En los últimos años nos acostumbramos a examinar el universo cultural mirando por encima de nuestros desalambrados muros. Subidos a una escalera cosmopolita buscamos respuestas prefabricadas a nuestros problemas o tratamos de interpretar lo que ocurre en el mundo desde la exclusiva visión de otros intelectuales. Lo que de manera alguna es censurable. Al contrario, enriquecer nuestro horizonte mental es el más saludable ejercicio para quienes están convencidos de que es el pensamiento el percutor de las acciones trasformadoras de las sociedades. Lo que estamos proponiendo es que, de tanto en tanto, enfoquemos la vista hacia el magistral legado que nos dejaron nuestros mayores en todas las disciplinas de la actividad humana. Como, por ejemplo, la famosa “Convención Gondra” expuesta y aprobada por unanimidad en la V Conferencia Panamericana realizada en Santiago de Chile, en 1924. El representante del Paraguay, don Manuel Gondra, de extracción liberal y expresidente de la República, al plantear la obligatoriedad del arbitraje entre las naciones del continente para evitar las guerras, formuló su célebre tratado: “En un conflicto entre Estados puede el débil ser justo; puede serlo el fuerte. Pero la injusticia del uno está limitada por su propia impotencia, al paso que la del otro puede pretender llegar donde llegue su fuerza. Por eso, no pudiendo hacer que el justo sea siempre fuerte, nos hemos empeñado en que el fuerte sea siempre justo”.
¿Existe una expresión más precisa que la de este ilustre integrante de la Generación del 900 para definir y entender la invasión de Rusia a Ucrania ordenada por su presidente Vladimir Putin? Más allá de ese arbitraje para la paz -o para evitar la guerra como sostenía Gondra- por el que aboga sistemáticamente el Papa Francisco, la máxima autoridad de la Iglesia Católica consideró que “esta guerra fría ampliada” es una tensión que puede “sofocar la vida de los pueblos y generaciones enteras”. Y tenía razón, porque horas después de las declaraciones del heredero de Pedro, los medios de comunicación de todo el mundo mostraban imágenes de más de 400 civiles ucranianos ejecutados en las cercanías de Kiev. Este descubrimiento tuvo lugar posterior a que las tropas rusas abandonaran esos territorios. Desde Moscú negaron toda responsabilidad alegando que son montajes del “régimen de Kiev para los medios occidentales”. Pero las pruebas están ahí. Irrefutables.
En el programa “Expreso” que se difunde por GEN y dirigido por nuestro compañero de tareas Augusto Dos Santos fue entrevistado el embajador honorario de Ucrania en Paraguay, Andrés Trociuk. Una entrevista muy esclarecedora y didáctica, por cierto, que fue reproducida por La Nación en su edición del domingo 3 de abril, en las páginas 22, 23 y 24. “Rusia es una autocracia, es una dictadura y es el capitalismo más salvaje que hay (…) Manejado por un grupo de oligarcas que se han hecho dueños de todas las empresas más importantes de Rusia y que se hicieron amigos de Putin”. Y se hace una inevitable pregunta controversial: “Entonces, muchas veces no entendemos por qué la izquierda apoya a Putin (siendo que pone en práctica un capitalismo salvaje)”. Y, seguidamente, afirma: “Ucrania es un país democrático, socialdemócrata, por tanto, es un mal ejemplo, (porque) tiene libertad de expresión”.
Para el diplomático honorario, con esta invasión también empezó el debilitamiento del régimen de Vladimir Putin. “Esta guerra va a durar lo que dure Putin” asegura convencido. Aunque con algún atisbo de esperanza manifestó que existen movimientos internos dentro del Kremlin que apurarían la salida del presidente ruso. Independientemente de los sesgos ideológicos con que pudieran analizarse esta guerra, hay una verdad cruda, incuestionable desde la lógica, como lo escribiera en un medio local el conocido padre Jesús Montero Tirado: “En la primera semana (de la guerra) Putin conquistó el repudio universal”. Una metáfora trágica, pero real. El repudio de toda buena conciencia que condena cualquier acto de violencia, como la masacre “a la población civil de diversas ciudades (de Ucrania), destruyendo hogares y familias y asesinado a madres, padres, niños, adolescentes, jóvenes” (Montero Tirado)
En este lugar recóndito de la tierra, lejos de la guerra, hay centenares de descendientes de ucranianos en el Departamento de Itapúa. Y desde este punto geográfico que sigue siendo una incógnita para decenas de países, el doctor Manuel Gondrá describió cien años atrás a las naciones que “pretenden llevar su injusticia hasta donde su fuerza les permita”. Miremos, de vez en cuando, hacia adentro. Ni se imagen la sorpresa intelectual con que se van a encontrar.
Aunque con algún atisbo de esperanza manifestó que existen movimientos internos dentro del Kremlin que apurarían la salida del presidente ruso.
Rusia está manejada por un grupo de oligarcas que se han hecho dueños de todas las empresas más importantes y que se hicieron amigos de Putin.