El ministro del Interior, Enrique Riera, se refirió sobre el nefasto legado del gobierno de Mario Abdo Benítez, consistente en la fuerte presencia del crimen organizado en el Paraguay, que logró su expansión mediante una “complicidad abierta” en todo el territorio nacional. El auge del flagelo fue en el 2020, en plena crisis sanitaria generada por la pandemia del COVID-19, con el debilitamiento de las estructuras de seguridad.

“Es muy conocido que el Paraguay no produce cocaína, vienen de los países del norte, entonces la pregunta es por dónde entraron, la respuesta es por las 1.500 pistas clandestinas que están preferentemente en el Chaco, en Canindeyú, en Itapúa, Misiones. Cuando las autoridades no quieren ver, no reaccionan o no responden o no controlan suceden estas cosas. Si bien se acopiaron y transportaron desde el Paraguay, se movieron fortunas de dinero, se estima USD 20 millones y esto da para comprar a todas las autoridades”, sostuvo en una entrevista con el programa “Fuego Cruzado” emitido por el canal GEN/Nación Media.

Con la nefasta gestión en materia de seguridad durante la gestión de Abdo Benítez, el Paraguay se convirtió en apenas 2 años en el cuarto país con la mayor presencia del crimen organizado, según un informe internacional. La lista de las naciones que poseen una fuerte presencia del flagelo es encabezada por Birmania, seguida por Colombia y México. Las multinacionales del crimen tienen tecnologías, los fondos ilimitados y las capacidades operativas, contó con una complicidad abierta”, refirió.

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Riera detalló que entre las primeras acciones que son ejecutadas por el gobierno del mandatario Santiago Peña para la lucha contra el crimen organizado se centra en la recomposición del relacionamiento en materia de seguridad con los países vecinos, principalmente con Brasil y la Argentina que serán de gran ayuda para el control del espacio aéreo ante la carencia de radares en Paraguay.

“Se debe recomponer las relaciones con nuestros vecinos para que los delincuentes no usen al Paraguay como un corredor hacia los mercados importantes, una parte fue a Europa y probablemente gran parte fue a San Pablo, Brasil que es un monstruo que devora y tiene un potencial económico terrible. También tenemos una gran tarea de inteligencia por eso cayó hace poco 3.000 kilos de cocaína antes de que embarquen, se volvió a restablecer el control en los puertos y el servicio de los canes”, indicó.

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No obstante, comentó que el Ejecutivo ya tomó la decisión de adquirir próximamente un sistema de radares de uso compartido. Agregó a la vez que es necesario retomar el debate sobre el derribo de aviones como una medida de vigilancia y protección del espacio aéreo. “Hay que seguir debatiendo el tema, se invierte la carga de la prueba cuando el que está manejando no te responde, salvo que tenga problemas técnicos, pero eso es relativo, se discutió mucho en el Senado, pero aún está pendiente”, dijo.

El secretario de Estado comentó también que al Consejo de Defensa Nacional fueron incorporados recientemente representantes de las Fuerzas Aéreas y de la Dirección Nacional de Aeronáutica Civil (Dinac), para elaborar un plan de acción con el fin de concretar la destrucción de pistas clandestinas.

“Las pistas están a cielo abierto como las plantaciones de marihuanas, es imposible esconderlas, es muy fácil hacer cruzamientos con las que están habilitadas. Es una vergüenza, faltó voluntad política”, puntualizó.

Se estima que existen aproximadamente 2.200 pistas de aterrizajes para avionetas, de las cuales sola­mente un poco más de 500 aeródromos estarían registrados ante la Dirección Nacional de Aeronáutica Civil (Dinac). Esto quiere decir que cerca de 1.700 pistas clandestinas esta­rían a merced del crimen orga­nizado transnacional para que las narcoavionetas con cargas de cocaína a tope desciendan en el territorio paraguayo.

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