El senador Fidel Zavala dijo que es una vergüenza y una bofetada para la ciudadanía que el Gobierno se haya dejado chantajear por miembros del grupo criminal autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), específicamente por Carmen Villalba (recluida en el Buen Pastor), al dejar ingresar al penal donde se encuentra recluida el féretro de su cabecilla Osvaldo Villalba, abatido en un enfrentamiento tras torturar y asesinar a líderes indígenas.
El legislador del Partido Patria Querida (PPQ), que fuera víctima de secuestro del EPP en 2009 durante 94 días, manifestó que no se pueden hacer concesiones a personas que han matado sin piedad y que lo ocurrido demuestra la debilidad, la falta de institucionalidad y carencia de visión de una política de Estado. Zavala dijo que como víctima del grupo terrorista se siente impotente ante la cesión de las autoridades nacionales.
“No puede el Gobierno ceder a este tipo de chantajes, sin temor, sin reparo, ellos (los del EPP) terminaron enterrando a personas vivas, muchas personas no saben siquiera el paradero de sus familiares”, puntualizó. “Tengo mucha impotencia, con criminales de esta calaña no se puede negociar ni un ápice”, agregó.
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Señaló que con la muerte de Osvaldo Villalba no termina el EPP y el que piensa de esa forma está equivocado. Dijo que plantear una salida política al tema es una barbaridad y asegura que los del EPP deben ser sometidos a la Justicia. “Continúa el grupo, la célula continúa, tienen ellos condiciones de subsistir, tienen su logística, no se dio fin a todos los elementos del grupo, me parece una barbaridad de que se le tenga que dar una salida política, que se sometan y que cumplan, que se haga justicia”, concluyó.
Recluida en prisión desde 2003 por el secuestro de María Edith Bordón de Debernardi en 2001, el primer secuestro del EPP; Carmen Villalba indujo a su hermano menor Osvaldo Villalba a unirse al grupo criminal con apenas 16 años, que participó en el secuestro de Cecilia Cubas en 2004. Este domingo pasado, Villalba asesinó a dos líderes indígenas en zona de Cerro Guazú (Amambay), luego de torturarlos, e hirió a otro, antes de un enfrentamiento con la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) en que resultó abatido a los 39 años.