Hugo Velázquez habrá quedado más baque­teado que toro estre­lla de la corrida central, pero que, finalmente, no salió al ruedo. Durante un acto oficial realizado ayer -convertido en escenario personal y partida­rio-, Mario Abdo Benítez hizo dos declaraciones que erosio­nan todavía más su derruido y desorientado gobierno. Aun­que, a decir verdad, jamás encontró su rumbo. Siempre anduvo a los tumbos. A lo que Dios es grande. Eso sí, con los dientes más afilados que el mismísimo doctor Hanni­bal Lecter. Medró hasta con la tradición del ñandutí, cuya pésima imitación colocada en una pasarela será recor­dada por las futuras genera­ciones como el monumento a la corrupción y al adefesio. Si tanto se quejaba de la inun­dación, de los incendios, de la sequía, de la pandemia, del pombero y el curupí, como excusas que atentaban con­tra su gestión, ahora tendrá que añadir una calamidad de su propia cosecha: Su candida­tura a la Junta de Gobierno del Partido Colorado.

Subido al carro de los césares del imperio romano, Marito se ciñó los laureles del auto­bombo para proclamarse pre­sidente de la Asociación Nacio­nal Republicana (ANR). Los tímidos y desganados aplau­sos fueron opacados por el vuelo de los pájaros que cir­cundaban el lugar. Ni siquiera pudo dar énfasis a su profecía que, en el fondo, es un deses­perado intento por detener el desbande continuo y masivo de su tropa. Sin embargo, las lec­ciones de la lógica son irrefuta­bles: No se puede inyectar a los seguidores el ánimo del que se carece. Lo que su equipo de ase­sores (de alguna forma hay que llamarlos) da por sentado es que este tipo de declaraciones servirán para que la ciudadanía ponga los ojos lejos de los pro­blemas que hoy son el epicentro de la atención pública. Todos ellos con tufo a corrupción. O, por ejemplo, que el centro del poder se haya trasladado al Congreso de la Nación, donde su socio Óscar “Cachito” Salo­món funge de titular.

Y su otro anuncio impactó directamente en el plexo solar del vicepresidente de la Repú­blica y adelantado aspirante al Poder Ejecutivo. Porque mientras andaba de abrazo proselitista con Hugo Veláz­quez le lanzó un quiño de coqueteo al ingeniero Luis Pettengill, cuyo nombre sur­gió en los últimos días como posible precandidato para la Primera Magistratura de la Nación por la ANR. La propia asesora externa de comuni­caciones de Marito, la vene­zolana Verioska Velazco (otra a la que se le está agotando el panal) se encargó de difundir texto y audio. Y citamos lite­ralmente: “Si le va bien en la interna de nuestro partido (Abdo a Luis Pettengill), si se decide a competir, yo voy a ser su jefe de campaña porque yo voy a ser el presidente del Par­tido Colorado”. El que estará muy feliz es el senador Juan Carlos Galaverna, conspira­dor (in)nato y olfato de poder, quien de política algo sabe: “Sigo convencido de que no se presentará -la candidatura aún no fue oficializada-, pero yo quiero que lo haga, quiero que se presente para que su soberbia reciba una lección frente a la candidatura del expresidente Horacio Cartes”. Y añadió, refiriéndose siempre al presidente de la República: “Tiene las características del niño criado entre algodones”, de alguien que “tuvo todo en la vida, sin necesidad de luchar por su éxito”. Sugirió no bus­car cuestionamientos polí­ticos en su razonamiento, puesto que se trata de una simple descripción de la per­sonalidad del jefe de Estado. Una descripción que tiene el ajustado ropaje de la realidad. Y le queda a medida.

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Algunas gargantas inquietas y estómagos resfriados han compartido la informa­ción de que la posi­ble precandida­tura de Luis Pettengill fue inflada en Mburu­vicha Róga. Los son­deos de opi­nión, que aumentan la brecha a distancia de abismo entre San­tiago Peña, del movi­miento Honor Colo­rado, y Hugo Velázquez, de Fuerza Republi­cana, van adqui­riendo color de pánico dentro de las carpas guber­namentales. Después de vociferar con turú de carnicería campaña de que las encuestas son inventos de cartismo para posicionar ficticiamente al precandidato presidencial de ese sector interno del colo­radismo, el nuevo gurú del abdismo, Mauricio Espínola, reconoció que Velázquez va acortando distancia en rela­ción con Peña. O sea, está per­diendo. Está perdiendo con el poder en sus manos.

Marito anda malhumorado y ojeroso. Según los comu­nicativos agentes palacie­gos, Velázquez nunca fue su candidato. Por tanto, sigue ana­lizando varian­tes. Hasta tan­teó un plan B con su excan­ciller, Eucli­des Ace­vedo. Su filiación opositora no era óbice con tal de derrotar a los candidatos de Horacio Cartes. El “Toro” sabe que la puñalada artera puede venir en cualquier momento. Conoce los anteceden­tes de Marito con las per­sonas que le ayu­daron a llegar al poder. Y que le salva­ron de dos jui­cios polí­ticos. La gratitud no es una sus cualidades.

A Velázquez le aseguró que va a tener “un presidente de la ANR que no le va a chanta­jear, que no le va a pedir car­gos, que no le va a pedir que pase cigarrillos sin pagar impuestos”. Cuando esas pro­mesas aún estaban en el aire, ya se ofreció para ser jefe de campaña de Luis Pettengill. Marito mereció ser alumno de Efialtes. Porque mientras anda del brazo de Hugo Veláz­quez, le hace ojitos a un poten­cial adversario. En el país de las teorías muertas, entre bue­yes, sí hay cornadas.

Marito anda malhumorado y ojeroso. Según los comunicativos agentes palaciegos, Velázquez nunca fue su candidato. Por tanto, sigue analizando variantes.

Algunas gargantas inquietas y estómagos resfriados han compartido la información de que la posible precandidatura de Luis Pettengill fue inflada en Mburuvicha Róga.

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