El uso de un avión militar expuso la inconsistencia en la narrativa de Abc Color, que se sirvió de un informante tendencioso, Mario Galli, presidente de la Asociación Paraguaya de Paracaidismo Deportivo (APPD), con el único afán de generar golpe a Horacio Cartes, terminó dejando en evidencia una falta de rigor periodístico.

En setiembre pasado, Abc Color ofreció a sus lectores una portada que buscaba escándalo: el supuesto uso irregular de una aeronave militar por parte de la Escuela Free Spirit, vinculada a Juan Pablo Cartes, hijo del expresidente Horacio Cartes.

Sin embargo, esta historia que pretendía ser una denuncia ejemplar contra el uso de recursos públicos se desplomó cuando los hechos dejaron al descubierto no solo la falta de rigor periodístico del diario, sino que también la doble moral de su principal fuente: Mario Galli, presidente de la Asociación Paraguaya de Paracaidismo Deportivo (APPD).

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Galli, quien sirvió como informante para la publicación, denunció con ímpetu el uso del avión de la Fuerza Aérea Paraguaya (FAP) por parte de Free Spirit. Abc Color no tardó en amplificar sus declaraciones sin realizar una verificación exhaustiva, en lo que pareció ser un intento claro de golpear ante la opinión pública a Horacio Cartes a través de su hijo. Incluso, la periodista Mabel Rehnfeld se posicionó como articuladora de la nota, dando forma a un relato que buscaba explotar al máximo la indignación pública. Lo que Abc Color y Galli omitieron mencionar fue que el alquiler de la aeronave era completamente legal, según lo confirmó el propio comandante de la FAP, general Julio Fullaondo, al citado medio que luego –lejos de retractarse– bajó decibeles drásticamente la intensidad de la información, ante la contundencia de la declaración del jefe militar.

Galli posó con los paracaidistas que ese día realizaron los saltos en Ypacaraí

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Un punto por demás trascendente, que muestra a las claras que la primera publicación solo tenía la intención de golpear a Cartes y a su hijo, ocurrió el fin de semana pasado. Específicamente los días 21 y 22 de diciembre, cuando la Asociación Paraguay de Paracaidismo Deportivo, que lidera Galli, llevó a cabo un evento de esta disciplina utilizando la misma aeronave militar que había sido el foco de la atención del diario Abc Color. Aunque parezca una ironía, esta vez el diario de la calle Yegros no dedicó ni una sola línea al asunto, demostrando una parcialidad que pone en tela de juicio su compromiso con la verdad.

El caso revela una clara intención de manipular la opinión pública. Galli, quien se presentó como un “paladín de la transparencia”, terminó evidenciando una postura oportunista: denunció cuando le convenció, pero utilizó el mismo recurso que había cuestionado. La incoherencia es evidente, pero no menos grave es el papel de un medio que prefirió el sensacionalismo a la verificación de datos, ignorando por completo la responsabilidad ética del periodismo.

Mario Galli, presidente de la APPD, durante la actividad del sábado pasado de paracaidismo que se realizó en Ypacaraí

Abc Color demuestra, una vez más, una selectividad preocupante en su línea editorial. Mientras amplificaba una denuncia dirigida exclusivamente a Cartes, guardó silencio absoluto sobre la participación de Galli y su asociación en actividades similares con el empleo de una aeronave militar que antes había criticado.

¿Por qué no se ocupó del uso del avión militar por parte de la APPD? ¿Por qué no aplicó el mismo rigor crítico hacia su propia fuente? La respuesta parece estar en la inclinación del diario a convertir cualquier situación en una herramienta para atacar a Cartes, incluso a costa de la credibilidad de sus publicaciones.

Este episodio deja en evidencia la combinación perfecta entre una fuente poco confiable y un medio dispuesto a sacrificar el rigor por el impacto mediático. El resultado: un golpe fallido contra los Cartes que exponen las fragilidades de un periodismo que, en su afán por dañar figuras políticas, termina traicionando su misión principal: informar con veracidad.

Mario Galli posa con David Vela, de la Escuela “Sin Limites”

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