El intento de entablar juicio político contra la fiscal general del Estado, Sandra Quiñónez, no prosperó por tercera vez y los diputados decidieron mandarlo al archivo. Los intereses que giraban en torno a esta maniobra, encabezada por el oficialismo y la oposición, eran demasiados, pero, al final, el plan no fue perfecto.
Fácilmente se podría hacer una descripción de algunos personajes aliados a la turbia intención de querer cambiar abruptamente a Sandra Quiñónez y que ayer, con el veredicto de la Cámara Baja, fueron derrotados. El primero es el propio presidente de la República, Mario Abdo Benítez, quien admitió públicamente estar a favor del juicio político y dio la venia para que ingentes recursos sean ofrecidos a los dudosos.
Le sigue el vicepresidente, Hugo Velázquez, sin duda alguna, el mayor derrotado, ya que tenía la intención de quedarse con el Ministerio Público como garrote político, perseguir a los adversarios y deshacerse de ellos. Velázquez quería usar la Fiscalía como botín electoral y de recaudación. Pretendía que su señora, la fiscal con permiso, Lourdes Samaniego, sea la próxima en estar al frente de la Fiscalía General del Estado, ambición que admitió ella misma y de manera pública.
Los medios aliados
El intento de sacar a la fiscal general no solo tuvo respaldo de la oposición y el sector oficialista, algunos medios de comunicación también se alinearon para concretar el propósito. Uno de ellos es el diario Abc Color, con su directora, Natalia Zuccolillo, aliada al Gobierno y alineada a cada una de sus operaciones. Tiene al Ministerio Público como uno de sus objetivos para perseguir a grupos empresariales contrincantes y, seguramente, solucionar cuestiones pendientes con la justicia, entre ellas una querella por calumnia y difamación.
Antonio J. Vierci, fiel operador del oficialismo, beneficiario de pauta pública que pone a todos sus soldados al servicio del Poder Ejecutivo.
El “soporte” político
El intento fallido de entablar el juicio político contra Sandra Quiñónez tuvo varios protagonistas empedernidos. Uno de ellos fue el presidente del Partido Liberal Radical Auténtico, Efraín Alegre, cuya imagen y liderazgo quedaron dinamitados luego de que 18 votos liberales hayan sido los que se hartaron del circo del juicio y permanecieron en la sala.
Kattya González, una de las principales responsables del fracaso del juicio político, asumió que sus colegas eran sus subalternos, quienes cayeron en la cuenta de que los estaban usando para lograr notoriedad para su campaña proselitista.
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También podemos mencionar al ministro de la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero o Bienes, Carlos Arregui, quien era, de hecho, uno de los candidatos del Poder Ejecutivo para ocupar el puesto de Sandra Quiñónez. Arregui era quien “pasaba letra” a los voceros del juicio político en la Cámara Baja.
La diputada Celeste Amarilla, repudiada por sus propios correligionarios por su altanería, fue el motivo por el que varios liberales se hartaron a raíz de sus maltratos y discursos. Hugo Ramírez juega a ser el vocero de Hugo Velázquez en la Cámara Baja. Era quien hacía de “maletinero” para que los recursos lleguen a los destinatarios. Al parecer, no todos los recursos llegaron a quienes deberían.
Y por último y no menos importante, el veredicto de la Cámara Baja también derrotó a Sebastián Villarejo. El juicio político contra la fiscal general del Estado era su única herramienta para realizar su campaña proselitista y ahora quedó sin temas de agenda.