Por Silde Oporto
El asesinato del comunicador radial y periodista Humberto Coronel a manos de un sicario en Pedro Juan Caballero, el pasado 6 de setiembre, reabrió la sangrante herida de las balas que silenciaron a las voces del periodismo. Paraguay lleva a cuestas 20 periodistas y comunicadores asesinados en la era democrática, en el transcurso de 30 años; esta es la cifra del intento criminal de acallar la libre expresión y la libertad del ejercicio de prensa en el país.
La libertad de expresión y de prensa están consagrados en el artículo 26 de la Constitución Nacional de Paraguay, una ley sagrada para el desarrollo democrático para cualquier país del mundo. Mientras tanto, con una ley clara, se siguen sumando no solo los asesinatos de periodistas y comunicadores, sino también el amedrentamiento y amenazas que sufren los trabajadores de prensa, ante la falta de políticas de seguridad que deben velar por lo más sagrado, la integridad física y la vida de un ciudadano que con valentía eleva la voz crítica ante situaciones de desigualdad y el flagelo del crimen organizado.
Santiago Leguizamón, fue el primer trabajador de prensa asesinado en la era democrática, el 26 de abril de 1991, coincidentemente en el día en que se celebra en Paraguay el Día del Periodista. El crimen ocurrió en la ciudad fronteriza de Pedro Juan Caballero, en el departamento de Amambay, cuando Leguizamón fue atacado mortalmente cuando salía de la sede de radio Mburucuyá, de la que era propietario, para reunirse con colegas y compartir un almuerzo para celebrar su día.
Lamentablemente, el crimen que calló a Santiago solo fue el principio de un largo registro de asesinatos de comunicadores y trabajadores de prensa, llegando a la cifra de 20 en total. En gran mayoría los asesinatos se dieron en zonas de frontera, principalmente en la ciudad de Pedro Juan Caballero, considerada una zona de la industria del sicariato.
Para desarrollar esta triste situación, desde el Diario La Nación realizamos entrevistas con algunos de los representantes de gremios de periodistas, quienes coincidieron con la preocupación de la falta de seguridad en el ejercicio de la profesión, y sobre todo la protección para los que denuncian amenazas y amedrentamientos.
“Se genera censura por la violencia”
“Nosotros lo que decimos desde el sindicato es que hay causas estructurales de violencia, tienen que ver con el avance del crimen organizado y su influencia en la política, las instituciones, en todo. También al mismo tiempo está relacionado y vinculado con un modelo económico-político, que hace que los sectores que acumulan más poder lo hagan por lo general vinculados justamente a una acumulación fraudulenta”, fueron las expresiones de Santiago Ortiz, secretario general del Sindicato de Periodistas del Paraguay (SPP).
El representante del gremio periodístico señaló que existe una simbiosis entre poder político, poder económico y sectores del crimen organizado, sectores que acumulan el recurso económico en forma irregular. “Entonces lo que se genera cuando uno cuestiona, que es la tarea fundamental del periodismo, se responde con violencia, se responde desde la violencia o se responde con hostigamiento, la persecución, de alguna forma”, manifestó.
En este contexto, sostuvo que “en esos territorios, como el caso de Pedro Juan, como la frontera en general el ejercicio del periodismo es muy limitado, muy restringido y se convierte en zonas silenciadas, donde se impone la censura por medio de la violencia. Vos sabes que hay temas que no podes tocar porque te puede costar la vida”.
La impunidad
En primer lugar, el periodista José “Pepe” Costa, coordinador de la Mesa para la Seguridad de Periodistas, lamentó el último hecho y las circunstancias del asesinato de Humberto Coronel, calificando como “trágico y lamentable hecho, que viene a sumar una cifra más en las estadísticas realmente trágicas que tenemos en Paraguay”. Habló además de las cifras registradas sobre la violencia contra los trabajadores de prensa y la impunidad de la mayoría de estos crímenes.
“Sumamos 20 periodistas en un periodo de 30 años, y alrededor de todos estos asesinatos y a raíz de toda esta violencia que se ha generado en todos estos años contra periodistas hay un gran manto de impunidad que es lo más lamentable, no hay sanción a quienes son responsables de este tipo de crímenes. Una evidencia de esa falta de sanción y de esa impunidad, que es la norma en estos casos, es la impunidad con que se mantuvo el crimen del querido Colega Santiago Leguizamón, que fue el primero de esta serie tétrica de asesinatos”, apuntó.
Citó además que la violencia contra el periodismo no solo se trata de los asesinatos, sino también, sobre las amenazas y hostigamientos que son denunciados ante los espacios gremiales. “Estamos en una situación donde hay un alto índice de violencia contra periodistas, el observatorio sobre violencia contra periodistas, de la Mesa para la Seguridad de Periodistas, que llevamos adelante con gremios de comunicadores e instituciones del Estado, revela más de 300 hechos de violencia contra periodistas a lo largo de estos 30 años y entre los cuales hay más de un centenar de amenazas, de ataques y 20 asesinatos”, detalló.
La autocensura
La presidenta del Foro de Periodistas del Paraguay, Marta Escurra expresó: “Es preocupante la situación que estamos viviendo, desde el inicio mismo del proceso de transición democrática, porque hay aún muchos puntos oscuros que se tienen que trabajar para hablar de una verdadera democracia de nuestro país. Ciertamente, la ciudadanía puede votar libremente, pero hay otros componentes que hacen a la democracia y uno de esos pilares de la democracia es la garantía de la libertad de expresión y de la libertad de prensa”.
La misma mencionó también que este tipo de crímenes tienen un efecto dominó sobre los trabajadores de prensa, lo que lleva a una autocensura como una forma de protección. “Las zonas silenciadas, en las que hay prensa, hay trabajo periodístico, pero ¿qué pasa?, un evento como este tipo, lo que hace más allá como efecto, a aparte de acallarle al periodista lo que hace es enviar un mensaje de miedo. Ocurre lo más nefasto para el ejercicio periodístico que es la autocensura, cuando uno utiliza la autocensura como sistema de autoprotección para ejercer el periodismo. Eso es lo más nefasto”, lamentó.
Escurrra agregó que es muy difícil definir qué instancia o qué es lo que está fallando con relación a la violencia hacia los trabajadores de prensa, ya que se trata un tema muy complejo. “Es un punto que se analiza a nivel internacional, de cómo se puede hacer para combatir eso, y la verdad que no tenemos respuestas, porque es demasiado complejo. Lo primero que uno hace como una reacción natural, es decir que el Estado tiene la culpa, la policía no protegió. Uno no se regala, uno tampoco confía en las instituciones como para poder entregar algo tan sagrado como su integridad física”, afirmó.