Fue Carlos Saúl Menem, presidente de la República Argentina, quien el 3 de abril de 1990 formuló una de sus declaraciones más explosivas: “Si aquí hay un monumento a la corrupción, es Yacyretá”. El que mejor recrea y contextualiza esta frase, que en nuestro país tiene marca registrada, es el periodista Luis Gasulla, en su libro “El negocio político de la obra pública” (en colaboración con Alicia Panero y Juan Parrilla). En el 2005, Transparencia Internacional –relata el autor– ubicó a “Yacyretá entre los diez monumentos a la corrupción más grandes del mundo”.La publicación, no obstante, abarca un período mucho más extenso, iniciándose en “la patria contratista” de Menem, pasado por los Kirchner (Néstor y Cristina) concluyendo con Mauricio Macri. El que clava el enfoque certero únicamente en la represa fue el reconocido director de cine Pino (Fernando Ezequiel) Solanas en su documental “Memoria del saqueo”, que contribuye a comprender cuánto y cómo se robó en la construcción de la represa. Solanas fue diputado y, luego senador. Falleció en París el 6 de noviembre del 2020, a causa del covid-19 mientras se desempeñaba como embajador ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Sus obras le sobreviven.
Valga esta introducción para insertarnos en nuestro tema. Si bien Yacyretá es un monumento a la corrupción compartido con el vecino país, dentro de días tendremos uno exclusivamente nuestro: La Pasarela de Ñandutí. Una obra que inicialmente iba a tener un costo de 500.000 dólares, el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones terminará pagando, según los expertos en la materia, 2.000.000 de dólares. No es raro que esté involucrada la empresa que ya es conocida popularmente como la “superproveedora del Estado”, Engineering.
No es, tampoco, el primer caso en que el ministro de Obras Públicas y Comunicaciones, Arnoldo Wiens, está en medio de denuncias dentro del marco de las licitaciones, principalmente por establecer cláusulas direccionadas abiertamente para favorecer a determinadas empresas amigas del poder o vinculadas al Gobierno. De acuerdo a informaciones de carácter público, Engineering, durante el mandato del presidente de la República, Mario Abdo Benítez, para el 2021 ya se había adjudicado un total de 66 contratos con el Estado.
Un poco de historia ayuda a refrescar la memoria. Tanto la Contraloría General de la República como la Dirección Nacional de Contrataciones Públicas elaboraron demoledores informes respecto al grosero sobrecosto de la Pasarela de Ñandutí o pasarela de “oro”. O nuestro monumento a la corrupción que no es compartido con nadie. Toda la documentación donde se exponen el direccionamiento (a favor de superproveedora) y la sobrefacturación de esta obra fue remitida a la Procuraduría General de la República, cuya máxima autoridad, Juan Rafael Caballero González, optó por el silencio cómplice.
En enero del año pasado, el director de Obras Públicas del ministerio en cuestión, arquitecto José Kronawetter, confesó a los medios de comunicación que, efectivamente, un hermano de la primera dama, el señor Jorge López Moreira, hizo lobby a favor de Engineering SA para la construcción de la pasarela que une el parque Ñu Guasu con el Comité Olímpico Paraguayo (COP). El ministro Arnoldo Wiens no encontró mejor remedio para salir de este apokytã que castigar al denunciante del tráfico de influencias, apartándolo de su cargo. Fiel a la naturaleza de este gobierno, el que debió ser condecorado con la “Cruz de la Entereza”, fue condenado a la cruz del calvario. Al parecer, todos los pastores ligados, de una u otra forma, a esta administración están reinterpretando las Sagradas Escrituras.
Lo último. A pesar de todas las irregularidades denunciadas y demostradas, el ministro Wiens se prepara para recibir la obra. En una maniobra administrativa de desembolso menos descuento, Obras Públicas pretende blanquear a Engineering, borrando de su historial el daño patrimonial en perjuicio del Estado. Pero ojo: el monto a descontar no llega ni siquiera al 50% de lo que esta empresa sobrefacturó mediante un mecanismo absolutamente injustificado y que tenía la premeditada intención de estafar al Estado, para distribuir el “diezmo” –es lo que se lee de esta deslealtad para con el país– entre sus conexiones dentro del Gobierno. Si este descarado robo a las arcas del tesoro público llega a materializarse, el ministro Wiens tendría que ser destituido. O enviado a juicio político en el Congreso de la Nación.
Estas son algunas de las razones por las cuales los diputados progubernamentales y el vicepresidente de la República –y candidato a presidente– quieren una fiscala general del Estado sometida a sus intereses. Una persona que les permita transitar libremente por la pasarela de la impunidad. Una impunidad que tiene fecha de vencimiento. Porque, definitivamente, el pueblo ya no se dejará estafar por estos candidatos que quieren mantenerse en el poder para seguir usufructuando sus espurios privilegios.