• Por Josías Enciso Romero

El empleado con “permiso” de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), Marcelo Soto, acaba de dibujarnos, para que lo entiendan hasta los párvulos, el uso abusivo, perverso y discrecional que hace del poder su director, Nicanor Duarte Frutos, quien últimamente quiere impresionar por lo que no es (y nunca lo será). El precandidato a gobernador por el departamento de Caaguazú fue pillado por nuestro diario con los brazos en el cuello del aspirante presidencial, Hugo Velázquez, el pasado 2 de agosto, en pleno horario laboral. Para salvar el apokytã, el “mariscal de la derrota” le hace firmar una nota solicitando “licencia especial sin goce de sueldo”, desde el 20 de julio hasta el 20 de diciembre del 2022. El escrito, evidentemente antedatado, una especialidad de la casa, es del 20 de julio. Vayamos por parte para desvestir las mentiras. De lo contrario, creerán que ellos son muy listos y nosotros unos boludos.

A Marcelito, por lo visto, no le interesó si su solicitud iba a ser aceptada o no, en caso de que la hubiera presentado a tiempo, como dice, aunque no es así en realidad. Pero pensemos de buena fe. Tiró la nota y se tomó las de Villa Diego. No esperó la resolución favorable o en contrario. Continuó haciendo lo mejor –sino lo único– que sabe hacer: cobrar sin trabajar. Ni le calentó el destino de su presentación (lo que evidencia el fraude). El martes 2 de agosto, repetimos, se abrazaba con su otro colega planillero, Hugo Velázquez. En la edición del 3 evidenciamos su “amor” por las ausencias laborales. Ese mismo día, en reunión del Comité de Yacyretá, el director ejecutivo (argentino), Fernando Antonio de Vido, le da una mano a “Nicadrón” (él es director nomás) y firman la “licencia especial sin goce de suelto” de Marcelito Soto. ¡Vaya parodia internacional!

Ahora demostraremos la actitud electoralmente oportunista e hipócrita del director de la EBY. Otra especialidad casera. La consigna del “mariscal de la derrota” para Marcelito era una sola: “Tenés que ganar”. ¿Trabajar? Esa tarea es para los demás, nunca para los integrantes de Fuerza Republicana, que sostiene la precandidatura presidencial de Hugo Velázquez (el famoso “Kure”). De manera que, nombrado el 1 de noviembre del 2021, el miércoles 18 del mismo mes, el “joven” Soto Pavón ya andaba de juerga proselitista, estrenando sus casi 34 millones de guaraníes. Ese día “compartió una amena charla” con Édgar Olmedo, de quien se duda hasta cuando afirma que “lee y escribe”, por entonces “presidente” del Instituto Paraguayo del Indígena (INDI). En la misma fecha, no sabemos si antes o después de su “ilustrativa charla”, formó parte de una delegación del departamento de Caaguazú que visitó al vicepresidente Hugo Velázquez. Todo en horario de oficina, “debidamente justificado” para quienes el poder es solo una escalera para llegar al paraíso (con minúscula) de los deleites carnales.

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El viernes 26 de noviembre, salvo que se haya declarado asueto en Yacyretá (si es así, pedimos la pertinente clemencia ante los Torquemada de turno), aparece sonriente junto a “Kure” Velázquez y el ministro planillero de Desarrollo Social, Mario Varela, quien, de buen dirigente estudiantil y político, pasó a formar parte de la cofradía de los corrompidos por el cargo. Todo cuanto estoy escribiendo ya fue publicado por los colegas en las páginas de La Nación del 20 de enero de este año. Pero nadie se inmutó. Ninguno atinó a tomar medidas correctivas. Ningún asesor jurídico se animó a tocar una tecla para iniciar sumario. ¡Cómo pensar en semejante traición a un compañero de equipo! Prefieren cortarse las venas antes de cometer tamaña felonía. Cuentan los “comunicativos” del entorno del “mariscal” que aquella publicación infló el pecho de “Robarte Hurto” para exhortar a su protegido Marcelito: “La Nación (o sea, nosotros) nomás nos ataca, es nuestro enemigo. Vos tenés una sola misión: ¡Eganá che ra’y!”.

Marcelo Soto es la imagen vívida de cómo este gobierno de alcahuetes prostituye y bastardea las instituciones del Estado. En su caso particular, en complicidad con el inmarcesible “mariscal de la derrota”, quien hace rato dejó colgada la vergüenza en todas las reparticiones públicas que tuvieron la desgracia de sufrir las dentelladas de su ansiosa e ilimitada voracidad. Acostumbrado al uso abusivo del poder, no tenía por qué cambiar en la vejez ni en la enfermedad, como reza la promesa de los recién casados. Cuando surgió la precandidatura del hijo de “Baby” Soto Estigarribia, el antiguo socio comercial de “Nicadrón” en la época del “bíper”, éste lo contrató en la hidroeléctrica –en condominio con la Argentina– desde el 1 de noviembre del 2021, reiteramos, con una remuneración total de 33.640.236 de guaraníes. Necesitaba recursos para su campaña y la EBY se los proporcionó. Cada vez que puede, y fueron muchas las ocasiones, el “mariscal” demuestra su odio visceral a la democracia, a la honestidad y a la trasparencia. “Al amigo, todo; al enemigo, ni justicia”, repite simulando la voz de Perón, para algarabía de su “círculo político” encabezado por el “baboso” Armín “Chico” Diez Pérez, quien, en estos momentos, tiene la gran “responsabilidad” de justificar ante los socios de “ashá” por qué utilizaron cuatro millones de dólares de manera unilateral en un predio del Instituto de Previsión Social (IPAS) de Encarnación. Así dicen.

Muy pocas veces el pueblo paraguayo se altera, pero eso no lo vuelve cretino. La ciudadanía sabe. Y no volverá a comprar dos veces el mismo asno. Así nomás es. Yacyretá, hoy más que nunca, es un monumento –de jerarquía “mariscal”– a la corrupción. Por eso los nervios. Y la incontinencia que ataca por todos lados. Marche un pañal.

Marcelo Soto es la imagen vivida de cómo este gobierno de alcahuetes prostituye y bastardea las instituciones del Estado.

Ningún asesor jurídico se animó a tocar una tecla para iniciar sumario. ¡Cómo pensar en semejante traición a un compañero de equipo!

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