La psicología define a la decepción como una emoción dolorosa que se despierta en una persona cuando no se cumple una expectativa construida, generalmente en torno al comportamiento de otra persona. Dice también que una decepción ocurre tras esperar algo concreto y depositar ilusión en ello y cuando esa expectativa no sucede o sí que sucede, pero de diferente forma. Enmarca a la decepción como un proceso interno y sucede cuando uno no se relaciona con las personas tal y como son, sino tal y como uno cree que son o tal y como quiere que sean. Autores especialistas mencionan que aprender a manejarla pasa por aceptar que los demás no son ni se comportan como uno mismo, sino según su propio mundo de valores, creencias, principios y experiencias. En algunos casos puede ser de utilidad hablar sobre estos sentimientos con alguien de confianza que ayude a contrastar y relativizar la situación.

Decepción es lo que sienten algunos comisarios políticos del periodismo que apostaron por Arnaldo Giuzzio. Pero la decepción no es nueva, es una cadena de años y años de decepciones. Una tras otra. Como aquellas relaciones tóxicas en las que se espera que una de las partes mejore ciertas prácticas nocivas para sí mismo y para la relación. Y como antecedente hay que remontarse a la época en la que Giuzzio iniciaba su vida pública. La decepción iniciaba como fiscal porque en los casos que llevó, arrancó como caballo y terminó como burro. Pero siempre estuvieron las cámaras, los micrófonos y las grabadoras. Y las opiniones a favor.

Con esa imagen, en gran medida construida por sus amigos comisarios del periodismo llegó al mundo político. Giuzzio era lo que el Paraguay necesitaba. Lastimosamente para los “giuzziolovers”, Arnaldo no pasó de ser un ave de paso de la política. Lo fugaz de su presencia en el escenario fue directamente proporcional a su marcado transfuguismo. Pero siempre estuvieron las cámaras, los micrófonos y las grabadoras. Y las opiniones a favor.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Luego la decepción quedó reflejada en su gestión como ministro Antidrogas. Donde el daño fue tal que hasta ahora lo seguimos sufriendo. No solo por sus magros resultados, sino que también porque muchos de los hechos que están aconteciendo ahora tendrían que haberse concretado en el tiempo que le tocó desempeñar el rol. Pero siempre estuvieron las cámaras, los micrófonos y las grabadoras. Y las opiniones a favor.

Decepción como fiscalizador de compras de la pandemia porque no vio ninguna de las irregularidades y casos de corrupción que además de costarnos miles de millones de guaraníes, sobre todo y principalmente, nos costaron vidas de familiares y amigos. Pero siempre estuvieron las cámaras, los micrófonos y las grabadoras. Y las opiniones a favor. Decepción como ministro del Interior porque la ciudadanía sufrió el pico de inseguridad más alto del que se tenga memoria. Fue histórico, concepto que tanto le gusta usar al Ejecutivo. Pero siempre estuvieron las cámaras, los micrófonos y las grabadoras. Y las opiniones a favor.

A pesar de estos elementos y de todo este maltrecho recorrido, Giuzzio siempre contó con el acompañamiento de los medios y periodistas alineados al Ejecutivo, o más precisamente al anticartismo. Y esto explica bastante los altísimos niveles de decepción que se están viendo en los comisarios del periodismo.

Decepción como ministro del Interior porque la ciudadanía sufrió durante su administración el pico de inseguridad más alto del que se tenga memoria.

Dejanos tu comentario