Cuando se debatía el juicio político a la fiscal general del Estado se instaló fuertemente el posicionamiento de que aquellos que promovían la iniciativa tenían la real y oculta intención de cooptar el Ministerio Público para usarlo como garrote político. Aquellos negaban la cuestión poniendo otros insumos sobre la mesa; sin embargo, quedó demostrado que para cuando lograron reaccionar habían sido rebasados en el enmarcado de la discusión pública.
En la jornada de ayer, el intendente de Santa Elena, el médico Miguel Olmedo, dio a conocer que desde la Auditoría del Poder Ejecutivo le comunicaron que entre el 28 de marzo y el 1 de abril se procedería a la verificación física de existencia de obras ejecutadas y financiadas con recursos de Fonacide. Es, básicamente, una auditoría a la gestión de un municipio reconocido en innumerables veces como uno de los de mejor funcionamiento y con altos niveles de transparencia. Hasta ahí podría considerarse normal, todos los municipios están expuestos, más allá de su autonomía al recibir recursos del Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo y más allá de la evidente duplicación de tareas con la Contraloría General de la República, que también verifica el uso de los recursos. Olmedo, en todo momento manifestó su tranquilidad al contar con, tanto la documentación al día, al igual que las obras en tiempo y forma.
Ya dicen que el diablo está en los detalles. Y acá viene uno absolutamente oportuno de destacar. El intendente en cuestión es el precandidato a gobernador de Cordillera por el movimiento Honor Colorado. ¿Vio? Es un detalle ínfimo, no daba para ser malpensado. La auditoría al municipio de Santa Elena se da al mismo tiempo que se está exigiendo a Petropar que haga pública su estructura de costos y al mismo tiempo que medios de comunicación publican que José Insfrán, el pastor prófugo investigado por lavado en el marco del operativo A Ultranza Py, operaba una estación de servicios de Petropar. El mismo Insfrán, fundador del Centro de Convenciones de Avivamiento con sede en Curuguaty, en el departamento de Canindeyú.
Y acá viene otro detalle, otro pequeñísimo detalle. Denis Lichi, presidente de Petropar, es el precandidato a gobernador de Cordillera del oficialismo. A la par, es el adversario político de Olmedo en la interna del Partido Colorado. Pero no hay que ser tan desconfiado en estos tiempos en los que se deja de lado el convencimiento y el discurso, sino que más bien se apela primero al cháke y si eso no funciona, directamente al garrote como estrategia electoral. Tiempos convulsos, si los hay, donde se precisa andar con los ojos bien abiertos.
El intendente en cuestión es el precandidato a gobernador de Cordillera por el movimiento Honor Colorado. Es un detalle ínfimo, no daba para ser malpensado.
Olmedo, en todo momento manifestó su tranquilidad al contar con, tanto la documentación al día, al igual que las obras en tiempo y forma.