Si en algo sobresalimos nítidamente los paraguayos es que somos propensos a comprar buzones. De todos los tamaños, colores y géneros. Nos enchufan eslóganes que ya fueron suficientemente gastados en otros países. Inventamos –nuestra contribución al chanterío internacional– movimientos políticos que otros ya usaron en diferentes latitudes y hasta partidos con nombres repetidos. Así, por ejemplo, el Frente País Solidario (Frepaso), constituido en 1994, en la Argentina, se transforma en Partido País Solidario (PPS), en Paraguay, en el 2000, de la mano de Carlos Filizzola, quien, de esta manera, se rancheaba aparte del Partido Encuentro Nacional (PEN), organización política a la que representó en 1998 como candidato a vicepresidente en una alianza con Domingo Laíno, del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA).
Filizzola (Carlos) decidió abandonar el PEN cuando Euclides Acevedo ejercía la presidencia del partido. Una enemistad que dura hasta hoy. El PPS actualmente forma parte de la Concertación Frente Guasu. El Partido Democrático Progresista (PDP), fundado en 1914, también en el vecino país rioplatense, aquí tuvo una pequeña variante: Partido Democrático Progresista (PDP), propiedad y patrimonio del matrimonio Desirée Masi, senadora, y Rafael Filizzola, cuyo pasado por el Ministerio del Interior, durante el gobierno de Fernando Lugo, lo enreda como ñandu pysã con algunas desprolijidades en construcción de comisarías y otras menudencias.
Dentro del Partido Colorado, los grandes cráneos del oficialismo no encontraron mejor nombre para una alianza de varios movimientos que el de Fuerza Republicana. Solo había que hurgar en algunos diarios del pasado, como ya lo hicimos nosotros, y de cuya génesis y prolongación hablaremos en otro capítulo, por este mismo dial y en el mismo horario. Otros capos de la creatividad copiaron “El tractor amarillo” del grupo español Zapato Veloz. Este mismo e inefable personaje del “marketing político” utilizó en el 2009 una imagen del Chapulín Colorado que casi le costó a la Asociación Nacional Republicana una demanda del Grupo Chespirito SA. Buzones y más buzones.
Y hablando de oficialismo, no es que nos preocupe intelectualmente la asesora externa en comunicación “en Presidencia de la República del Paraguay”, una tal Verioska Velasco, ni su oculta formación académica, ni las influencias que pueda tener sobre este Gobierno de ineptos y corruptos, porque, al fin y al cabo, Marito es un fanático por los mediocres (así se siente a gusto en el ambiente circular).
Lo que sí nos interesa es conocer cuánto gana, de qué recursos cobra y cuáles son sus aportes al IVA y al IRP. La aclaratoria de “externa” no invalida –al contrario, confirma– su relación con el Estado paraguayo, al que ha estado estafando, vendiendo gato por liebre, desde el 15 de agosto del 2018. El mandatario, que en los últimos días se desgañita contra el crimen organizado y a favor de la transparencia, tal vez, debería empezar aclarando estas insignificancias que definen la inmoralidad de su administración. La sumatoria de esos “pequeños crímenes” descarados e impunes fue el factor determinante para que la mafia avanzara hacia nuestra ciudad capital. Salvo que pague de su bolsillo o a través de su empresa proveedora de asfalto al gobierno.
Quizás, Mauricio Espínola, cuyo brillo mental provocó un apagón durante la Cumbre de las Américas realizada en Los Ángeles, Estados Unidos, pueda aportar algunos datos sobre la remuneración de su colega asesora, ya que le gusta divulgar, por medio de sucias maniobras, referencias privadas del precandidato Santiago Peña. En este caso, la información proporcionada al contribuyente será legal y legítima. Nuestra compañera Rossana Escobar escarbó hasta debajo de la alfombra para ver si encontraba algo, pero solo le respondió la sonora impunidad.
En un país serio, con un gobierno de igual característica, esta señora no podría ser asesora ni de ñakyrã pire y, mucho menos, su remuneración sería tratada con inescrupuloso silencio. Porque, si los trabajos se juzgan por los resultados, su fracaso tiene la redondez del rotundo “cero”. Los discursos de Abdo Benítez son de una mediocridad sostenida, tanto los pronunciados a nivel nacional como internacional, los que se aprende de memoria y los que lee. Sin una pizca de claridad ni de calidad. Verdaderos adefesios. Entre sus perlas más recientes, que pasará a la historia de las frases memorables, figura el haberse nombrado a sí mismo como “el mejor presidente que manejó la pandemia en Sudamérica”. O, mismo, cuando, en su inocultable vocación entreguista confundió al Paraguay con un apéndice territorial del vecino más grande y cambió el nombre oficial por el de “República Federativa del Paraguay”. Si ese es el aporte de Velasco, dejaité nomás. Cualquier buey corneta tendría mejores contribuciones. Mas como dice el besador de chanchos: “Cada uno con su gusto”.
La “asesora externa” que se autoasigna los títulos de “periodista venezolana con experiencia en investigación, redes sociales y campañas políticas”, según el comunicativo –no confundir con comunicador– Alfredo Guachiré, estaría cobrando algo así como 15.000 dólares a través de “una agencia de publicidad con contrato en las binacionales”. Si quieren averiguar el nombre de la empresa deberán rezar a San Pascual Bailón, patrono de las cocineras. En este caso, de las cocinadas. A propósito de Guachi, parece que ya se olvidó de los grandes fatos de Yacyretá que denunciaba sistemáticamente a través de las redes. ¿Se habrá atragantado con su saliva? ¡Vaya uno a saber! En estos días, todo es posible. Algunos hasta el agua mastican.
No nos importa, repetimos, el costoso buzón fantasma que se compró Marito. Sus honorarios no aparecen por ningún lado, aunque ella manda en muchas partes. Pero, como tanto le gusta criticar la corrupción que no ve dentro de su propio gobierno, en un sencillo, pero emotivo acto podría aclarar quién le paga y cuánto. Eso sí nos interesa. Tal vez de los gastos reservados que maneja la Presidencia de la República. Por de pronto está pergeñando, con “Solcito” la radióloga, una suerte de superhéroe de capa roja, similar al disfraz de Nicolás Maduro en su caricaturizada imagen de “Súper Bigote”. Dicen que se va a llamar “Súper Mario”. No va serrrrr.
La “asesora externa” que se autoasigna los títulos de “periodista venezolana con experiencia en investigación, redes sociales y campañas políticas”, estaría cobrando algo así como 15.000 dólares.
En un país serio, con un gobierno de igual característica, esta señora no podría ser asesora ni de ñakyrã pire y, mucho menos, su remuneración sería tratada con inescrupuloso silencio.