En el marco de la reunión anual con los jefes de misión de las representaciones diplomáticas y consulares de nuestro país, el canciller Rubén Ramírez Lezcano expuso los lineamientos generales de la política exterior del Gobierno, destacando la importancia de seguir posicionando a Paraguay en el ámbito internacional, con el compromiso de continuar con una diplomacia activa y proactiva que refuerce los intereses nacionales en el exterior.
El canciller aprovechó la ocasión para agradecer el arduo trabajo realizado por los diplomáticos y consulares paraguayos en el mundo, y subrayó la relevancia de mantener un alto nivel de compromiso en el desempeño de sus funciones. “Se avecina un año de grandes desafíos, pero estoy seguro de que, trabajando con la misma dedicación y esfuerzo, lograremos avanzar en nuestros objetivos”, expresó. Asimismo, dijo que el presidente Santiago Peña espera que se siga trabajando con el mismo empeño y se generen grandes logros para el Paraguay.
Posterior al encuentro con el canciller, los embajadores y cónsules paraguayos fueron recibidos en Mburuvicha Róga por el jefe de Estado, Santiago Peña, que fue una valiosa oportunidad para hablar sobre las prioridades de nuestra política exterior y reafirmar el compromiso de representar al Paraguay con excelencia en cada rincón del mundo. “Juntos seguimos trabajando por el desarrollo y el posicionamiento de nuestro país en el ámbito internacional”, acotó.
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Paraguay en la historia: se cumplen 32 años del hallazgo del “Archivo del Terror”
Este domingo 22 de diciembre se cumplen 32 años del hallazgo histórico del “Archivo del Terror”, una increíble colección de documentos de alto valor político y social, no solo para Paraguay, sino para toda América Latina y el mundo; ya que testimoniaban las atrocidades de una de las dictaduras más extensas del continente y sus tentáculos regionales a través del perverso Plan Cóndor.
Paraguay vivía los primeros años de transición democrática tras el régimen del general Alfredo Stroessner, que cayó por un golpe militar entre el 2 y 3 de febrero de 1989, tras estar en el poder desde 1954. Transcurrieron pocos meses desde la promulgación de la nueva Constitución Nacional, el 20 de junio de 1992, que recuperaba herramientas de justicia y derechos largamente esperados por el pueblo, como el habeas corpus, una garantía que permitiría, finalmente, exigir respuestas del Estado.
En medio de esa coyuntura, se erigía la figura de un hombre que llevaba años de búsqueda incansable detrás de los documentos de la dictadura: quien en vida fuera Martín Almada (1937-2024). Educador, abogado y defensor de los derechos humanos, luchó incansablemente por la reivindicación de las víctimas del totalitarismo militar y político.
Si bien su objetivo era personal, este trascendía su propia historia puesto que quería saber qué había ocurrido con su esposa Celestina Pérez, quien murió en circunstancias no esclarecidas durante el gobierno de Stroessner; el 5 de diciembre de 1974, a los 33 años, en el local del Instituto Juan Bautista Alberdi, en San Lorenzo. La mujer sufrió un infarto luego de decirle que su marido había muerto, tras varias llamadas en que le hicieron escuchar las sesiones de tortura, y no recibió atención médica por temor a represalias de los doctores para acercarse al instituto.
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Un plano inesperado
Martín Almada Inició su búsqueda para descubrir qué datos había y dónde los tenía el gobierno derrocado. Comenzó una investigación solitaria que, a base de paciencia, persistencia, resistencia y recortes de periódicos, desembocaría en uno de los hallazgos más impactantes de la historia.
Las pistas más concretas llegaron de forma hasta inesperada. El propio Almada relató, años más tarde, que mientras se encontraba gestionando su pedido judicial para acceder a documentos policiales, una mujer se le acercó, le entregó un plano y le aseguró que lo que buscaba no estaba en Asunción, sino en un depósito fuera de la capital.
Con esta información clave, Almada recurrió directamente al Poder Judicial. Los jueces José Agustín Fernández, actual camarista, junto al magistrado Luis María Benítez Riera, actual presidente de la Corte Suprema de Justicia, encabezaron el operativo.
El martes 22 de diciembre de 1992, a las 11:00, el equipo se dirigió a la sede del Departamento de Producción de la Policía Nación, en la ciudad de Lambaré. Nadie esperaba encontrarse con tamaña situación, que en definitiva superó ampliamente cualquier expectativa. Intentaron allanar la comisaría, pero primero hubo una negativa por parte de un agente policial, pero a esas alturas ya asomaba el inevitable hallazgo y, amparados en la ley, los jueces ingresaron al lugar.
