Era la matrona del barrio. Por tanto, tenía la localía indiscutible. Con la precisión del té inglés, aunque en horario diferente, la cita ineludible de los sábados empezaba a las tres en punto bajo la tupida enredadera. Todas mujeres. Mantel de plástico y baraja de 50. Algunas con el cigarro entre los labios y otras entre los dientes, con una escupidera al costado. Habían esta- blecidoreglas propias, y simplificadas, para el chinchón. Los imperturbables rostros de algunas contrastaban con la indisimulada sonrisa de quien había cazado una buena mano. La figura más deseaba era el “Bicho” –venía en par–, con la que se podía aspirar el codiciado cero que pagaba doble. Cero en mano o cero en mesa. Con el tiempo, el entonces “Bicho” pasó a conocerse en el barrio como el famoso “Comodín”. Con él podría completarse una esca- lera del mismo palo o armar un grupo de números iguales. Puede sustituir a cualquier naipe para armar un juego.
En el fútbol, el comodín es el que está presto para des- empeñarse en cualquier puesto, con tal de jugar. Desde arquero hasta wing izquierdo. Igual ocurre en la política. Algunas personas se acomodan al cargo que venga. Como el caso del polifuncional un americanismo muy nuestro nuevo ministro de Justicia, Édgar Olmedo. Después de ser intendente de la ciudad de Coronel Oviedo donde fue denunciado por irregularidades en el caso de tragamonedas, en la administración de Abdo Benítez fue nombrado ministro asesor en la lucha contra la pobreza donde pasó total- mente inadvertido; luego, como presidente del Instituto Paraguayo del Indígenas (Indi) adquirió visibilidad por su incompetencia, hasta recalar finalmente en el Ministerio de Justicia, ocasión en que confesó de entrada que no tenía conocimiento de las funciones que le esperaban. Pero, indudable- mente, el más grande “Bicho” o “Comodín” que tiene el presidente de la República es el embajador Federico Alberto González Franco. Su cercanía íntima con el jefe de Estado le permite saltar de un cargo a otro sin más requerimientos de lo que ya expresamos: su amistad con el mandatario. El conocimiento es un accesorio que puede suplirse con serena impavidez.
Si fuera el juego del chinchón, diríamos que la escalera es el palo preferido de Federico González. Es ahí donde se siente a gusto. Puede subir o bajar, pero nunca la suelta. Hasta el 20 de agosto del 2018 fue viceministro de Relaciones Exteriores. El actual presidente de la República lo nombró director general de Ceremonial de Estado, cargo en el cual estuvo hasta el 28 de junio del 2019; luego pasó a integrar el Consejo de Administración de la Itaipú Binacional, del 28 de junio del 2019 al 12 de octubre del 2020; paralelamente, era ministro asesor de la Presidencia de la República en Asuntos Internacionales en
carácter ah honorem. Fue, además, vocero del Consejo de Defensa Nacional (Codena); ministro de Relaciones Exteriores del 12 de octubre del 2020 al 22 de enero del 2021, en que pasó a interinar la Dirección General de la Itaipú Binacional.
Salpicado por el escándalo del acta secreta de Itaipú, por la cual el Paraguay cedía gran parte de sus derechos a favor del socio condómino de la represa (Brasil), los senadores aliados del jefe de Estado le comunicaron que Federico González no iba a tener los votos necesarios para el acuerdo constitucional. Por tal razón, presentó su renuncia el 23 de marzo del 2021. Marito Abdo volvió a rescatarlo ubicándolo como ministro asesor de la Presidencia de la República en Asuntos Estratégicos, convirtiéndose en una incómoda sombra –según voceros pala- ciegos– para el ministro de Relaciones Exteriores, Euclides Acevedo. Se comenta, incluso, que muchas propuestas enviadas por el canciller fueron congeladas por González, evitando así la firma de los correspondientes decretos. Con la destitución de Arnaldo Giuzzio, por su presunta vinculación con poderosos miembros del crimen organizado, Fede- rico González fue nombrado ministro del Interior el pasado 23 de febrero de este año.
En el fútbol, el comodín es quien está presto para desempeñarse en cualquier puesto, con tal de jugar. Desde arquero hasta wing izquierdo. Igual ocurre en la política.