• POR JOSÍAS ENCISO ROMERO.

“Power tends to corrupt, and absolute power corrupts abso­lutely”. La tan repetida frase de John Emerich Acton, más conocido como Lord Acton, suele traducirse como “el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolu­tamente”. Algunos optan por una versión más literal: “El poder tiende a corromper…” y el resto sigue igual. Acos­tumbra a afirmarse que en nuestro país las teorías no son semillas de siembra fácil, porque suelen secarse bajo tierra, incluso, aquellas vali­dadas por otras comunida­des científicas. Sin embargo, algunas, como las del citado historiador católico britá­nico, fueron abundante­mente cosechadas por quie­nes tomaron el poder como un derecho natural para enriquecerse ilícitamente, al margen de la ley, dilapi­dando recursos del Estado que deberían destinarse a la lucha contra la pobreza, la educación y la salud. Total, para qué. La caridad empieza por casa. Luego se extiende a los demás parientes, inclu­yendo los políticos, amigos, cómplices y proxenetas. En este gobierno se juntó toda la gavilla de angurrientos, los que nunca se cansan de vivir a costillas de los impuestos que el pueblo paga. Y de las binacionales. Van en filas con aquella conocida adivinanza: “Redondo, redondo, barril sin fondo”.

El paraguayo es más rápido que el rayo para la sabidu­ría popular. Porque adhiere la teoría al ejemplo vivo de las personas. El arandu ka’aty no precisa de ningún baremo (derivado del ape­llido del matemático fran­cés Barrême) para formular sus verdades. Mira al indivi­duo y, zas, le clava en el ojo. Como lo popular es de todos y de nadie al mismo tiempo, a veces de creación colectiva, ninguno puede atribuirse la autoría de ese nuevo axioma político personificado en el “mariscal de la derrota”: “El poder enloquece, y la pérdida del poder enloquece total­mente”. Y tienen razón, el problema de Nicanor Duarte Frutos ya no es solo la corrup­ción, ni el nepotismo en cate­goría tsunami, ni la maldad que quiere encubrir con his­trionismo de mal gusto, ni la deslealtad y la ingratitud que suplantan a la sangre de sus venas, sino que su compor­tamiento ya adquiere cate­goría de desequilibrio ante el inminente e irreversible des­alojo del poder el 15 de agosto del 2023. Existe evidencia de ese comportamiento. Uno de ellos se manifestó en público este fin de semana durante un acto proselitista que tuvo como centro la Seccional Colorada Nº 2 de la ciudad de Mariano Roque Alonso.

Probablemente, ustedes van a creer que mentimos. Solo que existen registros que ya están circulando por las redes. Videos. Con la caja de cambio totalmente extra­viada, empezó a reírse de sus propias y ridículas afir­maciones, que al público no hacían gracia alguna: “Pecal­culána, hasta empanáda­mango ojogua pe arriero. Mba’éiko oikopáta la ñande sykuéra umi pastelito umíva anga ojapóva. Mba’éichaiko ovendevéta. Ni la itraba­jokuemi. Porque empaná­dama avei omonopolizá”. ¿En serio es? Preguntaron hasta los más despistados. Traduciendo diría, más o menos, así: “Calculen, ya compró hasta empanadas ese arriero (refiriéndose a Horacio Cartes). ¿Qué va a pasar con esas madres que hacen pastelito? ¿Cómo van a vender más el producto de su trabajo? Porque hasta empanada monopoliza”. Para ubicar en Contexto: Se estaba refiriendo a la com­pra de Don Vito por parte del Grupo Cartes. Solo que esa empresa tiene una vigen­cia de décadas en nuestro medio. Siempre existió, por lo que el “mariscal” puede quedar tranquilo, pues, según algunos internautas, puede seguir comprando: “Un patel y un Coca”, como en su época de estudiante en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Villarrica, mientras fun­gía como secretario de un relator deportivo en radio Caaguazú, nos soplaron los memoriosos. Dorada época en que empezó a transfor­marse en el rey Atila entre sus compañeros de clase.

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El que no admite competen­cias en materia de corrup­ción es este gobierno. Y, contrariamente, subastó en el mercado libre la cordura. El “mariscal de la derrota” le devolvió a Yacyretá el sitial al que la había ubicado el ex presidente de la Repú­blica Argentina, Carlos Saúl Menem: “Un monumento a la corrupción”. Maneja la enti­dad como rancho de comi­saría. Destronó a Nerón. Mientras pulsa la lira, mira extasiado cómo la institución arde cada vez más. Horacio Cartes crea fuentes de tra­bajo. El “mariscal”, también: nombró a todos sus operado­res políticos (y su legión de kururu alumbrado) y, hasta, a sus hijos. O esposas. Y espo­sas de sus abogados y jueces que le absolvieron “gratuita­mente” en varios juicios por enriquecimiento ilícito. Y ahora hasta ya contrata capi­llas de quienes, en el futuro, pudieran darle una manito en la Corte Suprema de Jus­ticia. Yacyretá tiene o tenía un rubro para tratamientos sicológicos o siquiátricos por valor de 20 millones de gua­raníes dentro de un proceso denominado “erosivo depre­sivo”. Una chica que vivía en el país de las maravillas pasó una factura, pero firmada… chan, chan, chan, por un reconocido cirujano plás­tico. Uno de sus colaborado­res le advirtió de la irregula­ridad y el “mariscal” entró en modo trompo. Masiado que­ría pagar. Ni el presidente Mario Abdo Benítez ni el pre­candidato a la presidencia de la República, Hugo Velázquez, lo mismo que Nicanor Duarte Frutos, jamás podrán demos­trar cómo amontonaron tanta fortuna. No pueden procla­mar la moral ni denunciar la corrupción porque carecen de los más mínimos escrúpulos. En Yacyretá, según los fun­cionarios administrativos de rango inferior, no hay con­curso de precios, sino con­curso de coimas. Los delitos nuevos que se encontrarán en el 2023 ameritarán nuevas denuncias y nuevos juicios. Así nomás es. PD: Hasta hoy el “mariscal” tiene el monopo­lio de haber llevado al Partido Colorado a la llanura, siendo presidente de la República y presidente con permiso de la Junta de Gobierno. Ni el fresco “rocío” de Ayolas ni el verde “prado” de los jar­dines del edificio central logran aplacar la desespera­ción. Cháke.

Hasta hoy el “mariscal” tiene el monopolio de haber llevado al Partido Colorado a la llanura, siendo presidente de la República y presidente con permiso de la Junta de Gobierno.

Ni el presidente Mario Abdo Benítez ni el precandidato a la presidencia de la República, Hugo Velázquez, lo mismo que Nicanor Duarte Frutos, jamás podrán demostrar cómo amontonaron tanta fortuna.

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