La estrategia es la confrontación. En Paraguay se da la costumbre de que se malentiende la confrontación como la virulencia, como la violencia discursiva. Nuestra falta de creatividad nos llega al cuello e impide no solo que generemos ideas disruptivas, sino que incluso pensar con cierta claridad. La politiquería no conoce otra estrategia que denostar el adversario por el simple hecho de serlo. Pretende desconocer que la política ha evolucionado, que ha adquirido niveles de profesionalización, mal que les pese. Y conste que aún estamos lejísimos si nos comparamos con otros países.
En una ocasión le preguntan al consultor político que manejaba la campaña de George Bush hijo cuál era la estrategia que pensaba desarrollar para conseguir la victoria. El mismo hace un silencio, de aquellos tan extensos como incómodos para acto seguido responder lanzando la siguiente frase: la estrategia es la definición de ti mismo y de tu adversario antes que los demás lo hagan. Y todo el auditorio quedó en silencio, la respuesta tenía sabor a poco cuando lo que todos esperaban era que el asesor les responda lanzándoles a la cabeza la colección completa de la Enciclopedia Britannica con sus treinta y dos volúmenes. Dicho en palabras algo más rebuscadas (como les gusta a los lectores de este espacio) es la construcción del posicionamiento que nos contraste favorablemente ante nuestros contrincantes. El nosotros versus ellos. Definir al otro. Hacer que el electorado sienta por el otro lo que nosotros queremos y hacer que piense o sienta por nosotros lo que pretendemos instalar en el imaginario.
La campaña de Santiago Peña se debate en un dilema, o le responde los insultos diarios a Velázquez o lo deja pasar; la razón, la distancia que le lleva Peña en las mediciones y lo conveniente que es para el cartismo que el hasta ahora precandidato por el oficialismo no se desencante ni mucho menos se le ocurra renunciar. Justo en estos momentos en que un conocido empresario, del sector industrial, frigoríficos, alimentos, de la construcción y con un exitoso paso como presidente de Cerro Porteño lanzó la semana pasada un video en tono presidencial que corrió como reguero de pólvora en influyentes grupos de Whasapp. No conforme con eso dobló la apuesta y fue tapa con camisa roja poniéndose a la orden del país. Para hacer la cuestión aún más compleja el empresario en cuestión tiene cercanía casi de familia con el presidente de la República. El pirevai que hay en la ya de por sí maltrecha campaña de Velázquez está llegando a picos récord. En la campaña de Peña se preguntan qué hacer para motivarlo a Velázquez.
El fin de semana, uno de los referentes de HC lanzaba al aire en un programa de debate político que lo que más quieren es que el actual Vicepresidente no decaiga en sus intenciones, que aguante hasta diciembre para que por lo menos tengan contrario. Aunque sea en los papeles. La reunión de campaña se dio por concluida cuando alguien preguntó: ¿Y si empezamos a hablar bien de Hugo? Le respondieron que eso era ir demasiado lejos. Al menos por ahora, agregó otro, recordando a un filósofo republicano de tiempos pasados.
El pirevai que hay en la ya de por sí maltrecha campaña de Velázquez está llegando a picos récord.
La politiquería no conoce otra estrategia que denostar al adversario por el simple hecho de serlo.