Una montaña de pruebas
Lo que se encontraron era estremecedor e impactante: montañas de documentos, fichas, fotografías y archivos, amontonados y olvidados en una habitación de unos cinco por cinco metros, con pilas de papeles que alcanzaban los dos metros de altura. En el patio, parte de la documentación había sido enterrada raudamente.
Las primeras revisiones de aquello que nadie se imaginaba que podría existir, al menos no en esa envergadura, revelaron el alcance del descubrimiento. Se trataban nada más y nada menos que de 300 metros lineales de documentación, producida entre 1930 y 1992, en su mayoría correspondiente a los 35 años de la dictadura estronista (1954-1989).
Entre los documentos figuraban: fichas prontuariales con datos de opositores políticos, fotografías de detenidos al momento de su captura, algunas en evidente contradicción con las versiones oficiales de resistencia violenta, declaraciones obtenidas bajo tortura, grabaciones de conversaciones telefónicas “pinchadas”, materiales incautados en allanamientos domiciliarios, información de inteligencia sobre organizaciones políticas, culturales y sociales, etcétera.
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Justicia, memoria y verdad
Tamaño acervo documental servía de radiografía de la brutalidad del régimen, pero también evidenció la coordinación represiva a nivel continental: la famosa operación Cóndor. Los documentos confirmaron la existencia de una red clandestina que operaba entre Paraguay, Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, de manera conjunta y sistemática, para el secuestro, tortura, intercambio y desaparición de presos políticos. Con el tiempo, el “Archivo del Terror” se convirtió en un testimonio clave para la justicia, reivindicación y fortalecimiento del “nunca más”.
En 1993 se creó el Centro de Documentación y Archivo para la Defensa de los Derechos Humanos, con apoyo de la Unesco, que años más tarde digitalizó los archivos y facilitó su acceso al público. En 2009, el “Archivo del Terror” fue inscrito en el Registro Internacional de la Memoria del Mundo de la Unesco y, en 2011, en el Registro Regional para América Latina y el Caribe.
El hallazgo del “Archivo del Terror” no fue solo el resultado de una búsqueda personal de Martín Almada, sino que fue un acto de justicia, memoria y verdad. Estos documentos, preservados actualmente en el Museo de la Justicia y Centro de Documentación y Archivo en el Poder Judicial de Asunción, constituyen un legado invaluable. Estos documentos son una advertencia de lo que puede suceder cuando el poder absoluto no encuentra límites y un recordatorio para las nuevas generaciones sobre la necesidad de defender siempre la democracia, la libertad y los derechos humanos.
El ahora miembro de un Tribunal de Apelación Penal, José Agustín Fernández, explicó que el hecho tuvo una significación para procesos de violación de derechos humanos en Paraguay, para el uso del habeas data, para las indemnizaciones y, fundamentalmente, para procesos vinculados con la operación Cóndor. “Hoy lo que hacemos es reivindicar el derecho a la verdad, la verdad que es una tarea, un trabajo que hay que hacer para resignificar el presente”, señaló el magistrado, reconociendo que el propio Estado es lento y “poco generoso” para la reivindicación de las víctimas del régimen.
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Se cumplen 32 años del hallazgo de los llamados Archivos del Terror
En medio de una innegable transición democrática posdictadura y una coyuntura política poco predecible, este 22 de diciembre se cumplen 32 años del hallazgo histórico de los llamados Archivos del Terror, documentos de alto valor histórico, político y social no solo para Paraguay, sino para toda América Latina y, tal vez, para el mundo entero.
Paraguay vivía los primeros años de gobierno luego de la caída de una dictadura que duró más de 30 años: el régimen del general Alfredo Stroessner, que cayó en 1989. Transcurrieron apenas unos pocos meses de la aprobación de la Constitución Nacional de 1992, que daba los primeros pasos con las herramientas de justicia y derechos largamente esperados por el pueblo. Nuevos órganos constitucionales y figuras que garantizan derechos fundamentales, pero en el caso concreto fue el habeas data el protagonista, una garantía constitucional que permitiría, finalmente, exigir respuestas del Estado.
En medio de esa coyuntura se erigía la figura de un hombre que llevaba años de búsqueda incansable, quien en vida fuera Martín Almada. Educador, abogado y defensor de los derechos humanos, Almada luchó incansablemente por la reivindicación de las víctimas de la dictadura.
OBJETIVO PERSONAL
Si bien su objetivo era personal, este trascendía su propia historia, puesto que quería saber qué había ocurrido con su esposa, quien murió en circunstancias no esclarecidas durante el régimen de Stroessner.
Inició su búsqueda para descubrir qué datos había y dónde los tenía el Gobierno. Comenzó una investigación solitaria, que a base de paciencia, persistencia, resistencia y recortes de periódicos desembocaría en uno de los hallazgos más impactantes de la historia no solo del país, sino de toda Latinoamérica.
