la paloma de la paz que sobrevuela sobre las armas con el martillo retraído, bayonetas caladas, yataganes afilados, granadas sin seguros y estoques ocultos bajo la parte de atrás de las camisas. Los chinos, entre otras cosas, tienen proverbios maravillosos: “Es más fácil esquivar la lanza que el puñal oculto”.
La denuncia del Departamento de Estado de los Estados Unidos en contra del vicepresidente y aspirante presidencial, Hugo Velázquez, lo dejó anonadado. Confundido. Desorientado. Lo tomó con la guardia baja y, literalmente, en calzoncillos. Totalmente sorprendido fue enviado a su esquina. Lo sentaron en el banquillo. Pero antes que airearlo, darle agua y suturar sus heridas, le empujaron a tirar la toalla. Sin que vuelva a sonar la campana, ya lo habían bajado del ring de los precandidatos. Es que todos ya sabían lo que iba a anunciar el metiche del embajador norteamericano ante nuestro país, menos el afectado. El canciller Julio César Arriola lo supo días antes. También Marito, el “mariscal” y “Pasarela” Wiens. Así que, en pleno velorio, antes de pronunciarse el tercer “Ave María purísima”, Velázquez ya era despojado de sus atuendos para que fueran usurpados por el (ex) pastor menonita. Si traicionó a su propio Dios, hacerlo con uno de sus pares es lo menos.
Arrinconado por el círculo del presidente, y por el mismo presidente, todavía aturdido por el golpe, Velázquez comunicó en esa mañana del viernes 12 de mayo que iba a renunciar a la Vicepresidencia de la República y a su precandidatura. Incluso a su vida política. Un sonriente y “dolido” Marito declaraba que, en estas circunstancias, era “inaceptable la continuidad de la candidatura” de su antiguo compañero de fórmula. “Yo valoro su actitud”, añadió, arrojando salmuera sobre la fresca herida. Y sin tiempo que desperdiciar, declaró que esa misma tarde iban a reunirse los cabecillas de Fuerza Republicana para buscar al sustituto de Velázquez. El “catedrático doctor Chapatín” Duarte Frutos no podía quedar atrás en el ruedo del sacrificio taurino: “El compañero Velázquez puso por encima de sus intereses personales y afán de poder, los intereses partidarios, la imagen del Paraguay y su investidura como Vicepresidente”. Y como si estuviera hablando a una comunidad que no le conoce, acentuó todavía más su mitomanía crónica: “Este es el ejemplo y el mensaje que estamos dando al pueblo colorado, al pueblo paraguayo y a la comunidad internacional”. ¡Ñandejára! ¡Vade retro, Voldemort!
Y saltando ya encima del nuevo caballo del comisario, sin esperar siquiera que le pusieran algunos rudimentarios aperos, ya exaltado –y como siempre– en caja quinta, remató: “Este es el proyecto de Arnoldo Wiens, seguimos firmes en nuestra línea discursiva, la coherencia mantenemos porque nuestro candidato (ex ya por entonces) se retiró, no se aferró, y ningún candidato que no pueda salir del país o que esté señalado por cualquier organismo internacional o por EEUU, no puede liderar ninguna institución política”. Como el invicto “mariscal de la derrota” vive en el mundo ideal que él construyó, donde delira a granel con la coherencia, el patriotismo y la honestidad, no percibe la realidad ni el juicio de la historia. Estamos hablando de uno de los políticos más corruptos de las últimas décadas, cuya fortuna fue cimentada en la inmoralidad, la ilegalidad y el latrocinio. Igual que el actual jefe de Estado. Porque ambos han deshonrado al país y a su partido, apoderándose de los recursos públicos para provecho personal y familiar.
Pero vayamos a lo bueno: El 18 de agosto a la mañana, Hugo Velázquez Moreno cambia de opinión y afirma que no renunciará a la Vicepresidencia de la República. A diferencia de las excitadas aseveraciones del “mariscal”, no se retiró, sino que se aferró al cargo. En términos asnales, se “empacó”. Salió por el costado la senadora Lilian Samaniego –molesta por la designación del “significativamente inútil” Wiens– para aclarar que ella le aconsejó al “Toro” que deje en suspenso su renuncia. “Mario Abdo Benítez fue informado de mi decisión” y, según él, estaba conforme con dicha postura. Pero, evidentemente, ya eran puñaladas con kyse yvyra. Ojojuka asýta hikuái. Porque en la noche del domingo 21 de agosto, en una punzante, interpelante y corrosiva entrevista con Luis “Muñequita” Bareiro, el mandatario confirma que no es de azúcar el algodón: “Si yo hubiese estado en su situación, hubiese renunciado”. Y ya con el mango del puñal tocando las tripas estoquea más al fondo: “Yo creo que lo correcto es renunciar, pero respeto su decisión”. Tanto respeta su decisión que estaba dudando –aunque algunas fuentes aseguran que irá– si viajará al Vaticano, donde monseñor Adalberto Martínez asumirá como el primer cardenal paraguayo, quedando el “Toro” cuidando del rebaño.
Este es el panorama en el frente de Fuerza Republicana, donde el cinismo y la hipocresía guardan el puñal bajo el poncho. Para cuando llegue la primera ocasión. Como ya le pasó al “Toro”, quien nunca tuvo oportunidad de ganar. Aunque, a decir verdad, tenía más chances de acercarse al primero que el insípido creador de la “Pasarela de la corrupción”. Y consumidor compulsivo de asfalto.
Un sonriente y “dolido” Marito declaraba que, en estas circunstancias, era “inaceptable la continuidad de la candidatura” de su antiguo compañero de fórmula.
Salió por el costado la senadora Lilian Samaniego –molesta por la designación del “significativamente inútil” Wiens– para aclarar que ella le aconsejó al “Toro” que deje en suspenso su renuncia.