La Real Academia Española define el hábito como el modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas. ¿Un error? Un error lo comete cualquiera, dice el refrán; pero si ese “error” lo convertiste en una costumbre y se repite varias veces reincidiendo en el mismo, deja de ser un error para pasar a ser un hábito, con el agravante de que está implícita la decisión de mantenerlo porque se cree que es normal, porque se cree que está bien o porque así nomás tiene que ser.
Ayer el gobierno inscribió sus candidaturas para las internas ante el Tribunal Electoral Partidario. Lo hizo, en medio de un patético intento de demostración de fuerza, de lo que en política se conoce como “baño de pueblo”. Lo hizo en horario laboral, estuvieron ministros, directores de entes, asesores, consejeros de instituciones, viceministros. Lo hizo, además, según dicen, con una muy conveniente recomendación de parte de los jefes para que los funcionarios de menor rango participen de la actividad con fervor y alegría verdadera. Todo muy auténtico. Lo mismo se vio reflejado en los rostros y gestos de Velázquez, Brunetti y los demás principales referentes, cuya comunicación no verbal evidenciaba a miles de kilómetros la situación real de la campaña del gobierno. Se puede mentir en los discursos, pero en la transmisión de mensajes o señales a través de una estancia no verbal, como el contacto visual, las expresiones faciales, los gestos, la postura y el lenguaje corporal. En eso no se puede mentir. Transpiraban un nerviosismo e incomodidad dignos de un estudiante novato en su primer examen oral.
Como si las cosas ya no estuviesen suficientemente mal en las carpas del gobierno, una hora antes del acto en la sede partidaria se daba a conocer una nueva encuesta. Adolfo Grau habló de manera específica sobre el margen que separa tanto a los precandidatos a la Presidencia de la República, Santiago Peña y Hugo Velázquez, como así también la línea que separa a Horacio Cartes de Mario Abdo como candidatos a presidir la presidencia de la ANR. “En departamentos alejados, Velázquez está por los 15 puntos y aquí en capital y Central mantiene 22, 24, en ese orden; mientras que Peña está por los 46, 48, incluso en algunos lugares pasa la línea de los 50 puntos”, argumentó. “En la Junta de Gobierno, Horacio Cartes tiene 36, 38, 40 puntos, y Mario Abdo ronda los 15, 16, y hay muchos lugares donde incluso marca menor a 15″, aseguró el encuestador de mayor asertividad en las últimas contiendas electorales. Más de 30 puntos de diferencia a favor de Santiago Peña y Pedro Alliana versus Hugo Velázquez y Juan Manuel Brunetti. Si vamos a la presidencia de la Junta de Gobierno la diferencia a favor de Horacio Cartes sobre Mario Abdo Benítez es de más de 20 puntos. Un baldazo de agua helada.
Pero volvamos a la entrega de carpetas y las correspondientes fotos con sonrisas más falsas que billetes de 300 mil. “Al salir vamos a hablar”, fue la lacónica respuesta cuando los medios requerían posiciones al respecto de distintas cuestiones sobre el manejo de la campaña. Y hay que decirlo, Hugo Velázquez cumplió, habló al final. Dio su discurso (el de siempre, el que repite hace meses, el que parece mas de candidato a presidir el Partido Colorado que de un candidato a presidente de la República) y luego la compañera del Grupo Nación Media, Rosa Pereira cumpliendo con su labor periodística, se acercó y le consultó sobre su presencia en la Junta de Gobierno, atendiendo a que se encontraba en pleno horario laboral haciendo proselitismo. La consulta descolocó al Vicepresidente y absolutamente fuera de sí, respondió que él ejerce funciones y no cumple un horario específico. “El Vicepresidente no tiene horario de funciones, tiene funciones que ejercer y mientras las funciones se ejerzan no hay ningún problema, yo no soy un funcionario público cualquiera, yo ejerzo funciones, no hago horario de oficina”. En este punto, hay que decir que la única función que le asigna la Constitución Nacional, además de reemplazar al presidente en su ausencia, es la de ser el enlace entre el Ejecutivo y el Legislativo. Solo la cumple cuando se debe elegir la mesa directiva y hacer componendas con los pseudoopositores, en desmedro de sus propios correligionarios. Pero ellos son los más colorados de todos los colorados. Bastó que Pereira insista un poco más para que Hugo Velazquez, quien a esas alturas ya estaba cada vez más violento, para que llegue al maltrato y automáticamente después, exaltado y arrinconado, se acuerde de Cartes y de alguna de sus empresas. Todo eso a los gritos.
Pero no es la primera vez que Velázquez es violento con mujeres que trabajan como periodistas. Lo mismo hizo con Claudia Aguilera de Unicanal cuando la misma le preguntó sobre su actuación en el acta entreguista de Itaipú y a Francisca Pereira de Universo 970 AM. Y siempre es lo mismo, ya dejó de ser un error, se hizo costumbre y se convirtió en un hábito. En un violento hábito.
El problema de fondo que tiene Velázquez no es que sean periodistas (o tal vez sí) el problema de fondo es que esta campaña y sus muy escasos resultados lo están mostrando tal cual es: soberbio e intolerante pero sobre todo y principalmente, un misógino con hábitos violentos.
La consulta descolocó al Vicepresidente y absolutamente fuera de sí, respondió que él ejerce funciones y no cumple un horario específico.
“El vicepresidente no tiene horario de funciones, tiene funciones que ejercer y mientras las funciones se ejerzan no hay ningún problema, yo no soy un funcionario público cualquiera”.