Las pistas más concretas llegaron de forma hasta inesperada. El propio Almada relató años más tarde que, mientras se encontraba gestionando su pedido judicial para acceder a documentos policiales, una mujer se le acercó. Esta le entregó un plano y le aseguró que lo que buscaba no estaba en la capital, sino en un depósito fuera de la ciudad.
Con esta información clave, Almada recurrió directamente al Poder Judicial. Los jueces José Agustín Fernández, actual camarista, junto al magistrado Luis María Benítez Riera, actual presidente de la Corte Suprema de Justicia, encabezaron el operativo.
Un 22 de diciembre de 1992, el equipo se dirigió a un edificio en las cercanías de Asunción, puntualmente a la sede del Departamento de Producción de la Policía de la capital. Nadie esperaba encontrarse con tamaña situación, que en definitiva superó ampliamente cualquier expectativa que hubiera habido. Intentaron allanar el lugar, pero primero hubo una negativa por parte de un agente policial, pero a esas alturas ya asomaba el inevitable hallazgo y, amparados en la ley, los jueces ingresaron al lugar.
ESTREMECEDOR E IMPACTANTE
Lo que se encontraron era estremecedor e impactante. Montañas de documentos, fichas, fotografías y archivos, amontonados y olvidados en una habitación de unos cinco por cinco metros, con pilas de papeles que alcanzaban los dos metros de altura. En el patio, parte de la documentación había sido enterrada raudamente.
Las primeras revisiones de aquello que nadie se imaginaba que podría existir, al menos no en esa envergadura, revelaron el alcance del descubrimiento. Se trataba nada más y nada menos que de 300 metros lineales de documentación, producida entre 1930 y 1992, en su mayoría correspondiente a los 35 años de la dictadura stronista (1954-1989).
Entre los documentos figuraban: fichas prontuariales con datos de opositores políticos, fotografías de detenidos al momento de su captura, algunas en evidente contradicción con las versiones oficiales de resistencia violenta, declaraciones obtenidas bajo tortura, grabaciones de conversaciones telefónicas “pinchadas”, materiales incautados en allanamientos domiciliarios, información de inteligencia sobre organizaciones políticas, culturales y sociales, etcétera.
OPERACIÓN CÓNDOR
Tamaño acervo documental graficaba tal vez en cierta medida la brutalidad del régimen dictatorial, pero también evidenció la coordinación represiva a nivel continental: la famosa Operación Cóndor. Los documentos también confirmaron la existencia de una red clandestina que operaba entre Paraguay, Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, que operaba de manera conjunta y sistemática para el secuestro, tortura, intercambio y desaparición de presos políticos.
Con el tiempo, los popularmente conocidos como Archivos del Terror se convirtieron en un testimonio clave para la Justicia, reivindicación y fortalecimiento del “Nunca más”.
En 1993 se creó el Centro de Documentación y Archivo para la Defensa de los Derechos Humanos, con apoyo de la Unesco, que años más tarde digitalizó los archivos y facilitó su acceso al público. En 2009, los Archivos del Terror fueron inscritos en el Registro Internacional de la Memoria del Mundo de la Unesco, y en 2011 en el Registro Regional para América Latina y el Caribe.
El hallazgo de los Archivos del Terror no fue solo el resultado de una búsqueda personal de Martín Almada, sino que fue un acto de justicia, memoria y verdad. Estos documentos, preservados actualmente en el Museo de la Justicia y Centro de Documentación y Archivo en el Poder Judicial de Asunción, constituyen un legado invaluable. Estos documentos son una advertencia de lo que puede suceder cuando el poder absoluto no encuentra límites y un recordatorio para las nuevas generaciones sobre la necesidad de defender siempre la democracia, la libertad y los derechos humanos.
El ahora miembro de un Tribunal de Apelación Penal, José Agustín Fernández, explicó que el hecho tuvo una significación para procesos de violación de derechos humanos en Paraguay, para el uso del habeas data, para las indemnizaciones y, fundamentalmente, para procesos vinculados con la famosa Operación Cóndor.
“Hoy lo que hacemos es reivindicar el derecho a la verdad, la verdad que es una tarea, un trabajo que hay que hacer para resignificar el presente”, señaló. Reconoció que el propio Estado es lento y “poco generoso” para la reivindicación de las víctimas del régimen.
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Asunción inicia su camino hacia los 500 años con el lanzamiento de la Comisión “Asunción 500 Años”
El presidente de la República, Santiago Peña, firmó el decreto que oficializa la creación de la Comisión “Asunción 500 Años”, marcando el inicio de los preparativos para conmemorar los quinientos años de la fundación de la capital en 2037.
