Hay un reclamo generalizado al respecto del tiempo que se toma el Poder Ejecutivo en la toma de decisiones. Con esta administración, la indecisión es casi una marca país. A la hora de gestionar, proponer o tomar la iniciativa sus tiempos son epistolares. Ni hablar cuando se trata de destituir a un ministro, presidente de ente o algún otro alto funcionario sobre el cual se disparan miles de dudas sobre su función y honestidad. El presidente y los consejeros del IPS son un ejemplo acorde y más que oportuno.
Ahora bien, si se trata de perjudicar, ahí no les gana nadie en rapidez. Ni Speedy Gonzáles. Si tan solo le dedicasen el 1% del empeño que ponen para perseguir a todo lo que tenga apenas aroma a Honor Colorado a gestionar soluciones para la ciudadanía, nuestro país sería Dinamarca. No el 80, ni el 50, ni siquiera el 10%. Tan solo el 1%. Recordemos que estamos hablando del mismo Presidente que le admitió al de la Argentina que cierta información sesgada sobre el avión iraní podía servirle y, dicho por él mismo, para su “enfrentamiento con Cartes”. Tan solo esa frase lo pinta de cuerpo entero.
En ese marco se dio ayer el anuncio con toda la fanfarria y seguro hoy será tapa de los otros grupos de medios con el correspondiente enfoque de aplausos, vítores y hip hip hurra del “Protocolo para la eliminación del comercio ilícito de productos de tabaco”. Un documento que fue demostrado hasta el cansancio ser un atentado contra la industria ya que pone en riesgo los miles de puestos de empleo que genera al ser un acoso a la elaboración y comercialización legal de productos del tabaco, alienta la creación de cadenas productivas y comerciales ilegales en este rubro. Hay que agregar que bajo ese título que puede parecer espectacular, lo que en realidad termina haciendo es beneficiar a las grandes multinacionales tabacaleras, ya que obstaculiza que las industrias nacionales exporten a las zonas francas, a fin de que las multinacionales sigan controlando el mercado internacional a nivel global. Había muchos puntos más de argumentos para rechazar, elementos económicos, de trabajo, industriales y sociales. Pero no, nada alcanzó, acá pesó mucho más la inmisericorde persecución a un grupo político, económico y a todos los trabajadores que componen la producción, distribución y comercialización de la industria del tabaco.
El segundo proyecto aprobado ayer por el Ejecutivo fue “la declaración de área silvestre protegida del Parque Guasu”, otro documento que, si nos guiamos por el nombre, cualquiera diría que es para darle el premio al gobierno más ecológico del mundo. Lastimosamente no es así. En realidad es el candado legislativo para impedir que la Universidad Politécnica Taiwán Paraguay pueda construirse en esa zona, que era la más acorde por su ubicación y muchos otros componentes. En este caso, al igual que el primero, quedó más que probado que la sede de la universidad no iba a afectar al ambiente, esa era apenas la excusa que se les ocurrió a los sectores que no querían que se concrete. Los propios vecinos de la zona estaban a favor desde que se les había explicado que la intención del proyecto sería en beneficio de la ciudadanía. El terreno en cuestión, de hecho, era un cuartel y era propiedad del Ministerio de Defensa, donde funcionaba una especie de depósito de animales para luego ser faenados, pero luego se comenzó a darle uso más recreativo como los senderos de caminata que funcionan actualmente y que no serán eliminados, al igual que las canchas deportivas. La construcción de la universidad representaba incluso mejoras, ya que al ser un yuyal, está invadido de alimañas, era un espacio asignado de 11 hectáreas. No había árboles por echar, era una mentira eso de que el Parque Guasu sería afectado, se jugó con la emoción de la gente, como si se tratase de instalar la planta nuclear donde trabaja Homero Simpson. Si a eso se le suman los inmensos beneficios que se tendrían para la sociedad toda, para los estudiantes y sus familias que puedan acceder a la universidad, estamos ante una posibilidad que no tiene techo. De vuelta, nada de esto importó, acá había que trabar la obra a como dé lugar sencillamente porque es un hito del gobierno de Horacio Cartes.
Por último, la última ley promulgada por el Ejecutivo, “Modificación de la ley que reglamenta la declaración jurada de funcionarios”, también se da luego de una polémica instalada por el propio Gobierno y sus medios alineados al respecto de por poco elevar a categoría de parricidio el hecho de que se pueda modificar una declaración jurada. Lastimosamente, las tres medidas anunciadas y promulgadas ayer por Mario Abdo Benítez con una extraordinaria rapidez son una máquina de impedir, de perjudicar y de perseguir.
Con esta administración, la indecisión es casi una marca país. A la hora de gestionar, proponer o tomar la iniciativa sus tiempos son epistolares.
En realidad, es el candado legislativo para impedir que la Universidad Politécnica Taiwán Paraguay pueda construirse en esa zona, que era la más acorde por su ubicación y muchos otros componentes.