Cuando el corrector (humano) le hace notar al periodista (comunicador de hoy) que su artículo firmado tenía como vértebra una frase fuera de contexto, volvió a releer su escrito mientras murmuraba: “Pero con esos antecedentes mi columna pierde sentido, tampoco tendrá el impacto que yo quería darle”. En un segundo le destrozaron lo que él había llamado “mi obra de arte” mientras estiraba, ufano, su cuartilla de la vieja Remington. Desanimado y cabizbajo, restregándose la frente, una y otra vez, con el dedo índice, y después de respirar profundamente empezó a teclear de nuevo con la rapidez de quien usa los diez dedos: “Voy a cambiar de tema”. Esta actitud de nobleza intelectual ya no es muy frecuente actualmente en esta profesión. La búsqueda desesperada del lucimiento personal degradó a sus niveles más ínfimos el trato responsable de la información y la manifestación honesta de la opinión crítica.

Uno de los casos más concretos del “texto fuera del contexto” fue la expresión acortada del “Ñakyrã pire” o “Pato Donald” de unas largas declaraciones del doctor Luis María Argaña, en ese entonces presidente de la Junta de Gobierno de la Asociación Nacional Republicana (ANR). El llamado “último caudillo colorado”, asesinado el 23 de marzo de 1999, no toleraba la mediocridad con la misma fuerza con que despreciaba la servidumbre intelectual. Intelectual no en el sentido exacto de la palabra, sino encuadrando dentro de ese concepto a todos aquellos que, de una u otra manera, utilizaban la mente como herramienta de trabajo, aunque no supere la vara de la medianía. Por eso Argaña nunca despilfarró su tiempo para corregirles de su mal intencionado error.

Treinta años atrás la sociedad aún no tenía la extensión de las redes sociales y cada uno de los medios –que no eran muchos– pretendían ejercer sus influencias en sus formas clásicas –diario, radio y televisión–, preferentemente las dos primeras, pero con liderazgos políticos tan fuertes que limitaban sus dominios. Lo que el fundador del Movimiento de Reconciliación Colorada (MRC) había expresado es que si el candidato de la ANR es “Ñakyrã pire” o “Pato Donald” él iba a votar por uno de ellos. ¿La razón? Tan clara como sencilla: quiere decir que uno de los dos había ganado las internas partidarias. Es el respeto más elemental a las normas de la democracia. El que participa de las elecciones ya acepta por adelantado las reglas del juego. Así pasó en el 2018, cuando los dirigentes del movimiento Honor Colorado resolvieron apoyar incondicionalmente a Mario Abdo Benítez. Aunque no pasó así en el 2008, cuando Luis Alberto Castiglioni decidió no acompañar la candidatura de Blanca Ovelar. Y se huele de nuevo un fuerte tufo a traición si Hugo Velázquez pierde el 18 de diciembre de este año.

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Ahora distorsionaron las palabras del presidente de la Junta de Gobierno del Partido Colorado y titular de la Cámara de Diputados, Pedro Alliana. Transcribieron una frase literalmente expresada, pero que estaba fuera de contexto, razón por la cual desviaron su sentido original. Aunque le hubiera gustado –dijo a los medios– hacer campaña política con su compañero de fórmula Santiago Peña, “es nuestra responsabilidad estar aquí”. Había un antecedente arteramente obviado: fue a consecuencia de las declaraciones de su colega Ángel Paniagua, del movimiento Añetete, hoy integrado a Fuerza Republicana.

La sesión extraordinaria de la Cámara Baja para estudiar el proyecto de ley “Que crea el fondo de estabilización del precio de los combustibles” fue fijada para el viernes 8 de abril, a las 7:00. Ante las consultas periodísticas si no era muy temprano para sesionar, el vicepresidente de la Cámara, Paniagua, respondió “la verdad que a nadie le queda bien, pero si hay convocatoria vamos a tratar, si es que llegamos a un acuerdo en la bancada de estar para las 7″. La respuesta de Alliana, repetimos, fue en reacción a lo afirmado por su colega, exhortándole a cumplir con sus funciones parlamentarias a pesar de los compromisos políticos que cada uno pueda tener en ese mismo horario.

Una periodista del diario Abc Color, por apresurada para lucirse ante sus lectores, pudo no haber leído o escuchado la frase dentro del debido contexto. Y si lo hizo, prefirió faltar a la verdad por la desesperación de escalar un peldaño de fama. Como al principio de este escrito, dentro del contexto no iba a tener el impacto que ella pretendía. Se iba a desmoronar su “obra de arte”. Entonces, eligió congraciarse con su patrona y con su ama, la vanidad. A diferencia de aquel lejano caso del veterano periodista, careció de nobleza intelectual. Intelectual en el amplio contenido que le otorgaba el doctor Luis María Argaña, quien por alguna razón dejaba de leer ciertos diarios por “higiene mental”.

Ahora distorsionaron las palabras del presidente de la Junta de Gobierno del Partido Colorado y titular de la Cámara de Diputados, Pedro Alliana.

La búsqueda desesperada del lucimiento personal degradó a sus niveles más ínfimos el trato responsable de la información y la manifestación honesta de la opinión crítica.


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