- Por Josías Enciso Romero
- (de una carta que me enviaron).
“Arnoldo Wiens es lo que el apóstol Santiago, en el capítulo 1, versículo 8, define como el hombre de doble ánimo, inconstante en todos sus caminos (Reina-Valera, versión 1960)”, empieza la extensa carta que me dejaron en el local del diario La Nación/Nación Media, sobre la avenida Zavala Cué, Fernando de la Mora. Y sigue: “Este, que quiso ser pastor (porque se pasa abdicando de tal condición), nunca tuvo fe a la hora de pedir que el Señor le conceda sabiduría para permanecer en una vocación que nunca fue auténtica. Es por eso que esta epístola escrita por el hermano de Jesús le interpela: porque ‘el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una a otra parte.
No piense, pues, que quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor’”. La misiva, es bueno aclarar, tiene una introducción que justifica el envío: “Leí su artículo de ayer (16 de agosto) y tiene usted razón, nuestro hermano caído –porque esa es la expresión correcta– es hoy un apóstata, renunció definitivamente al Reino de los Cielos para cosechar aquí en la tierra las riquezas mundanas provenientes de la política, el poder y el robo, violando uno de los mandamientos que Jehová esculpió en las tablas de Moisés, según se manifiesta en el libro del Éxodo. Y él sabe perfectamente que, pecando contra uno de esos mandamientos, se está pecando contra todos los demás. Y él es consciente del castigo que le espera. Pero está arrebatado por las cosas de la perdición”.
Relata nuestro firmante, como “Hermano Menonita”, que Arnoldo Wiens, quien hoy quiere ser presidente, “abandonó el periodismo evangelizador para ceder sin ninguna resistencia al periodismo comercial, promocionando las presuntas bondades técnicas de un vehículo de origen indio, sin que pudiera garantizar con la verdad sus afirmaciones. Había caído en el pecado de la mentira”. Nos reseñó que el ahora mundialmente famoso “Pasarela Man” abandonó a todo su “rebaño de la congregación en la cual era el pastor líder, para degradarse a simple participante en la Iglesia Raíces Hermanos Menonitas, donde se había bautizado la esposa del que estaba a punto de ser presidente, Nicanor Duarte Frutos, que, por entonces, tenía su culto en la Iglesia Concordia. El señor Duarte Frutos daba la impresión de que iba a los cultos sin escuchar la prédica, a juzgar por sus acciones y su lenguaje, sino más bien para ganar algunas indulgencias con su señora, pues no demostraba disposición para presentarse como olor fragante ante Cristo, ya que entraba con rostro adusto, sin saludar a nadie, y salía con cara huraña, sin responder a los saludos. Probablemente, pensaba que algún hermano le iba a pedir algún favor. Lo que podía ser realidad, porque muchos fueron a esa iglesia por las añadiduras y no por la Palabra de Dios”.
Para fundamentar sus aseveraciones expuso como argumento que “una cantidad impresionante de parientes de los hermanos de la iglesia ingresaron a Itaipú de la mano de otro pastor, Félix Duarte. Arnoldo fue más vivo aún. De acuerdo con lo que comentaban empleados de nuestra iglesia que entraron a la sección administrativa, cobraba 20.000.000 de guaraníes al mes por su programa ‘Siglo a Siglo’, que se difundía por el ‘Canal de la Familia’. Aunque los programas del ex pastor nada tenían que ver con la familia. Desconocemos qué cantidad de dinero pudo haber extraído en ese tiempo de otras instituciones del Estado para financiar su programa que de cristiano no tenía nada. Arnoldo era un fiel seguidor de Raíces hasta que el Partido Colorado cayó del poder y volvió a ‘fundar’ otra iglesia. Un día, sin avisar a nadie y sin carta de traslado, que es lo que se estila en estos casos, desapareció. El oportunismo ya hacía metástasis en el hermano Wiens”. Si lo dice una persona de su misma confesión religiosa, quiénes somos nosotros para opinar en contrario.
“En el año 2012 –continúa la carta– Arnoldo Wiens quiso ser presidente por la Asociación Nacional Republicana. Logró engañar a una considerable cantidad de hermanos menonitas, entre ellos a la señora María José Argaña, quien figuraba en su lista de senadores. Pero como todo hombre fluctuante y cristiano caído, un día, sin previo aviso, fue a negociar con el señor Horacio Cartes, dejando a todas sus ovejas a la intemperie. A través de los medios de comunicación nos enteramos de que, de sus aspiraciones presidenciales, había bajado algunos peldaños para convertirse en el jefe de prensa de aquella campaña y, en algunos casos, en presentador del señor Cartes en determinados actos políticos. Es lo que hoy tengo en mis archivos fílmicos. En ese período le agraciaron con el cargo de senador”.
Este experto en la vida privada de Arnoldo Wiens prosiguió: “Con Mario Abdo Benítez volvió a ser electo senador, pero renunció a su cargo para ser ministro de Obras Públicas y Comunicaciones. Ahí dio rienda suelta a los pecados de la codicia, el engaño y la corrupción de apoderarse de los bienes del prójimo. Se olvidó de su misión de ser sal y luz. Yo no estoy en posición de juez del hermano Arnoldo Wiens, solo estoy haciendo lo que la Palabra me ordena: ‘La verdad os hará libres’. En el gobierno de Nicanor Duarte Frutos ya vimos a algunos menonitas involucrados en las cuestiones del Estado que cayeron en la tentación de la acumulación. Dos de ellos, al terminar el mandato de este señor, habían duplicado sus fortunas. Uno de ellos, incluso, había aprovechado su favorable posición para subvalorar en Aduanas algunos productos de importación para sus empresas. Otro habría estafado a su propio socio comercial”.
“No escribo esta carta, señor Josías, para agraviar a nadie, sino para procurar mostrar el camino de la luz a nuestro pueblo. No es Arnoldo Wiens el hombre que dice ser. Es, al contrario, la señal de los falsos cristos que quieren engañar a los creyentes. Con esto he cumplido con mi misión apostólica”, concluye parte de la extensa carta que iremos publicando por episodios.
Por lo leído, el apóstol de la transfiguración no solo es un cambalache mental y espiritual, sino, también, un extravío de moral y de conducta torcida. Las sabias y eternas letras del maestro del tango, Enrique Santos Discépolo, siguen –desde entonces (1934)– tan actuales y vigentes, como ahora:
“Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, / ignorante, sabio o chorro, generoso estafador. / Todo es igual, nada es mejor; / lo mismo un burro que un gran profesor”. Solo nos resta decir: “Amén”.
Este experto en la vida privada de Arnoldo Wiens prosiguió: “Con Mario Abdo Benítez volvió a ser electo senador, pero renunció a su cargo para ser ministro de Obras Públicas y Comunicaciones”.
En el gobierno de Nicanor Duarte Frutos ya vimos a algunos menonitas involucrados en las cuestiones del Estado que cayeron en la tentación de la acumulación.