El acto se llevó a cabo en el marco del cierre de la Feria Palmear, evento que revitalizó la emblemática Calle Palma durante todo el año, demostrando el impacto positivo de las iniciativas culturales y comunitarias en el Centro Histórico.
La ceremonia reunió a autoridades nacionales, líderes culturales, emprendedores locales y una multitud de ciudadanos, quienes destacaron el compromiso del Gobierno de Paraguay con la revitalización urbana y patrimonial de Asunción. “Estoy emocionado porque vi este sueño, ya desde antes del 15 de agosto cuando juré como mandatario. Mi querida Leticia Ocampos emprendió un trabajo enorme para volcar la pasión que tiene por la arquitectura, el amor que tiene por el arte y la cultura y volver a ver a nuestra querida Calle Palma relucir. No tengo ninguna duda de que su infancia en Lomas San Gerónimo jugó un enorme rol en querer ver brillar al centro”, comentó Peña.
Asimismo, manifestó que el Centro Histórico de Asunción debe ser un lugar de encuentro entre todos los paraguayos. “La gente cree que solo se trata de promover la actividad económica. Aquí se encuentra esa característica única de los paraguayos: la hospitalidad. Estoy con tremendo entusiasmo, pero no estamos satisfechos; queremos más; por eso hemos puesto la mirada en el año 2037, que parecería estar muy lejos, pero está a la vuelta de la esquina. Son 14 años de los cuales tenemos que prepararnos para que Asunción sea la ciudad más linda del mundo. Hay tiempo, tenemos la determinación y estamos decididos a hacerlo”, dijo.
La Comisión “Asunción 500 Años” es un organismo interinstitucional compuesto por representantes de instituciones clave como la Oficina de la Primera Dama, el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, la Administración Nacional de Electricidad, la Secretaría Nacional de Cultura y la Municipalidad de Asunción, entre otras.
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Su misión principal será diseñar y ejecutar un plan maestro que integre proyectos en infraestructura, conservación patrimonial, desarrollo cultural y participación ciudadana, asegurando que Asunción llegue a su 500º aniversario con su mejor imagen.
“Pasarán 3 gobiernos para que lleguemos al 2037, pero nosotros queremos comenzar ya desde este 2024 creando esta comisión que pueda trabajar con el sector público, el sector privado, el gobierno central y municipal para que Asunción sea la ciudad más linda, amigable y más interesante de visitar entre todas las capitales de América y del mundo”, mencionó el presidente.
Durante el evento, también se presentó el logo oficial de la comisión, un diseño que combina el Panteón Nacional de los Héroes y el río Paraguay, elementos que simbolizan la conexión entre la historia, la cultura y la proyección hacia el futuro de la ciudad. Este emblema será el estandarte que guiará las acciones de la Comisión en los próximos años.
Entre los proyectos anunciados para el 2025, destacan la modernización de la infraestructura eléctrica del microcentro, liderada por la Administración Nacional de Electricidad, que incluirá el retiro de cables aéreos y la construcción de una red subterránea de baja tensión. También se llevará a cabo la restauración de edificios emblemáticos como la Catedral de Asunción y la Recova, proyectos que buscan preservar el patrimonio histórico y dinamizar el entorno cultural y turístico del casco antiguo.
El lanzamiento de la Comisión “Asunción 500 Años” no solo es un hito en los preparativos para el aniversario de la capital, sino también una reafirmación del potencial transformador de la unión entre instituciones públicas, sector privado y ciudadanía. Con este esfuerzo conjunto, Asunción inicia su camino hacia el futuro con la mirada puesta en sus raíces y el compromiso de posicionarse como un referente regional en cultura, historia y desarrollo urbano.
“Es un renacer cultural y social”
La primera dama, Leticia Ocampos, promotora de la Feria Palmear y figura clave en la organización de este evento, expresó su orgullo por los logros alcanzados durante el 2024 y su entusiasmo por el trabajo que se realizará en los años venideros. “Estoy emocionada, esto empezó hace más de un año, la construcción de un sueño que hoy va tomando forma gracias a cada uno de ustedes. Me siento muy agradecida con cada una de las personas que me acompañan en esta misión y me han permitido ser una articuladora para alcanzar un hito importante para la revitalización de nuestro Centro Histórico de Asunción”, afirmó.
Ocampos siguió argumentando que mediante la firma de la resolución presidencial para la creación de la citada comisión se llega al cierre de un proyecto que representa no solo una mejora física en nuestro entorno, sino también un “renacer cultural y social para todos quienes amamos a esta ciudad que nos vio crece y sigue siendo el corazón vibrante de nuestra nación, Asunción. Este no es el final, sino el punta pie inicial para que cada sábado nuestra Calle Palma, eje de la capital de todos los paraguayos sobreviva, se llene de vibrantes recuerdos y genere emociones”.
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