Para la abogada Diana Vargas, experta en Derechos Humanos, no es una novedad que surjan denuncias de abuso y tortura en establecimientos militares, sino más bien ya se convirtió en un hecho cíclico y forma parte de la cultura institucional. Aseguró que con por el ambiente de tensión, que se creó tras haberse divulgado el caso, difícilmente los cadetes puedan animarse a aportar más datos sobre las irregularidades que hayan pasado con sus instructores.

La profesional considera que las denuncias surgidas desde la Academia Militar Mariscal Francisco Solano López (Academil) por parte de familiares de cadetes quedarán una vez más sin ser esclarecidas y en la impunidad.

“Paraguay no es como cualquier país donde este tipo de hechos son un escándalo, ruedan cabezas y hay grandes investigaciones. No, aquí por el contrario quedan en la impunidad y eso lo digo con conocimiento de causa. Entonces, como sociedad tenemos todavía un problema, nuestro problema es con la democracia”, declaró a la 800 AM.

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A criterio de Vargas, las visitas de legisladores y de representantes de organismos de defensa de derechos humanos tampoco aportan mucho para evitar que se repitan experiencias de esta naturaleza en las unidades militares.

Diana Vargas. Gentileza.

“Considero que la presencia de instituciones es importante, pero no pueden reducirse solamente a contexto de denuncias, porque eso no tiene resultados ni aquí ni en Suiza. Por eso es que se crearon órganos que tengan un trabajo sostenido incluso dentro de la estructura del Estado”, puntualizó.

Atacar el régimen

Dijo que lo que se debe atacar es el “régimen” que protege las prácticas autoritarias en Academil y no quedarse solo con los números de denuncias, al tiempo de lamentar que a una semana de los sucesos, no hay sanciones.

“Ocurre que estos establecimientos cerrados sean establecimientos militares o policiales de enseñanza, la cárcel, el siquiátrico, los hogares de adultos mayores, son parte de una sociedad determinada. Entonces, la sociedad paraguaya es una sociedad que valora el respeto a los derechos humanos o es una sociedad que es autoritaria y que incluso felicita cuando se dan violaciones a los derechos humanos. Lo que vemos allí es simplemente una muestra de la sociedad autoritaria que tenemos”, reflexionó.

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