La miserabilidad, vileza y ruindad de algunas personas no tienen límites. Siempre encuentran espacios para ir más al fondo del barro. Sin ningún pudor usan como tarima política el dolor de una familia y la consternación de miles de paraguayos. Esta despreciable canallada, sórdida e inmunda, desnuda el espíritu corrompido de sus protagonistas. Sobre el asesinato en Colombia del compatriota y fiscal contra el Crimen Organizado, Marcelo Pecci, han querido instalar sus propias figuras para obtener réditos proselitistas. Con una hipocresía que merece el repudio de la buena conciencia ciudadana hoy se solidarizan con un Ministerio Público al que semanas atrás pretendían descabezar. Por lo visto les estaba incomodando. Esta pérdida que nos conmueve profundamente es la ratificación de que se hacía un buen trabajo. Y se pagó un alto costo por transitar el camino de la corrección jurídica. Y ahora se lamentan con la doblez del truhan.
El rostro más execrable del oportunismo político es el eterno perdedor Efraín Alegre, presidente del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA). En su papel de fracasado en función continuada supura odios y resentimientos. Presenta al público su eslogan “Patria o mafia” como un dilema, cuando que, para él, no son palabras antinómicas. Para él, insistimos, porque Alegre se enriqueció con la “patria contratista” en sus tiempos de ministro de Obras Públicas y Comunicaciones, durante el gobierno de Fernando Lugo. Pagó un anticipo de 7.500.000 dólares por la famosa “ruta de la mentira” o “ruta fantasma” que uniría Caaguazú, Yhú y Vaquería. Mas todo se redujo a paladas iniciales. He aquí una de las razones por las cuales este infame saltimbanqui puede vivir y hacer política sin que se le conozca trabajo. El ocio es su única actividad visible. Alguna vez tendrá que investigarse, además, qué pasó con los 5.000.000 de dólares destinados para trabajos de restauración del Palacio de López, aunque nunca fueron ejecutados. Pero como ya se volvió un cleptómano empedernido, para despuntar el vicio se pasa metiendo la mano en la caja de su propio partido, según denuncias ventiladas por sus correligionarios. Con todos esos reprobables antecedentes quiere embaucar a la ciudadanía erigiéndose en apóstol de la moral. Nefasto y amargo personaje cuyo mejunje verbal no se edulcora ni con miel de abeja. Como diría el dueño de aquel burro: Quien no te conozca que te compre.
Periodistas sin oficio que quieren catapultarse por la vía del escándalo o sencillamente de mala fe revivieron al ex ministro del Interior, Arnaldo Giuzzio. Lo sacaron del ropero, lo desempolvaron y le ofrecieron el irresistible micrófono. Nunca la mediocridad rayó tan alto en el país y, en especial, en el mundo mediático. Pidiendo opinión sobre el asesinato del fiscal Marcelo Pecci a manos del crimen organizado justamente a alguien que perdió su cargo por sus nexos con un capo del crimen organizado. Tardó para comprender y lerdo para hablar, dijo algunas paparruchadas de mortal intrascendencia. Fue el sumun de todas las mediocridades.
La senadora Desirée Masi no quiso ceder espacios en esta carrera de delirios compulsivos. Su partido, el Democrático Progresista (PDP), vive en concubinato con el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, desde el día que asumió su mandato el 15 de agosto del 2018. Ese partido cohabitó con procesados e improvisados de uno de los gobiernos más improvisados de la historia que solo en una investigación sobre el hampa ya perdió dos ministros.
En un grotesco acto de hipocresía política, la senadora Masi lamenta el asesinato del fiscal Marcelo Pecci y se conduele con sus familiares, mientras que el 16 de febrero respondió a un tuit del fallecido agente del Ministerio Público con otro tuit que desviste a la parlamentaria en su repulsiva y renegada personalidad: “La única duda que tengo de este tuit repudiable, manipulador y premeditado del fiscal (?) Marcelo Pecci es si redactaron en TABESA o calle España. A este nivel llegan los fiscales en PY. Se creen impunes y algunos tienen miedo de estos”. Y agregó el emoji de un payaso. Hay palabras que no podemos utilizar en un medio de comunicación. Pero, igual que el resto de la ciudadanía, las pensamos.
La Fiscalía General del Estado, evidentemente, como toda esfera del quehacer humano comete errores, tiene imperfecciones, pero funciona. Lo que no logra funcionar es el Poder Judicial. De lo contrario, tanto Efraín Alegre como Rafael Filizzola estarían con serios problemas con lo que debe este dispensar, la Justicia.
Miserable es definido en el Diccionario de la Real Academia como ruin y canalla. Ruin es vil, bajo y despreciable. Casi lo mismo que canalla. Vil es indigno, torpe, infame. Ustedes juzguen, a partir de estas acepciones, los rostros más abyectos de la miserabilidad política y la condición humana. Más degradación, imposible. O, tal vez, sí.
El rostro más execrable del oportunismo político es el eterno perdedor Efraín Alegre, presidente del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA).
La senadora Desirée Masi no quiso ceder espacios en esta carrera de delirios compulsivos. Su partido, el Democrático Progresista (PDP), vive en concubinato con el presidente de la República.