En la noche del miércoles se hizo viral (de hecho, sigue siendo tendencia en redes) una entrevista que le hizo el periodista de CNN Fernando del Rincón en su programa “Conclusiones” a la diputada Celeste Amarilla. El motivo de la entrevista era el asesinato del fiscal Marcelo Pecci, específicamente las hipótesis que se están manejando al respecto del tema.
Las hipótesis que manejan los investigadores, al menos en esta etapa inicial de la investigación, tienen que ver principalmente con los casos que llevaba Pecci siendo fiscal. Fueron muchos y casi todos, por el área que manejaba en el Ministerio Público, de altísimo impacto, peligrosidad y alcance. Los investigadores se enfocan principalmente en por lo menos seis meses atrás en el tiempo y algunos más que alcanzaron repercusión tanto local como internacional. La detención y proceso de extradición de Kassem Mohamad Hijazi, el asesinato de Mauricio Schwartzman y sus posteriores ramificaciones que llegan a ser consideradas como la génesis de lo que posteriormente se dio en llamar operación A Ultranza Py y de este la participación que terminó con dos ministros del Ejecutivo fuera del gabinete, el diputado oficialista Juan Carlos Ozorio renunciando a su banca y actualmente detenido en la Agrupación Especializada y el que hacía las veces de pastor del Centro de Avivamiento de Curuguaty y una de las principales cabezas de toda la estructura, José Insfrán, prófugo hasta hoy.
Sin embargo, la diputada prefirió usar el espacio para darle un uso politiquero a la entrevista. Era demasiado buen escenario para desaprovecharlo, o al menos eso creyó la congresista. Y que además sería un escenario favorable, amigable como cuando habla en esas interminables entrevistas en medios y con periodistas amigables; aquellos que la convencen de que es una versión de “Payo” Cubas con dudoso glamour, pero por algo se empieza. Dedicó gran parte de la entrevista para fantasear sin aportar una sola línea de base de análisis, aunque sea medianamente seria. Rincón no soportó tal nivel de desvarío en su espacio y optó por cortarle, de muy respetuosa manera. Y fue más allá, le recordó los motivos originales que lo llevaron a contactarla, a la par de recordarle lo que no debía hacer al aire, que lo que estaba haciendo era intentar aprovechar el asesinato del fiscal para hacer campaña. Posteriormente, la misma Amarilla le admitió al periodista que su incontinencia verbal le juega una mala pasada para poder cerrar las ideas. Rincón cerró la charla con una nueva, aunque siempre educada reprimenda: manejar los tiempos de televisión no es fácil.
En la tarde de ayer, la diputada demostró lo poco preparada que está para lidiar con la crítica y con la tremenda crisis de imagen con la que está lidiando. Cuando el aprieto de reputación por el que está pasando en las últimas horas empezaba a bajar en intensidad y en métrica Celeste vuelve hacer gala de su incontinencia y arroja más leña al fuego y lo reaviva con un par de confusos tuits donde arranca acusando a Rincón de haberla censurado para inmediatamente después decir que debió ceder a su derecho a réplica (esto último invalida lo primero). Luego cierra pidiéndole que no la llame nunca más y concluye afirmando que no es ella la que lo necesita, que en nuestro país tiene toda la prensa que necesita, y que es prensa de las buenas. A confesión de parte, relevo de pruebas.
Probablemente, y solo probablemente, Celeste haya creído que esta fue una buena idea. Como también creyó que lo iba a poder manejar a Del Rincón a su antojo, como también habrá creído que fue una buena idea tratar de desviar el tema de la entrevista, así como también habrá creído buena idea criticar el chaleco de SM la Reina Letizia. Eso sí, la mejor idea de todas, la brillante, fue gritar a los cuatro vientos que le compró a su partido la banca que ocupa actualmente en Diputados, la cual es altamente probable que no vuelva a ocupar. Menos mal no tenemos armas nucleares y menos mal Celeste no está a cargo del botón.
Esto sucede cuando uno cree que todas sus ideas son buenas. Solo y exclusivamente las suyas, aunque luego nos hagan pasar semejantes bochornos celestes.
Cuando el aprieto de reputación por el que está pasando en las últimas horas empezaba a bajar en intensidad y en métrica Celeste vuelve hacer gala de su incontinencia.
La misma Amarilla le admitió al periodista que su incontinencia verbal le juega una mala pasada para poder cerrar las ideas.