Nuestra política es una fuente inagotable de inspiración para divertidas misceláneas teatrales protagonizadas por personajes de las más variadas extracciones y calidad interpretativa. Jaraneros, bufones, trashumantes, gandules, detractores de la razón, enemigos del trabajo, rostros huraños y ceños fruncidos (aunque actúen en una comedia) integran este lote que ya perdió su oportunidad de figurar, aunque más no sea como extras, en las películas de vaqueros de Hollywood, como sí lo hicieron algunos de nuestros antepasados.
Es menester aclarar que nunca representaron a algún perdido cowboy ni tocaban la corneta en el Sétimo de Caballería. Eso sí, sabían morir con dignidad y sin despeinarse. Pero volvamos al principio, como nos sugeriría el inefable Perogrullo, para quien el inicio es el comienzo. Estas piezas de humor o de dramática realidad –que también suele hacer reír– hasta podrían haber figurado en el famoso suplemento “El Gallo Ilustrado” de augusta memoria, si la memoria no nos falla. Son de antología. Aunque, en ese caso, contribuyan a las enciclopédicas antologías del disparate.
El rostro visible del Gobierno de hoy es el que pudo haber sido un talentoso actor acompañante de la película “Ni idea”. Prefirió sacrificar su fama futura por el servicio a la patria. O como solían repetir (los) Les Luthiers: “Siempre supo poner, por encima de los mezquinos intereses partidistas, los supremos intereses personales”. El pensador contemporáneo Mauricio Espínola, que de él se trata, caballero templario que dedicó su vida al custodio de las sagradas reliquias del coloradismo histórico, fue el que tiró el primer párrafo del diálogo de una pieza remendada que ya no tiene remedio de compostura.
En su libreto escrito por quienes no se animan a poner la cara le apuntaron lo que tenía que decir: “Cartes representa un proyecto económico que busca subordinar las instituciones y alterar el orden democrático”. Para alterar el orden democrático existen dos opciones: O un grupo guerrillero, como el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), acorrala al poder legal o las Fuerzas Armadas dan un golpe de Estado. Y el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas es el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, de quien, precisamente, Espínola es asesor político adjunto. Su habilidad para asesorar es digna de los más altos honores. Capacitó a la gente para anticiparse a las catástrofes por venir. Por ello la sabiduría popular acuñó la justificada expresión: “Desastre ko Marito”.
Como aquel discurso que los adulones de Juan Carlos Wasmosy le copiaron a Luis María Argaña (ambos leyeron el mismo discurso en el cierre de sus respectivas campañas), la nueva integrante de la política del espectáculo, –ahora Kattya González se va a poner celosa porque perdió la exclusividad–, Soledad Núñez pone papel carbónico a las líneas aprendidas de memoria por Mauricio Espínola. “Cartes es un peligro para la democracia, porque quiere concentrar el poder”. Euclides Acevedo, el popular “Gallo Paloma”, para no perder su oficio de galante empedernido, ese del que usó y abusó en la España del socialismo, se solidariza con el libelo infamante, en concordancia con la Sole: “(Cartes) es un poder fáctico del que no nos podemos descuidar”. Y añade algo nuevo, pero igualmente desquiciado como sus antecesores: “Peña al Gobierno, Cartes al poder… una bicefalía muy peligrosa”.
Las últimas declaraciones, que ya publicamos de Soledad Núñez, tienen un mensaje que nadie se detuvo a leer con precisión de relojero suizo. “La concentración de poder en manos de una persona es un riesgo para la democracia. Es por eso que el Partido Colorado no puede gobernar el país desde el 2023″. Dos lecturas claves para entender el subconsciente de los enemigos de Cartes: “Concentración de poder en manos de una persona” es un indicio irrefutable de que le concede un anticipado triunfo a Santiago Peña en las internas del 18 de diciembre de este año.
Claras evidencias que también desesperan a Mauricio Espínola y Euclides Acevedo. Ningún opositor se acordó de Hugo Velázquez. De ahí el traicionero inconsciente de la Sole: “El Partido Colorado (ya) no puede gobernar el país desde el 2023″. Es decir, Santiago Peña. Si Horacio Cartes es un peligro, Santiago Peña sería el ejecutor de ese plan. En síntesis: El enemigo a derrotar es “Santi”. De ahí el intento de un relato que hubiera soñado hasta el mismísimo Frank Kafka. O ubicado en ese ignoto lugar llamado Macondo, donde vieron por primera vez el hielo, como nos contara la magistral pluma de Gabo.
Ni Soledad Núñez, ni Euclides Acevedo, ni Kattya González plantearon propuestas para revertir nuestras injustas estructuras socioeconómicas. Solo pilotearon sobre diagnósticos que conoce hasta Ña Mamerta, la verdulera del Mercado 4. De Mauricio Espínola no se esperan más que agravios sin diagnósticos, porque él mismo representa síntomas que todavía no le fueron diagnosticados. En fin. Esta antología tiene pinta de que va a enriquecerse en los próximos meses. Una pena que ya no estuviera vivo nuestro gran paraguayó logo guaireño. Alguien debería tomar la posta.
Ni Soledad Núñez, ni Euclides Acevedo, ni Kattya González plantearon propuestas para revertir nuestras injustas estructuras socioeconómicas.
Ningún opositor se acordó de Hugo Velázquez. De ahí el traicionero inconsciente de la Sole: “El Partido Colorado (ya) no puede gobernar el país desde el 2023″.