La Estrategia Política abarca diversas áreas, tan diversas como ramificadas en distintas especialidades. Cuando está llevada por profesionales, cuida detalles mínimos como, por ejemplo, la escenificación de actos públicos, que es una de esas especialidades y sobre la cual en Paraguay son muy pocos quienes le dan la debida importancia. Sobran los dedos de una de las manos. Entre la falta de conocimiento y el pavor a cambiar cierta desfasada liturgia hace que todo se mantenga inalterable, a pesar de que hay infinitos puntos que prueban que son absolutamente perjudiciales. Se invierten enormes cifras en actos públicos que no rinden dentro de una estrategia de campaña porque son pésimamente ejecutados.
En los últimos meses, el Gobierno viene a los tumbos en lo que hace a sus actos. Bueno, de hecho, viene a los tumbos en todas las áreas, pero hoy nos referimos a los actos. Desde usar actos oficiales de gobierno para transformarlos en ruidosos eventos de campaña donde el presidente de la República ha travestido su investidura para mutar a un barrabrava tiroteando contra este grupo empresarial y su adversario por la presidencia de la Junta de Gobierno. Un vicepresidente que entró en una desesperación absoluta por asistir a cualquier acto y convertirlo en un escenario electoral, al punto de que el anterior fin de semana incluso se vio forzado a desistir de las frenéticas intenciones que tenía de transformar un evento deportivo en acto de campaña. Los organizadores se vieron en la incómoda obligación de decirle de la manera más diplomática posible que no era ni conveniente y mucho menos oportuna su presencia.
YA ESTÁ PASANDO
También está pasando en los actos que todas las tomas de fotografías y de videos son planos donde un 90% son los candidatos en los escenarios y con suerte un 10% los asistentes en una pasada muy rápida. Han sido varios los actos donde se vio más carteles o pasacalles de candidatos que presentes. Se hace mucho hincapié en el escenario porque es lo único que está lleno, de candidatos, pero lleno al fin. Seamos justos en la crítica. Lo último en este sentido fue el evento de hace dos días en Alto Paraná con la excusa de inaugurar el PC del oficialismo. Cientos de videos y fotografías con una cantidad inmensa de sillas vacías, fiel reflejo de que se tiene una expectativa absolutamente sobredimensionada e irreal sobre la cantidad de personas que van a asistir. Tan irreal como la burbuja en la que viven Mario Abdo (h) y Hugo Velázquez. La campaña está empantanada, ni con la miserable persecución que están haciendo a los funcionarios públicos logran movilizar.
“Gracias por tanto cariño y apoyo Alto Paraná! Inauguramos el Puesto de Comando de #FuerzaRepublicana. Desde allí construiremos la victoria contundente en el departamento para la alegría del auténtico pueblo colorado altoparanaense”, escribió Hugo Velázquez en sus redes sociales. Mientras tanto, los grupos de Whatsapp del oficialismo se veían inundados por videos donde incluso se observan a personas juntando las sillas vacías una encima de la otra en un inútil intento de evitar lo inevitable: El papelón. Y una vez más, el posteo en redes era acompañado por fotos de primeros planos muy pero muy cerrados, con más candidatos que asistentes.
La Estrategia y Comunicación Política pueden hacer muchas cosas, pero no pueden evitar que se transmita la sensación de derrota producto de la falta de cariño que generan las sillas vacías.