El Ministerio Público lleva adelante este lunes siete allanamientos en simultáneo en las ciudades de Emboscada, Ciudad del Este, Villa Elisa y Horqueta, esto en el marco de la investigación sobre la incautación de 653 kilos de cocaína en el puerto de Montevideo, Uruguay, que se encontraban camuflados en un cargamento de carne que tenía como destino Rusia y cuya procedencia era Paraguay.
La investigación logró identificar a tres personas, sobre las cuales ya se expedió orden de captura y además se localizó un depósito en el cual se habría contaminado la carne. Desde la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) reportaron que el lugar en el que se habría concretado la contaminación de la carne con el cargamento de droga fue un camión refrigerado y se localizó el depósito donde se habría llevado adelante dicho procedimiento, el que está ubicado en Emboscada, donde está presente el fiscal Osmar Segovia.
Otros fiscales intervinientes son Isaac Ferreira, Guillermo Sanabria, Celso Morales, Arnaldo Argüello, Manuel Rojas y Vicente Rodríguez, informó el Ministerio Público a través de sus redes sociales. La droga incautada en Montevideo está valuada en US$ 24,5 millones y fue hallada tras un operativo de la Prefectura Nacional Naval y la Dirección Nacional de Aduanas de Uruguay el pasado 22 de noviembre.
Desde el Ministerio de Defensa de Uruguay indicaron que el director de Aduanas, Jaime Borgiani, recibió información que indicaba que la carga paraguaya podría estar contaminada, por lo que se procedió al escaneo del cargamento.
A partir de este trabajo se obtuvieron indicios de que podía haber mercadería que no había sido declarada y esta situación fue puesta en conocimiento de un agente fiscal, quien finalmente fue quien autorizó la apertura del contenedor, en cuyo interior estaba carne refrigerada de origen paraguayo y cuyo destino era Rusia, San Petersburgo y hacía una escala en el puerto de Amberes.
El cargamento contaba con precintos clonados y respecto a este punto, se explicó que una de las verificaciones que se hacen es determinar si los precintos colocados en origen son los mismos que llegan a destino. Esto permite asegurar que el contenedor no fue abierto en el transcurso del viaje. Entonces, cuando se abre en el viaje, se hace una apertura en el recorrido, se rompen los precintos y se colocan estos nuevos que son clonados como para asegurar que esa carga no fue adulterada. “Los que se abrieron tenían un clon adentro del contenedor para que una vez abiertos, colocar esos clonados en los que se rompieran cuando se abrían”, explicó Borgiani.
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